La física analítica nunca ha sido mi fuerte, de hecho, nada ha sido mi fuerte realmente, entiendo los números pero solo en ejemplos y no en teorías combinadas con más teorías pero aún así sigo leyendo una enorme guía de más de ochocientas hojas que no entiendo muy bien y menos en francés.
El que estemos en una misión no significa que abandonemos la escuela, estudiamos a distancia en menor cantidad, si así estamos nosotros no quiero imaginarme a los chicos de la academia.
Me llega un mensaje de Tory que tiene todas las respuestas con los ejercicios desarrollados y explicados como todo una nerd utilizando palabras que ni siquiera sabía que existían. Es una sabionda.
Andrea.
¿Cómo obtuviste todos esos resultados en tan poco tiempo?
Tory.
Es lo básico, te comprare un par de enciclopedias y diarios de grandes físicos para que puedas entender mejor.
Andrea.
De verdad gracias ♡
Aún no entiendo como Tory es mi amiga, todo el mundo habla de lo esplendorosa, inteligente y brillante que es ¿cómo ella puede juntarse con alguien como yo? Me gusta mucho que tengamos una amistad.
—¿Qué hay de nuevo, chica? —volteo ante la pregunta de Fanny que se sienta enfrente mío con dos libros más grandes que el mío— ¿Sabes algo sobre desactivar bombas nucleares? Tengo entendido que en el primer año te enseñan eso.
Me quedo boquiabierta con su pregunta ¡¿bombas nucleares?! ¡nunca me dijeron nada sobre eso! Sonríe divertida al ver mi terrible gesto de angustia.
—Me enseñaron pero solo las bombas que emplean los terroristas y…
—¿Es enserio? ¿Entonces no sabes nada sobre papas nucleares? —niego aún más angustia— esto está mal, tengo que entregar un informe dentro de doce horas ¿qué haré? —se pregunta para sí misma y yo no sé que hacer o decir ¿Por qué tanta preparación y tan profunda?
—¿De verdad te dejaron eso de tarea?
—Algo así, no es que las bombas nucleares se puedan desactivar cortando el cable rojo o amarillo, más bien son con códigos nucleares y eso depende de su creador y como sabes hay infinidad de códigos, puede ir desde cuatro números diferentes hasta logaritmos con lenguas inexistentes —mi ánimo decae, sus palabras me hacen sentir una ignorante de mierda, miro de nuevo mi libro y luego los de ella que revisa autores que redactan lo que le puso fin a la Segunda Guerra Mundial.
El tiempo pasa y logro concentrarme en lo mío, guardo las fórmulas y procedimientos que me resultan difícil en mi iPad, en las noches lo repasare hasta que logre entender todo a la perfección.
«Roma no se construyó de un día para el otro»
—Deberíamos irnos —propone Fanny viendo su teléfono— son las diez de la noche, estudia en tu casa o si quieres puedes irte al dormitorio del edificio de residencia.
—Me quedare un poco más —mi vista vuelve a la enciclopedia mientras sigo escribiendo sobre la tableta.
—De acuerdo, Tory llegará mañana, no lo olvides —me lanza una última mirada antes de salir del estudio con su brillante traje de camuflaje y su cabello recogido luciendo como una linda muñequita peligrosa.
Las horas se pasan más lentas en la madrugada o eso es lo que siento yo. Me froto las manos contra los ojos aliviando la resequedad, me llevo la enciclopedia conmigo y guardo mis aparatos electrónicos para salir del enorme salón súper equipado.
Los pasillos iluminados, fríos y solos me hacen recordar películas de terror donde lo principal es un hospital abandonado con un enorme corredor blanco cubierto por humedad, y del otro lado te está esperando un hombre enmascarado con el cuchillo cubierto de sangre y de la nada las luces se van apagando una por una.
«Obviamente eso solo sucede en las películas, esto es la vida real»
Al siguiente día es lo mismo de siempre, rutinas, identificación en los departamentos importantes y muchos papeleos.
—Oficial Cooper —me llama la general con su todo molesto.
—Si mi general —me pongo de pie colocando el lateral de mi palma extendida sobre mi frente.
—Sígame —pide.
Marcho atrás de ella paseándonos por casi toda la central que es enorme.
—Estos documentos deben de estar impecables para el coronel Kendall, revíselos y ponga todo en orden —demanda cuando entramos a su oficina principal— ¡Ahora!
—Si mi general —me poso firme ante su grito— permiso para retirarme.
—Concedido —responde, no pierdo tiempo y salgo de inmediato.
Me voy a mi oficina que tengo con los chicos y empiezo mi tarea de organizar todo el papeleo. La central parece loca con la presencia del primer ministro, no lo he visto pero todos hablan de que sabe cómo dirigir un problema, la central se levantó de inmediato demostrando que los terroristas no son nada para la interpol, aún no hay culpables pero sé que los habrán.
