SIGLO XXI:
Kagome permanecía un tanto intranquila en ese lugar: por insistencia del director ahora se encontraba sentada en la mesa del comedor junto a Yuuki y Kaname, compartiendo, lo qué según el director era una cena de bienvenida.
El director permanecía hablando con Yuuki sobre su boda, mientras que Kaname se limitaba a responder a las preguntas que Kaien le formulaba cuando era necesario, pues su atención se encontraba prácticamente en Zero.
Le había sorprendido verlo completamente cambiado. Sabía que después de lo de Rido, y de que él se marchara con Yuuki le afectaría, pero jamás imagino que tanto. Incluso le daba la impresión que estaba frente a otra persona.
Por su parte kagome permanecía callada; si tan solo Yagari hubiera estado ahí, sabía que él la sacaría de ese lugar dónde estaban esos que al parecer no eran de su agrado, pero para desgracia de Kagome, su salvación había tenido que irse por la tarde. Con un suspiro, Kagome se llevó otro bocado de su cena a la boca.
—Y, ¿cómo has estado Zero? —preguntó Yuuki.
Kagome levantó la mirada para verla, ¿qué se supone que tenía que responder? Luego, su mirada bajó al anillo en su dedo, y su mente se centró únicamente en ese cristal por el cual muchos matarían, en especial Naraku.
Kaname apretó la mano por debajo de la mesa al percatarse de la mirada del cazador sobre ese anillo que solo servía como recordatorio de todo lo que había perdido, y de lo que seguiría perdiendo junto a una mujer que no amaba. En ese momento deseaba haber buscado otra forma de poder librarse de Rido, pero sobre todo, se arrepentía de haber despertado a Yuuki y de haberse alejado del cazador.
—Lo siento —dijo Zero, y Kaname levantó la mirada para verlo— no me siento bien.
Kagome se levantó de la mesa para caminar hacia la puerta y salir de ese lugar.
La frescura de la noche le despejó la mente, pero no lo suficiente para evitar sentirse sofocada. Deseaba regresar con sus amigos, y ya no estar en ese lugar rodeada de desconocidos.
—Kiryuu —escuchó detrás de ella, sorprendiéndose ante eso, y volteo para encontrarse con aquel joven, el prometido de la hija del director.
—¿Cómo me llamaste? —preguntó perpleja.
—Kiryuu, ese es tu apellido ¿no? —dijo Kaname que, a pesar de mostrarse tranquilo, por dentro estaba desesperado por acercarse a su cazador y por volver a tenerlo entre sus brazos.
Y sin poder esperar más, Kaname se acercó a Zero. Esperaba que este se alejara, pero al ver que todavía seguía conmocionado por alguna razón, terminó acortando en gran medida el espacio que los separaba.
Cuándo Kagome reaccionó, aquel hombre estaba demasiado cerca de ella. Entonces Kaname la tomó el brazo, y comenzando a jalarla, se adentraron al bosque que rodeaba la academia. Cuándo estuvieron lo suficientemente alejados de Yuuki y Kaien, Kaname soltó a Zero y sin contenerse, lo sujetó de las mejillas para unir sus labios a los de él.
Kagome se sorprendió ante eso, ¡aquel joven la estaba besando! Cuándo al fin salió de la conmoción intentó zafarse de él, lo empujó del pecho y de los hombros, pero Kaname rodeó su cuerpo con su brazo y lo atrajo más a él.
Los besos de Kaname comenzaron a hacerse más salvajes, como sabía que a Zero le gustaba que lo besara en esas tantas noches que fue suyo.
Y, para cuando Zero pidió aire, Kaname se separó un poco de él, solo un poco, pues sus labios todavía rozaban los contrarios; solo un segundo fue lo que Kaname le permitió, ya que en ese corto lapso de tiempo Kaname aprovechó para volver a unir de nuevo su boca a la del cazador.
Mientras sus labios se movían a un compás salvaje y lleno de deseo, Kaname comenzó a empujar el cuerpo de Zero hacia un árbol; cuando lo tuvo dónde quería, sus manos impacientes comenzaron a desabrochar la chaqueta que tenía. Quería acariciarlo ya. Quería volver a saborear su cuerpo y ver la expresión de su rostro cuando volviera a tomarlo.
Un escalofrío recorrió a Kagome al sentir las manos de Kaname sobre su pecho desnudo; una parte de ella quería empujarlo y salir corriendo de ahí, pero otra, la que comenzaba a ganar en ese momento, la que se encontraba sumerjida dentro del deseo y las miles de sensaciones desconocidas para ella, quería seguir sintiendo sus manos, su boca, pero sobre todo su lengua.
Los habilidosos dedos de kaname ya comenzaban a abrirse paso en los pantalones de Zero. Si Zero se lo permitía, se arrodillaría ante él como tantas veces Zero lo estuvo.
—Kaname —escucharon una voz masculina llamar a lo lejos, haciendo que kaname se detuviera. Su mirada, ahora un pozo sin fin de deseo y lujuria, se dirigió al rostro de Zero ansioso de más. Y claro que él le daría más, él lo complaceria de mil y un formas. Se acercó una vez más a aquel rostro que, para su sorpresa, abrió un poco más los labios. Sus alientos se rozaron, y cuando estuvieron a pinto de fundirse en un nuevo y demandante beso...
—Kaname —volvieron a escuchar, y el vampiro apretó la mano sobre la corteza del árbol.
—kaname— escucharon está vez más cerca.
El sangre pura apretó los dientes al mismo tiempo que se separaba de Zero, y sin que le dijera nada comenzó a alejarse de él.
El cuerpo de Kagome comenzó a temblar, no sabía si era por el frío que sentía, o por lo conmocionada que estaba.
—¿Qué ue quieres, Takuma? —preguntó un Kaname molesto.
—Lo siento, Yuuki y el director me dijeron que saliste a buscar a Zero.
—Si, pero no lo encontré —respondió el vampiro con urgencia de regresar a aquel árbol, a pesar de saber que no podía hacerlo, suspiró y centró toda su atención en Takuma—. Será mañana que hablé con él.
—El director me dijo que no ha caído en este año —comentó el vampiro mientras comenzaban su regreso a la casa del director.
—De todas formas, lo mantendré vigilado.
Los pasos de los vampiros comenzaron a alejarse cada vez más y Kagome se dejó caer al suelo, y cerró los ojos como esperando a que su mente asimilará lo que había ocurrido.
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El deseo que me llevó a ti (Inuyasha x Vampire Knigth)
RomanceUn mismo deseo, un mismo destino. Después de que Kagome viera a Inuyasha con Kikyo y Zero se enterara de que esos vampiros que tanto daño le causaron regresarían a la academia Cross, ambos piden un deseo, sin imaginar que este cambiará su mundo y lo...