愛「55」

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━━━ ཹ։ El juicio de los enamorados

Le gustaría dormir, pero le resultaba imposible. Aún no se había acostado, estaba de pie mirando su cama, pero su cuerpo no quería meterse en ella.

Miró por la ventana y después a su teléfono, comprobando que era muy tarde como para estar despierto, teniendo en cuenta que debía levantarse temprano para ir a la gran bóveda del paraíso, allí donde se celebraría su último encuentro con los dioses y aquella realidad tan amada para él.

— Es hora de dormir, señor. — Renjun apareció por detrás, subiendo de un salto a su escritorio para después recostarse en el hueco de la ventana. Sobre su almohada. — Mañana estaremos ocupados, así que tiene que dormir. Buenas noches Yang Jeongin.  

El mortal se sentó en el colchón y miró la ventana, notando a Renjun y posteriormente la casita para pájaros. Juntó sus manos y agachó la cabeza. Tomó aire. — Renjun... ¿Puedes dormir esta noche en mi cama? Por favor. Te prometo que será la única vez... — Pidió al recostarse hacía atrás y mirar el techo.

El Dokkaebi giró su cabeza para verlo extrañado. — No me diga que está asustado todavía después de subir a las atracciones de la feria. — Jeongin se tapó hasta la nariz y asintió lentamente, haciéndole ojitos tiernos a Renjun.

Este suspiró y se bajó de su cama para ir a la de su amo y señor. — Usted le tiene miedo a las alturas y a volar. Yo sé que quería impresionar a la Señora Kyun Seol Jin, pero no puede hacer bobadas por amor. Quiérase un poco y vele por su seguridad. — Le sugirió con un tono de voz cansado, acomodándose a su lado. Se dio cuenta de que aquel lugar era mucho más cómodo, calentito y suave que su cama en la ventana. — Podría acostumbrarme a esto.— Cerró los ojos, y tan pronto como Jeongin se dio cuenta, Renjun ya había caído rendido. 

Dejó salir una sonrisa y bajó sus sábanas hasta su pecho. "Es sorprendente la facilidad con la que duerme, lo mucho que come y lo profundo que es su sueño, parece un niño pequeño." Pensó mientras pagaba su cabeza a la de Renjun. Cerró los ojos y se dejó llevar, siendo consciente de que su tiempo se estaba acabando, en unas horas estaría fuera de sí.

El alba llegó, dejando entrar los pequeños rayos de sol tras la última noche. Le daba pena que sus últimos momentos los había pasado durmiendo. Todo estaba echado, ese domingo, su historia iba a llegar a su final.

"Fue bonito mientras duró... Si el Jeongin del principio me estuviera viendo, pensaría que me he vuelto loco. Bueno, probablemente se me ha quedado un poco del caos y desorden que se vive en este mundo para mantener el nuestro en calma."

Se vistió, usando algo un poco más formal. Salió a desayunar, le dio un banquete de frutas y dulces a Renjun, encendió su teléfono móvil y revisó sus fotos. Recuerdos imborrables de París. Esperaba que Changjo le diera la oportunidad de volver a repetir la experiencia en el país francófono. Que al menos, sus memorias fueran sustituidas de forma orgánica y que tuvieran la misma esencia en la próxima vez que se encontraran. 

Antes de que sus abuelos pudieran decir algo, ya que se había levantado a primera hora aquel domingo, tomó la puerta para irse junto a Renjun. Al agarrar el pomo miró su anillo, pensando que era una pena no poder volver a llevarlo, porque le había ayudado mucho y además era demasiado bonito para no volver a llevarlo en su dedo meñique nunca más. 

— ¿A dónde vamos hoy tan temprano? — El Dokkabei había subido al cesto de la bicicleta.

— Al templo, hoy vamos a pie. — Lo tomó entre sus brazos y lo dejó arriba de su hombro,  el lugar que debía tener reservado para él. 

— Oh, pensé que se había acabado todo con la corte de la fortuna. — Comentó mirando la casa de enfrente. — ¿No estará JaeSan con la encantadora Maum en su casa? — Jeongin negó lentamente. 

𝐓𝐡𝐞 𝐋𝐨𝐯𝐞𝐥𝐲 𝐠𝐨𝐝𝐝𝐞𝐬𝐬 𝐨𝐟 𝐋𝐨𝐯𝐞〡 Yang JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora