CAPÍTULO 40

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TORY

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TORY.
 

Llego el fin de semana y con ello la fiesta de gala.
 
—Sujétese fuerte —pide la mucama que me aprieta el corset.
 
Jadeo con cada estirón que da dejándome una cintura envidiable.
 
—¿Podrías colocarme más maquillaje? —pido señalando mi frente.
 
Amanecí con un maldito golpe y no sé cómo diablos pasó, Nick y Andrea no sabían nada y lo peor de todo es que me dejo la piel morada.
 
—Por supuesto —se apresura a atenderme.
 
Me doy una última mirada en el espejo de cuerpo completo.
 
«Fabulosa»
 
Sonrío al verme tan glamurosa, mi vestido azul de noche es estupendo, hay una abertura que deja ver parte de mi muslo.
 
Bajo las escaleras encontrando a mi padre y mi madre, los tres abordamos la camioneta que nos lleva hasta el Centro de Convenciones Kendall.
 
—Muchas felicidades, Lady Kendall —me felicita un general ruso— no cualquiera puede ganar el primer lugar en un examen tan complejo —sonrío con cortesía, su acompañante y más hombres me miran encantados. Llevo una maldita hora socializando.
 
Todo está preparado para el atraco de hoy. Los Maksimov no se salvarán esta noche.
 
—Muchas gracias —paseo la vista por todos y cada uno de ellos— hice mi mayor esfuerzo.
 
—Para nada, todos aquí sabemos que los Kendall siempre han sido los mejores en todo —opina otro hombre llamando mi atención— su hermano, su padre, sus tíos he incluso su abuelo y demás, siempre han recibido este premio —agrega, todos asienten de acuerdo con el susodicho—. Me gustaría mucho que forme parte de la central de Alemania —me invita, en toda la noche he tenido este tipo de propuestas de personas con cargos importantes invitándome a formar parte de sus ejércitos.
 
—Muchas gracias pero…
 
—Eh, eh —me corta— antes de que responda por favor piénselo.
 
—De acuerdo —miento.
 
Un mesero se acerca con una charola con copas de champagne donde tomo una.
 
Las mujeres y los hombres carcajean con mis anécdotas que no tienen nada de gracia pero ellos fingen que sí.
 
«Lamebotas»
 
Siempre estoy rodeada por gente así, no importa donde esté; nunca dejarán de adular y aclamarme como si fueran a obtener algún beneficio a cambio.
 
Una hora después me sigo viendo rodeada de gente elegante que no puede ser más hipócrita de lo que ya es. Trato de huir pero enseguida de que salgo de un grupo de personas otro nuevo me envuelve vanagloriando mi atuendo, peinado y talento.
 
«Como si no lo supiera ya»
 
Observo a Nick al otro lado del salón principal; él igual está siendo empalagado por la sociedad, sonrío internamente al notar su malestar, sus facciones no mienten indicando que esta molesto.
 
Andrea, Fanny, Trevor y Luigi están en las mismas al igual que los demás escuadros que salieron con éxito en sus misiones, el primer ministro junto con los otros ministros del país están reunidos en el jardín fumando un poco mientras sus esposas se encuentran en la parte de adentro riendo y cuchichiando entre ellas presumiendo quien trae el más costoso atuendo.
 
«La sociedad si que apesta»
 
Henry bebe un poco en la barra con sus viejos amigos de Inglaterra, todos quieren tener su atención pero él se muestra sereno e indiferente.
 
La orquesta empieza a tocar, los meseros se ven apurados trayendo comida, bebidas y demás, comienzo a fastidiarme y las risas falsas de la gente no ayuda a mi humor.
 
—Con permiso —pido atravesando el pequeño grupo que me rodea.
 
—Muy bella fiesta, la felicito —se acercan tres mujeres meneando con elegancia sus abanicos.
 
—Oh, gracias —las miro a las tres, no pasan de los veinte y su adoración cuando me ven es notable.
 
—Escuchamos unos rumores de que usted y el señor Nick están saliendo ¿es cierto? —se atreve a preguntar una de las chicas.
 
—Para nada, el señor Jefferson y yo solo somos amigos —respondo tranquila.
 
—Uff —sonríen— no es que no se vean lindos uno a lado del otro pero eso significa que hay más posibilidades para nosotras —la rubia voltea a ver a sus dos amigas que asienten de acuerdo.
 
—Muy bien.
 
Mi vista se pasea por el lugar encontrándome con el señor Charles.
 
—Si me disculpan —no espero la respuesta cuando ya me encuentro caminando rápidamente hacia el pelinegro de barba definida— ¡Señor Charles! —llamo su atención.
 
Al momento de verme me sonríe, yo igual lo hago.
 
—Tory —besa mis dos mejillas antes de basar mi mano— me he enterado en la mañana que ganaste el premio a mejor puntaje del área del conocimiento, te felicito —pueden llamarme mensa e incluso estúpida pero todos los halagos y felicitaciones que he recibido la noche de hoy no son nada a comparación de lo que me hacen sentir esas palabras viniendo de él— lo tienes más que merecido —su sonrisa se ensancha y mis ojos se iluminan.
 
«Tal vez es hora de dejar a un lado los malos entendidos y regresar a lo de antes»
 
—Lo espero en la quinta habitación del lado este —hablo por lo bajo para que solo él pueda escuchar— te espero —paso a su lado sin voltear a verlo de nuevo, me tomo una última copa con unos colegas y subo por la parte trasera al lugar acordado.
 
Llego a la habitación; es una tipo suite con bar propio y sala de juegos.
 
—Quiero ginebra —le ordeno a la chica que esta atrás de la barra, recibo mi vaso y lo tomo de un solo golpe donde me raspa la garganta.
 
—Tory —entra John, lo tomo del cuello besándolo con deleite, miro a la chica indicando que salga— ¿Estas muy traviesa hoy, cierto? —una sonrisa coqueta se asoma en sus labios.
 
«Es tan guapo»
 
Su mano se apodera de mi nuca con posesividad.
 
—¿Quieres que papi te castigue por ser una niña traviesa? —me caliento con sus palabras haciendo que asienta de inmediato— Te has portado muy mal… debemos de remediar eso.
 
Me lleva contra la barra donde muerde mi cuello, arrasa con todo lo que está sobre la madera levantándome para ponerme sobre la barra.
 
—Te castigaré por ser desobediente —gruñe y escucho como se desabrocha el pantalón, lo agarro del cuello para poder besarlo pero rápidamente detiene mis manos atándolas con su cinturón para que no lo toque— eres una niña mala —me levanta el vestido despojándome de mis bragas empapadas, las toma con una sola mano llevándoselas al rostro para aspirar profundamente— tan dulce —musita, me humedezco más.
 
Mi cuerpo está extendido sobre la barra con los brazos arriba de mi cabeza, me somete por completo cuando se mete entre mis piernas las cuales rápido se enrollan a su alrededor.
 
—A papi no le gusta que hagas berrinches —me regaña al mismo tiempo que da una embestida veloz y certera que me pone a chillar.
 
—¡¡¡Aahh!!!
 
—No deberías tentarme, pequeña —sigue con sus regaños y las feroces embestidas.
 
Cierro fuertemente los párpados chillando y jadeando, mi cuerpo se mueve de arriba abajo sobre la madera, quiero desatarme las manos pero fallo cada vez que lo intento lastimándome las muñecas.
 
—John —chillo pero él sigue torturándome mordiendo con cautela mis tetas sobre la tela del vestido.
 
—Nada de súplicas, no servirán de nada esta vez —gruñe siguiendo con sus empellones que me hacen delirar con la rica sensación que te brinda el sexo.
 
Me quejo por lo bajo, chillo aún más cuando su pulgar entra en contacto directo con mi clítoris.
 
«No resistiré mucho»
 
—Chica mala —acelera sus movimientos tomándome fuerte de las caderas zangoloteándome en el camino.
 
—¡¡¡Papi!!! —grito al no resistir un segundo más bañándolo con mis fluidos los cuales se mezclan con los suyos.
 
—No te di permiso de correrte —me regaña sin dejar de penetrarme ahora con menos intensidad.
 
No respondo disfrutando de la sensación que me brinda el orgasmo, me espero unos pocos minutos para poder recomponerme y bajarme de la barra.
 
—¿Me liberas? —le sonrío con infantilismo pero me mira no muy convencido— anda, ¿si, papi? —doy un par de pestañeos haciéndolo caer en mi encanto.
 
Me toma de la barbilla dándome un largo beso donde nuestras lenguas exploran nuestras bocas mutuamente. Desabrocha el cinturón y lo quita liberando mis manos entumecidas.
 