Me encamino a las oficinas élites donde están los meros jefes y entre ellos, Henry Kendall, solo lo vi una vez en persona y fue cuando esperé más de dos hora junto con Jennifer e Ian ¿cómo estarán esos dos?
Toco la enorme puerta de roble donde se puede leer en lo alto: Coronel Kendall. Duque de Edimburgo.
—Adelante —demandan con voz imponente del otro lado, giro la perilla y entro dándole el saludo que corresponde como mi superior.
—Los documentos que pidió, mi coronel —no duda en arrebatármelos cuando se los entrego y comienza a revisarlos.
—Puedes irte —me corre de manera déspota.
El parecido con Tory es asombroso, su padre tiene excelentes y poderosos genes.
—¿No escuchaste? —se molesta.
—Disculpe —me encojo de hombros y doy la vuelta no sin antes mirarlo de reojo.
«Que grañón»
Mi cara y torso impactan contra alguien más grande que yo.
—Cuanto lo siento —me disculpo con el hombre que he chocado.
—Disculpe señorita —pide el señor de tercera edad con barriga abultada.
—Con permiso —inclino mi cabeza y dejo que entre a la lujosa oficina de Henry.
—Pase —ofrece viéndome fijamente, sus ojos almendrados son bonitos pero dan miedo con esa cara de viejo que se carga.
Ignoro el incidente siguiendo con mis tareas, practico puntería en tiro y cuchillas, también entreno un poco de boxeo donde me golpean sin piedad pero ya no soy la misma de antes así que no dejo que mi contrincante se vaya limpio.
—Esplendido —escucho como comenta alguien cuando me bajo del ring, tomo una pequeña toalla limpiando el sudor de mi cuello y bebo agua de mi cantimplora— tiene mucho potencial, oficial Cooper —levanto mi vista encontrando al mismo hombre trajeado de hace unas horas—. Estuve observándola lo suficiente como para preguntarme ¿cómo es posible que usted no haga parte de las filas de Francia? —sus halagos me sonrojan y me llenan de orgullo.
—¿Usted cree señor…
—Oparin, Alexander Oparin —estrechamos nuestras manos— formo parte de la asamblea general de la interpol —me atraganto con el agua.
«Este hombre tiene un muy alto puesto»
—Lamento lo de hace unas horas —me disculpo temiendo que quiera tomar una represalia— de verdad, yo…
—No vine aquí por el pequeño incidente —sonríe mostrando sus dientes deteriorados y viejos— ¿Su padre es Howard Cooper, cierto?
—Sí ¿cómo es que conoce a mi padre?
—No es que lo conozca, simplemente se habla muy bien de él y su hija menor con un futuro brillante —comienza a caminar haciendo que lo siga— seré directo con usted, pienso que tiene potencial y no puede estar desperdiciándolo en la academia, necesitamos más personas como usted; jóvenes, inteligentes y con una belleza sobrenatural —se siente raro que una persona de avanzada edad te haga esa clase de cumplidos— ¿Estaría usted dispuesta a formar parte de la central de Francia?
—¡Claro que sí! —respondo sin pensarlo, ese es mi sueño.
—Me gusta su entusiasmo, déjeme mover unos contactos para que se haga lo antes posible —asiento con emoción— por favor veamos esta noche en esta dirección —me extiende una tarjeta plateada en medio del pasillo—. Le daré la noticia sobre la decisión, es muy brillante y lo que menos queremos desperdiciar aquí es el talento.
—Muchas gracias por la oportunidad, no lo defraudare y cuente conmigo para esta noche —me convenzo.
—Nos vemos, oficial Cooper, tenga una agradable tarde —me despido de él con el corazón al mil por minuto.
«¡Esta es la oportunidad de mi vida!»
Con más energías regreso en lo que estaba, no creo que mi momento llegara tan pronto ¡estoy tan feliz! Si el señor Oparin logra meterme en las filas francesas, seré la mejor agente del mundo, combatir criminales y arrestar a los malos.
Me hago una historia completa de mi mente sobre mi nueva vida el resto de la tarde.
—Por favor, Fanny, tienes que acompañarme —imploro.
—Tu solo me quieres de tu chófer.
—Eso no es cierto, eres mi única amiga aquí y no conozco la ciudad —trato de convencer a la morena que se niega.
—Tory vendrá hoy, no podemos dejarla plantada ¡se enfurecerá!
—No la dejaremos plantada, dile que nos vea en esta dirección —le extiendo la tarjeta— ¡quiero que sean las primeras a las que les de la gran noticia! —soy un mar de felicidad.
—¿Qué noticia?
—No te lo diré hasta que vayamos a ese lugar —la tiento.
—Bien, pero no te tardes.
—¡Sí! —la abrazo y me cuelgo de su cuello— Nos vemos en una horas.
—¿No vendrás a comer? —indaga y niego.
—Iré a ver a un chico.
—Oh, picarona —me codea lanzándome una mirada pervertida.
