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Nunca iba a olvidar este día, era prácticamente verano a primera hora de la mañana.

El aire era fresco por qué aún el sol no quemaba.

Ares me cogió por las axilas y de un solo movimiento me hizo subir a su caballo.

Decía que con los pies descalzos no soportaría el viaje.

Mi madre lloró abiertamente, mi padre en silencio, pero ambos me dejaron ir dejándome como última despedida el movimiento de sus manos viéndome marchar lejos del pueblo.

Muy muy lejos.

Ares era un mago, él me enseñaría magia, de verdad podría aprender magia y sacar a mis padres de la pobreza.

Conseguiría trabajar en palacio, como le dije a Krestel que lo haría.

Gracias a él lo iba a conseguir, no tenía ninguna prueba, Ares no me había querido decir nada, pero estaba seguro que lo había mandado Krestel, estaba más que seguro.

No se quien era realmente Krestel, pero me daba igual, ahora mismo le debía casi mi vida.

Fue un viaje de 3 días descansando muy poco por las noches, pero al final llegamos.

Ares vivía en la ciudad, no en la capital, pero no tenía nada que envidiar.

–Al fin en casa –Suspiró soltando su pelo tras meter a Pantano en su establo.

Pero, en contra de lo que creía, la casa que estaba justo al lado no era la suya.

–A donde vamos? –Dudé caminando lo más pegado posible a él con miedo por el sitio nuevo.

Todo era nuevo, hasta el suelo de losas de la calle principal que pisaba.

–A mi casa, los caballos son de un vecino que siempre me los deja para viajar, yo no tengo tiempo de cuidar a un animal –Explicó metiéndose por unas estrechas escaleras saliendo de la calle principal.

Y en cuanto terminaron esas escaleras daban a un pequeño jardín con una casa de un piso.

El jardín estaba cuidado había plantas de todos los tipos, colores y tamaños, era increíble.

Por dentro la casa tenía un pequeño espacio limpio destinado a la cocina, y todo lo demás era un desastre, mi madre si lo viera se pondría histérica.

Tenía pinta de que sería un reto convivir con Ares... pero era esto o nada, y ahora mismo me aferraba a un clavo ardiendo.
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Los años empezaron a pasar más rápido de lo que esperaba, yo comencé a conseguir tener la casa ordenada, aprendí a leer y tuve mi primer par de zapatos.

La verdad es que fue genial vivir con Ares... era un hombre genial, me había enseñado muy bien, había aprendido muy rápido como tratar con la gente que venía pidiendo ayuda a un mago y sabía afrontar cualquier situación.

Estaba listo.

–Estas más preparado que muchos de esos señores, solo calmate y centrate en el examen –Me intentó calmar colocando bien el cuello de mi chaqueta.

El uniforme de mago era raro, se ajustaba pero al mismo tiempo dejaba una movilidad que no entendía de donde salía al ser tan ceñido.

Sentía que la camisa podría fallar en cualquier momento, pero la chaqueta azul marina de bordados plateados parecía a prueba de todo.

Y una cosa era verdad, en las puertas del edificio solo había señores mayores, los más jóvenes éramos Ares y yo, y él ya me había explicado que le ocurrió lo mismo que a mí.

Plumaje real (Yaoi/BL) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora