Capítulo 25

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Le dolía la cabeza. Definitivamente tenía que encontrar la manera de deshacerse de ese vampiro que le estaba causando, tantos o más problemas que su "querida hermana". Junto a él caminaba Takuma, que al igual que Kaname estaba molesto. El ultimátum que Asato Ichijo estaba exigiendo y que había dejado claro, era ridículo. Kaname tenía dos opciones; entregar el fragmento de la perla de Shikon o el anhelado heredero sangre pura que todos deseaban ya ver. Lo que no entendía ninguno de los dos era ¿Cómo demonios se habían enterado de la preciada joya?

Los pasos de Kaname se detuvieron tan abruptamente que Takuma, tan sumergido en sus pensamientos, chocó contra la espalda de su rey y amigo. La entrada a la lujosa mansión que fungía como dormitorios de la luna estaba a tan solo unos pasos, pero en la entrada, el cuerpo que Kaname bien conocía y que tanto anhelaba ver se interponía en su paso.

Él estaba consiente que ese cuerpo, aunque era de su tan amado cazador, no era en absoluto él, pero por más que quería evitarlo, no podía; esos ojos amatistas le hacían perder el aire.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Kaname, intentando no perder la compostura. Desde el día en que Zero le había dejado en claro que ya no significaba nada para él, ya no volvió a buscarlo; aunque la tortura que pasaba día a día era tan extenuante que por primera vez después de tantos siglos anhelo nuevamente ese letargo del que tan abruptamente fuese liberado.

—Necesito hablar contigo —habló Kagome, nerviosa ante lo que estaba a punto de hacer.

Kaname suspiro. Estaba tan cansado ya de todo que por un momento pensó en entregar el fragmento y llevarse a Yuuki con él a ese tan anhelado letargo. Pero Takuma, le había hecho ver las cosas.

"Mejor entrégale el fragmento a Yuuki, créeme con ella es menos peligroso que con mi abuelo", le habia dicho Takuma despues de salir de esa junta a la que Asato los convocó.

Él tenía razón. Si el fragmento caía en manos de asato...

—Pasa —respondió Kaname con un gesto hacia Takuma para que abriera la puerta. Necesitaba acabar con todo esto ya, desaparecer ese dichoso fragmento se convirtió en su mayor prioridad. Aunque la idea de estar cerca de ese cuerpo venía a complicarle las cosas, pero era su única esperanza, esa chica podía ser la única que lo podía ayudarlo a desaparecer el fragmento.

El frio y sombrío vestíbulo los recibió, y a pesar del estremecimiento de Kagome, Takuma la guio hacia las habitaciones de Kaname, el único lugar que era seguro para las orejas curiosas.

Un nuevo escalofrió recorrió el cuerpo de Kagome, no hace mucho había estado ahí, viendo unos ojos color carmín y una mano sobre su cuello. Respiró hondo y se preparó para la misión que se autoimpuso. Kaname paso a su lado, hacia el escritorio donde descansaba un tablero de ajedrez. Tomó una pieza, y miro a Kagome a través de sus gruesas pestañas.

—¿De qué quieres hablar?

Kagome bajo la mirada, ¿por dónde empezar?

—Creo... creo que no te he dado las gracias por lo que hiciste con mis amigas.

Kaname levanto una ceja.

—Te atreviste a entrar a la guarida de cientos de vampiros ¿para darme las gracias por algo que sucedió hace tiempo?

—No creo que sean cientos ¿o sí? —preguntó un poco asustada.

Kaname comenzó a reírse por debajo, un sonido rico y lleno de vida que confundió a Kagome.

—No, no son cientos, pero, aun así, es peligroso que entres a este lugar. ¿Acaso Kaien no te lo explico?

Kagome asintió despacio, esperando que Kaname no se diera cuenta de la mentira.

—Zero y Yagari no están, e Ichiru...

—¿por qué no vas al grano? —concluyó Kaname, divertido por las expresiones que la humana hacía, con el rostro de Zero.

—Necesito tu ayuda.

Kaname ladeo la cabeza, viendo a Kagome como un especie rompecabezas difícil de armar, y eso era raro pues Kaname había tenido una larga vida para armarlos todos sin excepción.

—¿Puedo saber para que necesitas de mi ayuda? —preguntó Kaname después de incomodo silencio.

—¿Puedes entrenarme?

La pieza cayó de su mano. ¿Qué demonios...?

—¿Entrenarte?

Kagome asintió despacio y sin apartar la mirada de los ojos color borgoña.

—Y según tú, ¿en qué puedo entrenarte?

—Me explicaron que ustedes los vampiros saben pelear, Yagari y Zero no están....

—¿Y pretendes que yo lo haga?

Kagome bajo la mirada, intimidada ante el tono filoso que Kaname usaba.

—No necesariamente tú, como dices, hay cientos de vampiros aquí.

—Y esos cientos de vampiros odian a los cazadores, y si no te has dado cuenta, estás en el cuerpo de uno.

Kagome entendió, no podía hacer nada hasta que Zero y Yagari regresaran; su única oportunidad de volverse fuerte se convirtió en un rotundo fracaso.

—Entiendo —dijo, intentando ocultar la decepción y la tristeza que sentía—. Disculpa si te molesté, pero... es solo que ya me cansé de ser tan débil, de esperar que otros me ayuden, que me protejan.

Kaname abrió los ojos como platos, al mismo tiempo que veía como Kagome comenzaba a dar la vuelta para irse. No supo si era por el shock de oír a su cazador tan vulnerable, pero cuando se dio cuenta ya tenía sujetando el brazo contrario para evitar que se fuera.

Kagome sorprendida volteo a verlo.

—Quien sea que te allá dicho eso es un imbécil, porque créeme, no eres debil. No cualquiera entra a la guarida de cientos de vampiros, exponiéndose a ser su cena como lo has hecho tú.

Kagome se sorprendió aún más por las palabras que aquel vampiro le decía, el único que  creía que no era débil. Bajo la mirada hacia la mano que la sujetaba, aunque ese gesto era gentil necesitaba con urgencia apartar la mirada de esos ojos que la veían fijamente.

—Lo siento —dijo Kaname soltando a la chica. Una inhalación profunda llenó de aire sus pulmones—. No soy el adecuado para entrenarte. Sí, es cierto que sabemos luchar, pero esa lucha no se compara a la que Zero o cualquier otro cazador podría...

—No importa... —interrumpió Kagome— solo ya no quiero quedarme atrás viendo como otros luchan y yo.... no hago nada.

El espacio tan corto que los separaba permitió que Kaname pudiera llenar sus fosas nasales con el dulce aroma de la humana. Poco después, a sus ojos llegó la imagen de la chica que el alma de Zero ocupaba. Su rosto era diferente, había una luz irradiando de ella que le recordaba a esas lamparillas especiales para los mosquitos: tan hermosa y letal.

—Bien —dijo aun hipnotizado— veré quien puede entrenarte, cuando lo tenga enviare a Takuma a buscarte.

Kagome sonrió aturdiendo más al vampiro.

—Gracias —respondió Kagome incapaz de ocultar su emoción.

cuando Kagome salió de la habitación acompañada de Takuma Kaname soltó el aire que había estado reprimiendo.

"¿Qué fue eso?" se preguntó el vampiro incapaz de reprimir el temblor en sus manos.

El deseo que me llevó a ti (Inuyasha x Vampire Knigth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora