CAPÍTULO 29

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ANDREA

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ANDREA.
 

Solo falta una hora, una hora para que pueda irme a casa y poder dormir aunque sea unas cuantas horas, ya no aguanto el cuerpo y la cabeza me duele como nunca. El recuerdo del hombre muerto no abandona mi mente, cada que pienso en como cayó y como su cabeza se quebró, un horrible escalofrío recorre mi piel.
 
«Por favor que esto acabe pronto»
 
—Todo tiene que salir perfecto —repite Nick viéndonos a todos y cada uno de nosotros—. Dentro de veinticuatro horas se juntarán grandes cabecillas de la mafia rusa y posiblemente Shadow también se una. No sabemos quién es así que debemos de atrapar a todos los que estén —comienza a pasearse frente a nosotros luciendo muy profesional— descansen soldados que mañana los necesito dando el doscientos porciento —demanda.
 
—¡Sí mi sargento! —alzamos la voz todos.
 
—Pueden retirarse —acatamos la orden y salimos de la sala de juntas.
 
Todos estamos muy cansados, esta semana fue muy agotadora, tanto en el club subterráneo como en la central.
 
—Descansa.
 
—Igual tú —se despide Trevor de mi con una sonrisa en los labios, es un chico lindo pero muy coqueto.
 
Entro a mi dormitorio junto con Fanny y me dejo caer en el colchón semi duro, cierro los ojos por un momento pero los recuerdos me invaden, mis manos se aferran a las sabanas queriendo mermar la amarga sensación.
 
—Ya, ya, déjalo salir —me acaricia mi espalda suavemente dándome un poco de calor— desahógate, no te juzgare —a veces pienso que Fanny es un lindo angelito.
 
—Gracias —la miro desde mi posición boca abajo, su sonrisa blanca ilumina la habitación— me siento mejor.
 
—Cualquier cosa solo despiértame —asiento y veo como se encamina a su cama ya con la pijama puesta.
 
Una… dos… tres horas más y el sueño no llega, solo doy vueltas en la cama sin acomodarme en ninguna posición. Enciendo el teléfono tratando de ver nuevas noticias pero los ojos me pesan.
 
«¡¿Por qué no puedo dormir?!»
 
Trato de engañar a mi mente empezando a recordar momentos felices; los viajes familiares, mis amigos del secundario, mi nueva vida en Inglaterra, a Tory y su glamurosa vida y de pronto la facciones masculinas de Nick invaden todos mis pensamientos; su cuerpo esculpido, su barba que me raspa como lija cada vez que esta en contacto con mi cuerpo. Mis piernas se aprietan involuntariamente, un sentimiento agradable me consume. Los ojos grises de ese pelinegro son otra historia, no tienen expresión alguna pero cuando estamos a solas, es como si solo me contemplara a mi, solos nosotros dos…
 
 

***
 


 
22 de diciembre. Día de la emboscada.
 
—¡Despierta! —un empujón me hace voltear pero me niego a abrir los ojos— Andy, no es momento para hacer pucheros —me zangolotean sin piedad.
 
—¿Por qué tanta prisa?, creí que era nuestra mañana libre —respondo adormecida.
 
—Prepárate, hoy es el día del atraco, Nick está reuniendo a todos en el patio trasero —responde apurada colocándose las botas.
 
Me levanto a la velocidad de un rayo y salgo disparada al baño donde me aseo para después colocarme el uniforme de la milicia.
 
Las horas pasan y me sigo preparando al igual que los chicos. Visualizo a un equipo de SWAT que también se prepara para el atraco, es una unidad de policías de élite incorporado en varias fuerzas de seguridad. Sus miembros están entrenados para llevar a cabo operaciones de alto riesgo que quedan fuera de las capacidades de los oficiales regulares, como el rescate de rehenes, la lucha contra el terrorismo y operaciones contra delincuentes fuertemente armados, serán muy importantes para nuestra misión.
 
Nick da órdenes como loco, no hemos tenido tiempo de vernos estos últimos días, no quiero admitirlo pero lo extraño mucho
 
—¡Andrea, concéntrate! —me regaña enfrente de todos para seguir con los demás.
 
Me lanza miradas desaprobatorias de vez en vez como si estuviera leyendo mis pensamientos, trato de concentrarme memorizándome los planos que hay en la enorme mesa de metal mientras pulo mis armas.
 
Tengo mucho miedo, hoy es el gran día donde por fin atraparemos al hombre misterioso que nunca nadie ha visto antes y la idea me aterra.
 
«¿Y si falló? ¿Qué pasa si todo sale mal por mi culpa? ¿Nick me lo perdonaría?»
 
