PREFACIO

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—Vamos, Tory, sé que puedes hacerlo, solo jala el gatillo —susurra cerca de mi oído haciéndome estremecer

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—Vamos, Tory, sé que puedes hacerlo, solo jala el gatillo —susurra cerca de mi oído haciéndome estremecer. Le apunto a la cabeza a la que yace en el suelo.

—No puedo —respondo— es mi amiga —la mano me tiembla.

La veo, tirada en el suelo, golpeada y amarrada como si fuera basura… malditos bastardos.

—Ya lo hiciste una vez ¿porqué no volver a hacerlo ahora? —dice apretando los dientes, está furioso muy furioso. Al ver que no respondo agarra mi mano donde tengo el arma— ¡Vamos! ¡Jala del puto gatillo!

—¡Suéltame, imbécil! —espeto y de un manotazo logro quitarme su mano.

«No hay otra opción»

—No lo hagas, Tory, por favor —empieza a suplicar entre lágrimas— somos amigas —vuelve a decir— por favor.

—Lo siento —una lágrima resbala en mi mejilla al mismo tiempo en que jalo del gatillo, el sonido retumba en mis oídos... mi vista se ve nublada por las lágrimas.

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