—Oh, amor, te lastimaste —me mima dando pequeños besos sobre las marcas rojas que se han formado en mi piel— Ya, ya, papi está aquí para aliviar tu dolor —sonrío cuando vuelve a besarme, meto mis manos en sus bolsillos hallando mis bragas que rápido se las quito— no, cariño, eso es mío.
 
—Las necesito —protesto colocándomelas— prometo recompensarte —lo abrazo hundiendo mi cara en su pecho—. Te quiero —susurro logrando que emita una tierra risita.
 
—¿Tory Kendall mostrando afecto hacia un hombre? —se burla con juguetería— me siento muy dichoso de ser yo ese hombre… —besa mi frente con delicadeza para después verme a los ojos— te amo, cariño.
 
Sonrío ante sus palabras que me alimentan el ego, acuna mi cara entre sus manos para besarme la nariz y después los labios.
 
—Tenemos que bajar, mi padre ha de estar buscándome —asiente sin dejar de besarme.
 
—Andando —aprieta mi nalga y juntos salimos al pasillo abandonado— yo iré de este lado, tu ve por allá —señala el pasillo de la derecha.
 
—De acuerdo —me despido de él siguiendo como si nada hubiera pasado.
 
Llego a la planta principal del Centro de Convenciones Kendall, todo sigue tal cual estaba antes de ir a follar, papá me llama desde su puesto cerca de las escaleras doble.
 
—¿Pasa algo, daddy?
 
—Te estuve buscando desde hace rato ¿dónde estabas? —su mirada se endurece.
 
—Primer ministro, linda fiesta —lo saluda un matrimonio.
 
—Lo es, sí —la pareja sonríe con la respuesta de mi padre, se despiden y se van— sigo esperando.
 
—Lo siento, estaba por ahí —tomo un vaso de whisky que nos ofrece un mesero antes de beberlo despacio— ¿necesitabas algo?
 
—Jareth está aquí —sonrío ante esa gran noticia.
 
—¿De verdad? ¿El tío Jareth está aquí? —sonrío aún más, hace tiempo que no veo a ese soltero empedernido.
 
—Se quedará por un tiempo, sea lo que sea no quiero que estés mucho tiempo con él —me mira, mi ceño se frunce ante su petición.
 
—¿Por qué no quieres que pase tiempo con mi tío?
 
—Sabes cómo es él, no quiero que te veas envuelta en su vida llena de excesivos, no ahora que estás en etapa de evaluaciones, es muy importante que tengas una imagen pulcra si quieres entrar a la central de Francia.
 
—Henry no entró con los mejores antecedentes que digamos…
 
—Henry es aparte, no quiero que seas igual que él —sus facciones se suavizan— Tory, eres mi hija y heredera de los Kendall, Henry es un maldito rufián indomable que todo mundo detesta, se mantiene aislado de su familia y amigos… no quiero lo mismo para ti… no quiero que te alejes de mi —asiento comprendiendo sus palabras— Jareth es otro idiota que no le importa nadie más que él, así que ya está dicho.
 
—Muy bien —acepto, tiene razón, son tiempos de evaluaciones y debo dar todo de mi si quiero un lugar asegurado en la madre de la Interpol.
 
—Vamos con tu madre —su mano se posa en mi espalda baja guiándome hasta donde está mamá con un par de amigas; las gemelas Spencer, mujeres involucradas en la política como casi todos los que están presentes aquí, las dos están casadas, aunque Melisa es la que se casa y se divorcia a cada nada con viejos ricos… dándose una vida de lujo.
 
—Amelia, Melisa, que gusto verlas por aquí —las saluda mi padre tomando asiento a un lado de mi madre, yo hago lo mismo.
 
—El gusto es todo nuestro —responde la pelicorto de Amelia— muchas gracias por invitarnos.
 
—No hay nada que agradecer —mi padre detona poder y elegancia con cada palabra que dice— ¿Cómo están Fabián y Steve?
 
—Ellos están bien —responde Melisa contándonos más sobre sus parejas.
 
Soy ajena a la conversación, a pesar de que escucho todo no logro entender el porqué de tanta gravedad, presumen sus matrimonios como si fueran los más perfectos del mundo, para nadie es secreto que Steve; el esposo de Melisa la engaña con una mujer francesa mucho más joven que ella. Mamá también platica amenamente con ellas aún sabiendo que el año pasado Amelia intentó ligarse a mi padre ¡al esposo de su “amiga"! ¡y mi madre aún así le habla! Si yo fuera ella le hubiera roto la cara ¡nadie se mete con mi hombre!
 
Mi atención se va hasta John que está acompañado de Henry que le están ordenando algo a mi guardaespaldas Tony.
 
“Te amo, cariño"
 
Sus palabras se repiten en mi cabeza haciéndome sonreír, es extraño, siempre he escuchado “te amos” por parte de infinidad de chicos pero ninguno se siento como el de él, el de él es muy diferente, no se siente vacío ni hostigoso… más bien se siente cálido y reconfortante. Ambos hombres voltean a verme, Henry sigue hablando y John me sonríe antes de darle unas palmaditas al pelinegro e irse con otro grupo de personas.
 
Me disculpo y salgo a la terraza a fumar un poco, siento los pasos de mi hermano atrás de mi.
 
—¿Gustas? —le extiendo mi mano donde recibe el cigarrillo.
 
—Si te apresuras a hacer las pruebas puedo mover algunos papeles e integrarte en el ejército francés —ofrece recargándose en los barrotes de cemento— entre más pronto mejor, así te liberas de nuestros padres y puedes hacer una vida lejos de sus ordenes y demandas.
 
—¿Sabias que papá te considera una mala influencia para mí? —me rio.
 
—¿Lo soy? —asiento poniéndolo a sonreír— tal vez, pero yo no dejaré que te pase nada, eres mi hermana pequeña, le romperé la cara a cualquiera que intente tocarte un mísero pelo.
 
—¿Es tu forma de decir que me quieres? —sonrío poniéndome de espaldas para poder ver la fiesta que hay adentro— no estoy segura de querer apresurar las cosas, quiero vivir un poco más mi vida de universitaria —Trevor y Andrea bailan en la pista mientras Luigi y Fanny acompañan a sus padres en sus respectivas mesas.
 
—Me voy —se acerca a besar mi frente— Jareth está en el club Engel, supongo que le haré compañía un rato —asiento quedándome con las ganas de ir a ese club privado que posee lo mejor de lo mejor.
 
—Diviértete —me despido de él.
 
Vuelvo a entrar en la fiesta volviendo al calvario de tener que soportar gente que no deja de aludirme a cada nada.
 
 

***

 

 
¡Escuadrón cobra repórtese!
 
—¡Listos para el atraco! —contestamos todos al teniente.
 
La casa de los Maksimov esta rodeada por completo por policías armados.
 
—¡Entren!
 
Encabezo al escuadrón, entramos todos derribando la puerta de una sola patada. Nos dispersamos por el lugar con linternas alumbrando un poco el lugar.
 
—¡Ah! —gritan causando que disparamos.
 
—¡Todo el mundo al suelo, al que se le ocurra pararse come plomo! —demando y la casa entera queda llena de los escuadrones que le apuntan a la familia que obedece.
 
—No son ellos —Andrea llega a mi quitándose el caso— ¡Busquen a los rusos!
 
Todos nos ponemos en marcha revisando la casa de pies a cabeza deshaciendo todo a nuestro paso.
 
«No hay nada»
 
Revisamos cada maldito lugar pero no hay rastro de ellos.
 
—¡¿Qué rayos pasa, sargento?! —me grita el teniente al mando— ¡Usted me prometió a unos malditos rusos dueños de la Bratva pero no hay nada!
 
Me quedo viendo a mi alrededor. Solo es una maldita familia inglesa asustada, dos heridos y un muerto.
 
—Yo… —me quedo sin argumentos.
 
Las brigadas se molestan, es un atraco sin sentido alguno.
 
—¡Esto no es un juego sargento! —me reprende dejándome ver como una novata— ¡Limpien todo y larguémonos!
 
—Juro que estaban aquí —Andrea llega pero igual es reprendida por el teniente.
 
—¡Esto le costará! —me grita de nuevo el vejestorio antes de desaparecer.
 
—¡Busquen evidencia, revisen cada maldito centímetro cúbico y derriben la casa si es necesario! —les ordeno a las brigadas.
 
Me quito el uniforme.
 
«He quedado como una estúpida»
 
 

 «He quedado como una estúpida»  

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