Niego mentalizándome que todo saldrá bien y que por fin podremos arrestar a uno de los hombres más buscados en todo el planeta.
 
—¡El tiempo corre! ¡todos a los vehículos! —demanda el enojón de Nick y me monto a una camioneta donde se unen más policías.
 
—Tranquila, todo saldrá bien, para esto te entrenaste todos estos meses —me alienta Fanny llenándome de valor— solo piensa en el arduo entendimiento que tuviste, las prácticas, las caídas y golpes que eso es lo que te hace más fuerte con cada derrota —asiento.
 
Todos aquí estamos con nuestro equipo de protección que nos tiene todos de negro y apenas se nos ven los ojos.
 
Llegamos en cuestión de minutos, bajo enseguida siguiendo las órdenes previas y me coloco estratégicamente sobre un pequeño edificio, saco el rifle de francotirador y lo armo en segundos teniendo varios flancos en la mira a través del binocular, entre ellos veo a los gemelos que casi siempre iban al club acompañado del ruso atemorizante.
 
—Francotirador 1 en posición mi sargento, 700 metros con objetivo en la mira —se escucha una voz varonil al otro lado de la línea.
 
—Francotirador 2 en posición mi sargento, 900 metros con el objetivo en la mira —ahora responde una señora con seguridad.
 
«Mi turno»
 
—Francotirador 3 en posición con objetivo en la mira mi sargento a 200 metros del objetivo —respondo con seguridad según yo.
 
—¿Qué mierda haces de francotirador, Andrea? —me reprocha Nick al otro lado de la línea— ¡Tú entras por la parte de atrás con el equipo omega! —sus gritos empeoran e inmediatamente recojo todo.
 
—¡Si mi sargento!
 
«Primera emboscada y ya lo eché a perder haciendo el ridículo frente a todos estos profesionales»
 
Me doy una cachetada mental y sigo como si nada hasta llegar con el escuadrón cobra que ni me mira cuando paso por ellos.
 
—¿Qué tanto tienes en la cabeza? —me enfrenta Nick— Dime si estás lista para esto si no agarra tus cosas y lárgate que lo que menos quiero aquí es gente que no me de el cien por ciento —su mirada gris se oscurece intimidándome.
 
—Estoy lista —respondo firme.
 
No deja de verme y sus fosas nasales se ensanchan con cada respiración que hace.
 
—¡Mueve el culo y ve a tu puesto! —asiento, entraré con el equipo de SWAT, se ríen de mi pero trato de no darle importancia y tomo una ametralladora ligera.
 
—¡Equipo alfa a sus puestos! —demanda y el escuadrón cobra obedece.
 
«¿Por qué yo no estoy en el equipo alfa? ¡Se supone que somos del mismo equipo!»
 
Mi enojo crece, me siento tan excluida pero no da tiempo para quejas cuando todos ya estamos en nuestros puestos esperando la orden para tomar el lugar.
 
—Reportes —exige el ojigris.
 
—Francotirador 1 reportándose, la reunión está empezando, varios tráilers con logos de empresas están entrando al lugar —responde un hombre— los sensores detectan calor indicando que lo que traen es gente.
 
—Francotirador 4 reportándose, son alrededor de diez cabecillas, cuarenta hombres los respaldan con armamento pesado en los puntos claves del club —la voz de este suena más joven pero aún así no deja de ser formal.
 
Quiero morderme las uñas pero las manos enguantadas me lo impide.
 
—Equipo alfa, omega y beta ¡a sus posiciones! A mi señal entramos y maten a quien tengan que matar, esto es una captura, no un juego de te —desconozco al chico que da órdenes a diestra y siniestra— ¡ahora!
 
Todos entramos en línea recta adentrándonos al enorme lugar subterráneo, no hacemos ruido y derribamos a las personas que están a nuestro paso. Me aseguro de aventar granadas de humo en todas las habitaciones, nadie tiene que salir de aquí, el club está en su máximo esplendor con la gente adinerada divirtiéndose con los placeres de la vida mientras los aprensamos, muchos intentan huir y otros se ponen a la defensiva sacando armas. El equipo omega nos las arreglamos para desmantelar el lugar mientras el equipo alfa toma el frente acorralando a las cabecillas.
 
La adrenalina toma mi sistema poniéndome alerta y sacando lo mejor de mi cuando me enfrento con rufianes, puedo sentir mi corazón bombear sangre y mi respiración entrecortada.
 
«Fascinante»
 
Todo marcha excelente, canto victoria internamente pero de un momento a otro todo se torna oscuro a causa de la pequeña bomba que estalla mandándome al otro lado de la habitación, muchos sicarios salen de no sé dónde dándole pelea a los oficiales, un sonido agudo se toma mis oídos, todo es borroso y me cuesta distinguir lo que pasa.
 
—¡Necesitamos refuerzos! El equipo omega ha caído, repito, el equipo omega ha caído —un oficial se queja adolorido.
 
—¡Son más de cien enemigos! ¡Pidan refuerzos! pide alguien más, sacudo mi cabeza adaptándome de nuevo.
 
—¡Acaben con ellos! —demanda Nick— ¡no me importa cómo pero háganlo!
 
El sonido agudo abandona mi cabeza poco a poco, me levanto tambaleándome un poco pero de nuevo soy mandada al suelo por un hombre que golpea mi cara con la empuñadura de su arma, el sicario vuelve a golpearme pero esta vez con una patada, levanta su arma apuntándome, temo por mi vida pero rápido es derivado por una enorme bestia que le desgarra el brazo haciendo que tire el arma.
 
Me alejo a gatas viendo la escena de ese enorme can que me ha salvado la vida.
 
—¡No dejen que nadie escape! —escucho la demanda de Trevor.
 
Vuelvo a ponerme de pie buscando secuaces, están por todos lados y no sé a cuál de todos arrestar, nos superan en número pero eso cambia cuando el equipo beta entra derribando a la mayoría con disparos certeros que les roba la vida.
 
No sé en qué sección del club estoy pero logro visualizar a un cretino que trata de huir disparando y golpeando a dos oficiales.
 
Lo persigo con arma en mano pero el equipo que me protege me pesa haciendo que mis movimientos sean más lentos.
 
—¡Alto ahí! —grito pero me ignora para seguir corriendo por los pasillos oscuros y enredados del club— ¡detente! —me detengo y le apunto a las piernas con el arma pero el muy maldito es rápido y ningún tiro le da.
 
“No quiero que nadie escape"
 
—No puedo defraudar a Nick —me convenzo cambiando el rumbo de mi trayecto, conozco este club, estuve trabajando aquí por dos meses.
 
Me escabullo sigilosamente por los pasillos del segundo piso subterráneo, el equipo de SWAT se encarga de los mafiosos y prostitutas que rondan en el club, me doy prisa al momento de llegar al estacionamiento donde encuentro al rufián de hace un rato tratando de abrir la puerta de una camioneta. Corro hacia él tacleándolo. Batallamos en el suelo pero soy rápida y lo someto con una llave inversa. Mi cerebro libera endorfina provocando que los golpes que recibo no me duelan.
 
—Está arrestado por incumplir las leyes del país, golpear a dos policías y se le acusa de posible socio de la mafia rusa. Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra —jadeo al mismo tiempo que lo esposo pero el tipo lo hace difícil al momento de poner resistencia—. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagar uno el estado le asignará uno ¿le ha quedado claro los derechos que acabo de decirle? —respiro con dificultad, nos levantamos dándonos la cara pero de la nada sonríe.
 
—¡Al suelo! —grita alguien haciéndome voltear pero el impacto de la bala me manda al piso, el tipo que había esposado empieza a correr pero poco después es derivado por una bala justo en el cráneo.
 
Me resguardo atrás de la camioneta, me reviso desesperadamente el cuerpo tratando se hallar la herida de bala. La lluvia de balas no se hace esperar. Tengo miedo, mucho miedo. El brazo me arde y duele horrible, por más que tomo grandes bocanadas de aire siento que el oxígeno no me llega a los pulmones.
 
«¿Este es mi fin?»
 
—¡Levántate! —Nick llega a mi lado viendo mi brazo que sostengo— Nos están rodeando, pronto este lugar será un mar de sangre y cuerpos —responde agitado recargando su ametralladora.
 
—Me han herido —respondo con dificultad.
 
—¡Escuadrones A y C entren! —demanda a través del intercomunicador— Estarás bien, solo presiona —coloca un trapo blanco sobre la herida sacándome un chillido.
 
—Nick… —mis manos se aferran a su brazo para que no se vaya— quédate por favor.
 
—Los maleantes se están escapando —contesta de vuelta con una mirada gélida— Fanny viene en camino, ella te cuidará —quita mi mano y sale hacia no sé donde.
 
La herida me duele demasiado pero Fanny llega en cuestión de minutos calmando un poco mi calvario.
 
—¡Se están retirando! —espeta emocionada cambiándome el trapo— ¡los hemos acabado! Tenemos a quince personas arrestadas, si contamos con suerte uno de ellos podría ser Shadow —no me siento tan emocionada como quisiera, siento que me falta algo y mi mente recuerda como Nick me dejo tirada como si fuera una basura hace unos instantes—. Arriba, oficial, tenemos que irnos —me ayuda a ponerme de pie, la interpol ha tomado por completo el club, varias camionetas negras entran al estacionamiento y de ellas salen hombres armados y otros tantos en traje.
 