—Para nada —sonrío y mi teléfono suena con la entrada de un mensaje.
Nick.
Me salieron asuntos importantes, la cogida la dejamos para después.
Mi ánimo decae al ver tan insultante mensaje.
—¿Todo bien? —pregunta Fanny con el ceño fruncido.
—Am ¿todavía sigue en pie ir a comer? —me regala un gesto comprensivo.
—¿Te han cancelado? —niego aunque sea mentira— no tienes porque ocultarlo, te entiendo muy bien, vayamos por unos tragos —me abraza y comenzamos a caminar hacia el estacionamiento.
***
—¡Vamos tarde! —regaño con delicadeza a la morena que conduce por las calles que le indican las coordenadas de Google Maps.
—Perdón pero no entiendo muy bien las calles —se excusa pasando entre los autos, salimos de la cuidad adentrándonos a terrenos totalmente desolados— según san Google es en esa esquina —señala un edificio medio abandonado y derrumbado.
—¿Estas segura? —mi rostro se distorsiona al ver las ruinas.
—No lo digo yo, lo dice internet —me muestra el mapa donde marca nuestro destino— ¿Ese de allá no es un auto? —miro a la dirección que señala viendo un auto caro.
—Averigüémoslo —propongo y ambas bajamos del vehículo.
Me agarro de Fanny y entramos a las ruinas donde solo una sala sola está iluminada.
—Asómate —susurra— iré a ver los alrededores.
Asiento. Hago caso encontrándome con el señor Oparin, vuelvo a respirar normal llevándome una mano al pecho.
—Por un momento creí que no estaba en la dirección correcta —lo saludo.
—Señorita Cooper, por favor pase y disculpe el sitio en que la he citado, nadie debía de enterarse de nuestro encuentro —asiento.
—No hay nada de que preocuparse —sonrío— ¿pero porque en un lugar así?
—Como verá, no es fácil pertenecer al ejército de Francia, no todos tienen ese privilegio —tomo asiento a su lado sobre una roca.
—Entiendo.
—Tengo contactos muy poderosos que pueden hacerlo con un chasquido de dedos, pero necesito toda la disponibilidad de su parte.
—¡Haré lo que sea! —no me importa desvelarme estudiando, practicando o ensayando, estoy dispuesta a todo.
—Me gusta su optimismo, pero para poner en marcha los trámites necesito motivación —su mirada se pasea por mis labios e ignoro eso.
—¿Motivación? —trago en seco al ver como su mano se acerca a mi pierna cubierta por la tela del pantalón.
—Que inteligente es usted, señorita Cooper ¿Sabe a qué tipo de motivación me refiero, cierto? —su cercanía me repugna y más con su aliento putrefacto— su futuro esta en sus manos —intenta besarme pero retrocedo.
—No entiendo ¿qué fue todo lo de la mañana? —trato de alejarme pero su agarre me lo impide.
—No sé haga la mosca muerta conmigo ¿cree que estará en el ejército francés sin dar nada a cambio? —vuelve atacarme lamiendo mi cuello.
—¡Aléjese! —lloriqueo empujándolo al mismo tiempo que me levanto.
—Tu solo ábrete las piernas que yo hago lo demás —me sofoca su peso es más que el mío.
—¡Fanny, ayuda! —grito una y otra vez pero nadie viene, no quiero imaginarme la idea de que le hayan hecho algo— ¡Quítese! —me arrincona en la pared desgastada.
Hago acopio a todo lo que he aprendido pero este hombre también ha tenido entrenamiento.
—No podrás escapar —asegura, le suelto un pisotón con fuerza— ¡maldita! —se aleja un poco y aprovecho para darle un gancho derecho que lo hace retroceder— ¡no tienes escapatoria, maldita perra! —trata de venirse contra a mi pero corro por la sala.
Tira de mi cabello devolviéndome al mismo sitio.
—¡No! —lo empujo con tanta fuerza que logro tirarlo, algo truena cuando su cabeza impacta contra la roca en la que estábamos sentados— ¿Se…señor Oparin? —la voz me tiembla, tiene los ojos cerrados y la cabeza de lado— Diga algo —pido al ver que no se mueve, trato de levantarlo pero el charco carmesí que se dispersa hace que lo suelte— no, no, no —niego llorando.
—¿Qué sucede? —Fanny y Tory se asoman viéndome primero a mi y luego al cuerpo— ¿qué mierda pasó?
—¿Es Alexander Oparin? —pregunta Tory acercándose— Andrea ¿qué fue lo que pasó? —pregunta pero me es imposible responder en mi estado.
«He asesinado a una persona»
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KRIPTONITA
De TodoVen y descubre lo peor de la Monarquía, Mafias, Familias, Amistad y Amores unidas por un terrible pasado. Tory Kendall y Andrea Cooper te mostrarán el camino. Dos chicas completamente diferentes pero con algo en común: ellas tienen el poder de hace...