capítulo 7

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Era Sengoku:
La mañana ya había llegado, el canto de las aves y el sonido de la naturaleza despertando, le permitió a Zero levantar la mirada al demonio que estaba frente a él.
Por fin había terminado de contarle todo sobre él, desde su infancia relativamente feliz, hasta el momento que su vida se había ido al infierno a causa de Kuran Kaname. Había omitido muchas cosa, como por ejemplo: ese amor que le había tenido, ( y que por desgracia todavía sentía), al igual que esas noches en las que se entregaba a él, no solamente en cuerpo, si no también en alma.
Para Zero el hablar tan abiertamente le quitó un peso que no sabía que cargaba, por primera vez, se sintió liberado de una forma que hasta el respirar se hizo mucho más fácil.
Zero se permitió ver el rostro del demonio que permanecía analizando toda la información obtenida, Zero no lo podía negar:  aquel demonio era una de las criaturas más hermosas que había visto, ni siquiera la belleza de los vampiros podía ser tan perfecta como la que ese ser tenía.
Sesshumaru lo miro de reojo al sentirse observado, Zero se sonrojo ante eso y enseguida volteo a cualquier lugar que evitará su mirada con esos ojos dorados.
—regresemos —dijo sesshumaru comenzando a caminar de regreso a dónde Inuyasha y sus amigos estaban.
Zero comenzó a seguirlo enseguida, con miedo a que les dijera a todos ahí lo que le había dicho.
—no les digas nada.
Sesshumaru se detuvo de golpe.
—¿por qué les diría algo? —pregunto fríamente el demonio.
Sin obtener respuesta Sesshumaru comenzó a caminar nuevamente.
Sango y Miroku habían Sido los primeros en despertar, ambos se habían sorprendido al no ver ni a Kagome ni a Inuyasha ahí, pero no les preocupo del todo, e incluso imaginaron que se habían escapado para estar un momento a solas, pero al ver a Kagome llegar con el gran Lord Sesshumaru los desconcertó en sobre medida.
Zero se limitó a preparar el desayuno, ignorando por completo las miradas de esos dos, que no disimulaban ni tantito la curiosidad que tenían.
Al poco rato Rin, Kohaku y Shipo despertaban atraídos por el delicioso aroma que percibían.

Siglo XXI:
Kagome no sabía que hacer, ni siquiera se había dado cuenta de cómo había llegado al templo donde vivía su familia; el estar recordando una y otra vez lo sucedido una noche antes le había incluso robado el sueño. Tal vez por eso es que desde muy temprano salió de aquella academia, según ella, para despejar su mente. El problema era que ahora estaba ahí, debatiéndose para subir los escalones y ver a su mamá, a Sota o a su abuelo. A cualquiera que viera sabía le traería la paz que en ese momento necesitaba.
Después de un rato se decidió, comenzó a subir los escalones, tenía tanto de no verlos que incluso se le formó un nudo en el estómago de lo nerviosa que estaba, pero de momento a otro se detuvo al recordar su aspecto, para enseguida descartar esa idea.
Ya era suficiente que su familia lidiara con dejarla ir a una era llena de criaturas sobre naturales, y llena de peligros, para que ahora también lidiaran con verla en un cuerpo que no era el suyo. Con un suspiro dio media vuelta y bajo los escalones que ya había subido.
Al bajar el último escalón la voz tan conocida de su pequeño hermano, la hizo voltear a su dirección.
En efecto, Sota comenzaba a bajar los escalones, listo para iniciar con sus actividades diarias.
Sota se detuvo frente a ella.
—¿viene a visitar el templo? —preguntó el niño.
Kagome al no saber que responder simplemente negó.
—solo pasaba por aquí —respondió con una sonrisa.
Sota asintió antes de despedirse y salir corriendo a dónde fuera que se marcharse.
Kagome simplemente se quedó ahí, observando la figura de su hermano hasta que este desapareció de su vista.

Era Sengoku:
El ambiente permanecía tenso desde que Inuyasha había regresado, pero no solo, si no en compañía de ni más ni menos que Kikyo.
Todos esperaban la reacción de Kagome, incluso, el mismo Inuyasha y Kikyo permanecían al pendiente de ella, pero para sorpresa de todos Kagome se veía sumamente tranquila, como si no le importará el que Kikyo estuviera ahí.
Sango, Miroku y los niños estaban alistándose para desayunar, sorprendidos de esas habilidades culinarias que Kagome nunca había mostrado hasta ese momento. Inuyasha y kikyo habían optado por alejarse un poco del grupo que todavía los veían con reproche, mientras  Rin y shipo intentaban aminorar el ambiente; sus risas y plática lo habían conseguido, aunque no del todo, pues Miroku y Sango de vez en cuando veían a Kagome con cierta cautela.
Por su parte Zero había intentado centrar toda su atención en el desayuno que había preparado, no lo había conseguido del todo, pues, algunos recuerdos y rostros se filtraban cada cierto tiempo. Sobre todo el de Kaname, que para sorpresa de Zero, el recordarlo no había sido tan dolorosos como en el pasado.
Sonrío ante eso, ante la falta de ese dolor que le había carcomido el pecho  por mucho tiempo, al recordar al sangre pura.
—amaneció de muy bien humor señorita Kagome —dijo Miroku.
Zero levantó la mirada para verlo, no se había dado cuenta de que lo estuviera observando y antes de que le pudiera responder, la presencia de Inuyasha junto a kikyo los obligo a ambos a voltear a verlos.
—vamos a regresar a la aldea de Kaede —anuncio Inuyasha.
Sango y Miroku se sorprendieron por eso, pues un día antes Inuyasha no había parado de recalcar que tenían que seguir con su camino para encontrar a Naraku.
—¿por qué? —preguntó Sango.
—Kikyo quiere ir a hablar con su hermana, además ya se acabó esa comida que trae Kagome, así ella puede regresar a su época para traer más.
Todos voltearon a ver a Kagome esperaban su reacción, pero está solo los observaba.
—¿no tiene nada que decir al respecto señorita Kagome? —preguntó Miroku.
Zero negó, ¿qué podía decir?
—¿ya podemos desayunar? —preguntó Shipo que hasta ese momento estaba jugando con Rin, ajeno a todo.
Zero asintió comenzando a servir.
Primero sirvió a los niños, después a Miroku, después a Sango, a Inuyasha y cuando le entregaba a Kikio esta lo miro con enojo.
—¿te burlas de mí?
Zero no entendió.
—no sabía que pudieras ser tan cruel —reprochó Inuyasha.
Zero que seguía sin entender desvió su mirada, molesto ante la actitud de ese sujeto. Enseguida vio a Sesshumaru sentado y recargado en uno de los arboles, alejado de todos.
Sin decir nada se levantó y camino hacia él, dejando atrás a todos “sus amigos”
—¿que quiere una humana tan insignificante? —preguntó un pequeño demonio color verde.
—Yaken —lo reprendió Sesshumaru.
Zero no sabía porque es que había ido con él; al bajar su mirada y ver el plato de comida se lo ofreció.
—el señor Sesshumaru no come comida de humanos —dijo Yaken molesto.
—Yaken, déjanos —ordenó Sesshumaru.
El pequeño demonio se sorprendió ante la orden pero al no poder desobedecer se alejo.
—¿deseas más sangre Kiryuu?
El escucharlo llamarlo como kaname siempre lo hacía, le revolvió el estómago. A pesar del tiempo que había estado con kaname, este jamás se digno a llamarlo por su nombre, y a él jamás le permitió llamarlo por el suyo.
—dime Zero, y no, no necesito de más sangre.
Zero sin pedir permiso se sentó junto a él.
—ni siquiera te he dado las gracias, si no hubiera sido por ti, tal vez hubiera colapsado.
—¿esos ataques son muy frecuentes?
Zero negó.
—no los había tenido desde hace un año, desde que… — Zero no se atrevió a terminar la frase.
—desde que cumpliste con la maldición de los gemelos malditos.
Zero volteo a verlo, sorprendido de que ese demonio le hubiera prestado más atención de lo que hubiera imaginado.
Zero asintió bajando la mirada con impotencia.
—¿cómo está tu cuello? —preguntó Zero después de un rato de silencio.
—sano rápido —se limito a responder el yokai.
Zero suspiro, impaciente de solo poder sacarle dos palabras a ese demonio.
—¿en verdad no comes? —preguntó intentando hacer plática.
Sesshumaru lo miro de reojo, después miro el plato aún humeante en el regazo del cuerpo de aquella mujer, y sin que pudiera evitarlo su estómago gruñó. No podía evitarlo, eso que tenía olía en verdad delicioso.
—ten, come—le dijo Zero ofreciéndole la comida.
Sesshumaru estiró su brazo, pero en vez de tomar el plato, tomó su muñeca acercándolo a él.
—yo te alimente en la noche, es justo que ahora tu me alimentes.
Zero se sorprendió ante lo escuchado, pero aquel demonio tenía razón, si no hubiera sido por él, lo más seguro era que hubiera colapsado, como había mencionado.
Zero asintió, y comenzó a alimentar al demonio frente a él.