«Los jefes»
 
—¡Necesito atención médica! —pide la morena y rápido llegan tres auxiliares que me llevan al interior de una ambulancia.
 
—¿Es grave? —pregunto angustiada viendo como me quitan el equipo y me examinan la herida.
 
—Por fortuna no —responde uno— la bala solo roso tu brazo pero no lo traspasó —me atienden como debe de ser colocándome una venda en mi bracito derecho cuando termina la curación.
 
—Muchas gracias —trato de mover el brazo pero duele mucho.
 
—Trata de no hacer mucho esfuerzo, en lo que cicatriza —asiento y salgo de la ambulancia.
 
Los chicos ya están más relajados dando órdenes y entregando declaraciones.
 
—¿Me perdí de algo? —le susurro a Fanny.
 
—Henry Kendall está aquí, y muy enojado, aún no sabemos porqué pero esta discutiendo con Nick adentro del club —responde la morena.
 
Empiezo a caminar, las patrullas donde están los criminales salen siendo escoltada por camionetas, los forenses no tardan en llegar dejando el lugar con cinta amarilla que dice “prohibido el paso" y pequeños carteles con números, algunos toman fotos y otros tantos ADN, cubren a los muertos con mantas, el escenario es horroroso.
 
Mi placa reluce en el collar que cargo, Trevor me lanza una sonrisa antes de irse junto con Luigi, entro al club que está aún peor, interrogan a las prostitutas, a lo lejos veo a Adam que no sabe que hacer y se ve asustado.
 
«Pobre, me caía muy bien»
 
—No me importa que tan amigo de Tory seas, aquí mando yo —escucho la imponente voz del hermano mayor de Tory.
 
—Por muy coronel que seas no puedes meterte en mi misión —responde firme el pelinegro.
 
Me asomo por la puerta atestiguando todo, ambos están uno frente al otro muy enojados, son de la misma altura solo que Henry se ve más grande en edad, Nick solo es un maldito adolescente problemático.
 
—Quiero que retires a tus hombres ya mismo —demanda el ojigris— la evidencia se queda conmigo.
 
—Olvídalo, este ya no es tu caso, se te asignará otro —Henry se acomoda las solapas de su traje viéndolo con desdén.
 
«¿Qué le pasa? Creí que no había alguien más idiota que Nick pero veo que me equivoqué»
 
—Tu no estás al mando de esto —lo reta— Si no quieres tener problemas conmigo será mejor que te abstengas de dar esa orden —no sé quién de los dos está más asombrado con la amenaza de Nick, si Henry o yo.
 
—¿Qué tanto espías? —doy un brinco hacia atrás encontrando a la general Pride— yo no tengo ratas metiches en mi ejército.
 
—Lo…lo siento, yo solo… —las palabras para justificarme no salen, la general me mira enojada esperando mi respuesta.
 
—Retírate, oficial —abre la puerta dejándome del otro lado— Es hora de irnos, coronel, sargento, su escuadrón lo espera afuera —Nick sale hecho una furia.
 
Mi mirada se cruza con la de Henry que claramente no le gusta que esta aquí parada como mensa. Miro a todos lados antes de caminar hacia la salida encontrándome a todos los chicos reunidos.
 
—¿Qué están esperando? Larguémonos a la central ¿aún no hemos encontrado a Shadow o sí? —pregunta enojado Nick— ¡muevan el puto culo! —los chicos acostumbrados a sus gritos abordan una camioneta dejando que Nick y yo abordemos otra.
 
Soy incapaz de decir una sola palabra con el sexy chico enfurecido a mi lado, transpira rabia y tiene cara de querer asesinar a alguien.
 
—¿Estas bien? —no me mira, su vista está fija en el camino, soy una estúpida por preguntarle eso a él cuando él tiene que hacerme esa pregunta a mi— Nick —insisto.
 
—Andrea, cierra la boca —espeta enojado.
 
Aprieta su mandíbula tornándose sexy, miro de reojo al chófer que solo está callado, me acerco a Nick colocando mi mano en su pierna de forma reconfortante.
 
—Descuida, no te enojes por las tonterías de Henry —le sonrío pero por su semblante creo que lo hice enojar a un más.
 
—¿Desde cuándo acá lo llamas por su nombre? —retiro mi mano desviando la mirada pero rápido me toma de la mandíbula para que lo encare— ¡responde!
 
—Ese es su nombre —respondo con dificultad.
 
Me suelta volviendo a su misma pose erguida y altiva de antes, es imposible hacer entrar en razón a un neandertal como él.

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