El Cairo, Egipto.
Me sostengo de las piernas de mi tío, los músculos de los brazos me queman y las manos las tengo entumidas.
—Ochenta y ocho —sigue contando mientras da pautas de reputación— Ochenta y nueve.
—Espera… ya no puedo más —gimoteo pero me vuelve a levantar mientras sigue y sigue contando— por favor, solo dame un descanso —ahora sí se detiene, mi culo toca el frío piso y me suelto dejando salir una fuerte respiración.
—Date prisa —demanda y asiento dejándome caer acostada sobre el suelo.
Estoy aquí desde hace cuatro días y lo único que hago es entrenamiento físico y juntas empresariales.
«Un completo infierno»
Mío tío Grayson se va a beber agua y a golpear un poco el saco de boxeo, yo aún sigo recuperándome del desgastamiento físico.
—Oye ¿crees que después de acabar con mis labores pueda ir un rato a…
—No —me corta abruptamente.
—¡Pero ni siquiera sabes lo que había a decir!
—No me importa, mi respuesta sigue siendo no —demanda.
«Gruñón hasta más no poder»
—¿Por qué?
—Tu padre no te mando conmigo nada más por que sí, apuesto que esto es un castigo para ti y ahora yo me meteré muy bien en mi papel de mercenario —jadea a causa del entrenamiento.
Los músculos de su espalda ancha y brazos gruesos se mueven y se tensan con cada impacto contra el saco de boxeo. Grayson es alto y bronceado por el exquisito sol de Egipto, también posee ojos azules color cielo como mi padre y todos los Kendall a excepción de Anton que los tiene verdes como mi abuela. Su cabello es un poco chino pero no tanto como su gemelo, tiene barba y bigote no muy grande haciéndolo lucir guapo y demasiado imponente.
—Sinceramente no entiendo porque eres tan duro conmigo ¿no ves que solo tengo dieciocho añitos? Deberías de entenderme, tu a mi edad eras rebelde y nunca obedecías, mi padre y mis demás tíos igual, incluso el abuelo era así y Henry aún peor ¿Por qué yo no?
—Porque no y punto —suelto un pesado suspiro.
No hay remedio, me levanto abandonando el gimnasio y subo por un vaso de jugo.
Todos los empleados de aquí hablan árabe que por suerte yo sé hablarlo y comprenderlo.
Egipto me gusta, bueno, al menos en la zona en la que estamos. Salgo al jardín meditando un rato.
El resto de día me la paso en la computadora arreglando proyectos y actualizando contactos mientras mi tío trabaja desde casa.
«Que aburrido»
La noche cae, cenamos en silencio y vuelvo a tratar de pedir permiso para salir pero de nuevo me lo niega. Cansada de todo subo a mi alcoba odiando mi vida a lado de Grayson Kendall. Doy vueltas en la cama sin sueño alguno.
«¡Tengo que salir de aquí ya!»
Me visto con un diminuto vestido negro brilloso, ondulo mi cabello y me maquillo, agarro un pequeño bolso y me asomo por la puerta viendo el pasillo oscuro y solitario. Tomo entre mis manos un abrigo largo negro y unas zapatillas del mismo color.
Levanto la ventana y salgo sujetándome de la pared, es muy lisa y siento como mis manos cosquillean al ver la altura.
«Me conoce muy bien el maldito»
De repente lo veo muy alto así que me vuelvo a meter.
—Vamos, Tory. Tu no eres una perra débil que le tiene miedo a cuatro pisos de altura —cierro los ojos dándome ánimo en voz alta.
Me vuelvo a asomar y vuelvo a entrar.
—Bueno, la noche no se ve muy buena que digamos —me doy por vencida pero de pronto me imagino al mayor de los Kendall riéndose en mi cara— ¡el maldito quiere que me rinda! No lo dejaré ganar.
Salgo por el pasillo con las zapatillas en mano y unas calcetas puestas. Me escabullo hasta bajar a la primera planta pero las puertas tienen cerradura y alarma contra robos.
Me voy al cuarto de vinos donde enfrente esta el cuarto de armas o eso creo ya que así es mi casa.
Adivino encontrando una pequeña puerta de rejas en el cuarto de arma, se supone que está hecha en caso de terminar encerrado con explosivos.
Abro la pequeña puerta y me termino arrastrando como gusano saliendo cantando victoria.
Me voy por la sombra para no ser vista hasta el lado opuesto de la recámara de mi tío donde me salto la barda de dos metros y medio. Termino un poco raspada pero rápido me echo a corre a la avenida más cerca donde cojo un taxi que me deja en el antro más famoso de la ciudad.
Dejo mi abrigo encargado y entro como toda una diosa llamando la atención desde el primer momento. Pido una copa y los pretendientes no tardan en venir a mi.
—Hola, muñeca ¿eres de por aquí? —me pregunta un egipcio, a decir verdad se me hacen muy guapos ya que tienen cejas pobladas, ojos grandes y la barba les queda de maravilla— ¿Qué te parece si te invito un trago?
—Ya tengo uno —alzo mi copa sonriendo girando en mi asiento.
Es lógica, si los hombres ven que rechazas a otro hombre no tardarán en venir todos como perros con la intensión de que a ellos si les aceptes una copa. Matemáticas hijo.
Las chicas también se acercan a mi pero yo solo disfruto de la música sin dejar de supervisar mis tragos.
Un grupo de cinco amigas me invitan a bailar con ellas lo cual acepto, es más divertido así. Me voy con ellas a su mesa donde comparto mi noche con las lindas egipcias mientras sigo rechazando a los hombres.
Sigo saltando en la pista junto con las otras pero mi espalda se golpea contra un torso firme. No le doy importancia y sigo bailando pero cada vez me acorrala más.
—¿Qué te pasa, inepto? —volteo encarando al tipo pero el solo verlo hace que la borrachera se me baje— Ti…tío —le sonrío— ¿no estabas dormido?
—¿Y tu no estabas en la casa? —me pregunta molesto viéndome fijamente— vámonos —me toma del brazo jalándome.
—¡Óyeme no! —golpeo su mano pero no me suelta.
La vergüenza me invade al ver que todos nos ven mientras cuchichean cosas como:
“Que oso, su padre ha venido por ella, hahaha"
“Al parecer se le pasó su hora de dormir"
“¿Qué pasa? ¿A la niña de papi no la dejaron salir?”
Dejo de poner resistencia y ambos salimos a toda prisa pero me tropiezo cuando el tacón de mi zapatilla se atasca en una grieta rompiéndose.
—¡Rápido! —vuelve a jalarme haciendo que mi zapatilla se quede en la acera.
—¡Espera, me falta mi abrigo y mi calzado!
—No es mi jodido problema —me mete a las malas al auto deportivo con luces extravagantes— ¿Quién te crees que soy? ¡Yo no soy Damián!
Acelera de madrazo causando que me golpe contra la puerta.
—¡Carajo contigo, Tory! ¡No tengo ninguna necesidad de salir a las tres de la mañana a buscarte! —me grita.
—¡Pues solo mándame de regreso a Londres! —me coloco el cinturón de seguridad.
«Con este maníaco nuca se sabe»
—¡No hables cuando te estoy regañando! ¡No me hagas encerrarte en el sótano!
—Tú que me encierras en el sótano y yo que le prendo fuego a tu casa.
—¡Quiero que me hables de usted!
—¡Te hablaré de usted cuando te lo ganes! —mi enojo crece, pero papá tiene la culpa de todo.
Llegamos a la casa y me baja jaloneándome con brusquedad de nuevo.
—¡Si sé caminar, salvaje! —me molesto a tal punto de querer golpearlo pero me abstengo porque es mi tío.
Me ignora llevándome piso abajo.
—¡Espera, espera! —pido al saber su intención— ¡Ya, ya. Te hablaré de usted! —ruego llena de miedo pero me ignora.
—¡Te quedarás aquí hasta que aprendas a respetarme! —abre la puerta del sótano pero me aferro a él arañándolo.
«¡No quiero entrar ahí!»
—¡Por favor no. Odio los sótanos! —pido con los ojos cristalinos.
Nuestros ojos conectan pero aún así no tiene piedad de mi y me arroja cerrando rápido la puerta con llave.
—¡Abre, juro que me portare bien pero por favor abre la puerta! —golpeo el metal ya con las lágrimas recorriendo mis mejillas.
«Esto me trae muy malos recuerdos»
Todo está oscuro y no hay un apagador, sigo pidiendo ayuda pero nadie viene. Me dejo caer pegando mis rodillas a mi pecho cerrando fuertemente los ojos.
«No lo pienses, no lo pienses»
Imágenes de Agatha amarrada a una silla desplomada sin vida llegan a mi, golpeo mi cabeza contra mis rodillas para alejar esos pensamientos pero son tan intensos que incluso siento el olor a putrefacción.
—No es real, no es real —sigo en mi misma pose pero el cuerpo comienza a temblarme a horrores.
—¡Dispara! —Jackson me obliga a agarrar la pistola pero me niego a hacerlo.
—Dispara —repite El Grande encañonándome el la sien— Tú o ella. Decides —suelta un aro de humo que me hace toser.
—¡Tory, no lo hagas! —suplica mi pequeña amiga. Ambas estamos llorando, su amistad ha sido muy valiosa para mí.
«Es momento de despedirnos»
—Lo siento mucho, Agatha. Gracias por todo —sonrío con tristeza apuntándole.
—¡¡¡NOOO!!! —grita. El ruso mayor sonríe con satisfacción pero rápido llevo el arma apuntándome a mi disparando pero Jackson velozmente desvía el arma antes de darme a mi dándole a El Grande rosándole el cuello.
—¡Lo siento! —Jackson corre a él ayudándolo.
Aprovecho la situación escabulléndome tomando el arma, le apunto a Jackson pero unos disparos rebotan en el piso, rápido me coloco atrás de una columna. Levka me dispara pero yo igual hago lo mismo.
El sótano donde estamos está muy oscuro y enredado, no puedo dejar sola a Agatha. Los rusos comienzan a cazarme pero soy ágil a la hora de enfrentarlos sin dejar de llorar. Tengo mucho miedo y pánico.
—Tory —me llama Jackson a mis espaldas y volteo disparándole tres veces.
—No, no, no —susurro al ver que le he disparado a mi amiga.
—Agatha —la mueve entre sus brazos y sonríe al ver que va perdiendo fuerza— oh ¿qué es esto? —pasea el arma sobre los orificios que están distribuidos sobre su torso llenándola de sangre. Se lleva el arma a la boca saboreándola— Deliciosa.
Me desplomo en el suelo dejando caer el arma viendo como mi amiga resbala de los brazos de Jackson y también viendo como la vida se le escapa de los ojos.
—To…Tory —murmulla antes de caer por completo.
Me araño los brazos y golpeo mi cabeza contra la pared llorando con fuerza.
—Yo la maté. Yo la maté —el cuerpo me suda y mis uñas no dejan de enterrarse contra mi piel lastimándome— Yo la maté. Yo la maté…
Me hago bolita sin dejar de lastimarme. La escena se repite una y otra y otra vez en mi cabeza por el resto de la noche encerrada en este sótano oscuro con olor a muerte.
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KRIPTONITA
De TodoVen y descubre lo peor de la Monarquía, Mafias, Familias, Amistad y Amores unidas por un terrible pasado. Tory Kendall y Andrea Cooper te mostrarán el camino. Dos chicas completamente diferentes pero con algo en común: ellas tienen el poder de hace...