Siglo XXI:
El camino de regreso ala academia Cross había Sido más largo de lo que Kagome había imaginado, pero para su sorpresa la caminata le había sentado bien.
Había logrado el objetivo de despejar su mente, objetivo que terminó haciéndose añicos al ver a Kaname , al parecer esperándola.
Kaname que permanecía recargado en la puerta de la casa del director, con los brazos cruzados y ojos cerrados, abrió estos al sentirse intrigado por la presencia del cazador.
Hasta ese momento no había notado que algo en su presencia era diferente, en ese momento no podía decir a ciencia cierta que, pero definitivamente se sentía como otra persona.
—necesitamos hablar —dijo Kaname separándose de la puerta donde había permanecido hasta entonces.
—sígueme —ordenó al momento que comenzaba a caminar hacia los dormitorios de la luna.
Kagome al no saber cómo negarse no le quedó más que seguirlo.
En completo silencio llegaron a su destino, kaname abrió las puertas de la gran mansión para que Zero pasara, para posteriormente guiarlo hacia sus habitaciones.
Kagome al ver a dónde habían llegado y al recordar lo sucedido una noche antes, no pudo evitar sentirse nerviosa e incómoda al mismo tiempo.
—me he enterado que no has tenido ataques durante este año.
Kagome se sorprendió ante la información nueva que había obtenido.
—me alegro de eso, pero entenderás que no puedo correr riesgos de tener a un nivel E descontrolado allá afuera, por lo que le he pedido al director que seas transferido a la clase nocturna, donde pueda vigilarte.
Kagome se sorprendió aún más: no entendía por qué tenían que vigilarla.
Por su parte, kaname estaba también sorprendido al no ver reacción alguna por parte del cazador, suspiró con frustración ante la falta de las emociones que bien conocía.
—¿no piensas decir nada?
Kagome solo bajo la mirada, claro que quería decir muchas cosas pero el decirlas solo revelaría que ella no era Zero.
La furia de kaname se desató, de un momento a otro ya se encontraba sujetando a Zero del cuello, la pared detrás de este se había hecho añicos por la enorme fuerza que había ejercido, solo para lograr que Zero lo viera con miedo. La sorpresa en kaname aumento, había esperado cualquier reacción de Zero, menos el miedo que esos ojos amatistas mostraba, obligando a Kaname a aflojar su agarré.
—se que me odias, y tienes todo el derecho de hacerlo pero…—kaname no pudo terminar la frase ya que la puerta de su habitación se había abierto para dejar ver a una yukki completamente alarmada.
—¿Kaname-nii que pasa?
Kaname soltó a Zero para ir con Yukki.
—no ocurre nada Yukki— le dijo en forma de consuelo.
Yukki solo asintió antes de salir de esa habitación.
—quería que te enteras de tu transferencia por mi. Era todo lo que tenía que habla contigo — anunció Kaname mientras mantenía abierta la puerta para que Zero pudiera salir.
Kagome entendió, y pese a su miedo salió de inmediato.

El deseo que me llevó a ti (Inuyasha x Vampire Knigth)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora