CAPÍTULO 26

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La luz matutina lastima mis ojos, me cubro con las sabanas al mismo tiempo en que estiro mis extremidades provocando que salga de mi boca un pequeño gemido placentero.
 
«Aunque acabo de despertar me siento cansada»
 
Me descubro el rostro hallando una habitación completamente sola pero cálida. Sostengo mi peso sobre mis codos obteniendo una mejor vista del lugar. El sonido del agua cayendo de la regadera llega a mis oídos.
 
«Nick»
 
Aún estoy en su casa. Muero de felicidad moviéndome como loca debajo de las sabanas.
 
«¡Pasamos la noche juntos y él aún no se ha ido!»
 
Me levanto de inmediato colocándome las bragas y su camisa de anoche, tomo mi bolso donde saco una pastilla de menta y salgo directo a la cocina donde me pongo a preparar un omelette, del refrigerador saco jugo empaquetado donde sirvo en dos vasos, trato de decorar lo mejor que puedo, las servilletas las acomodo en forma de triángulo para que se vea elegante.
 
Nick es un futuro duque real lleno de lujos y glamour, cualquier cosa tiene que ser digno de él.
 
—Andrea —me llama el pelinegro asomándose por la puerta de la habitación ya vestido con pantalones azules y camisa blanca—. Ya que te despertaste ¿qué tal si te vas a tu casa ahora? —su pregunta pierde fuerza al ver los platillos en la barra que divide la sala y la cocina— ¿Tu hiciste eso?
 
—Sí, creí que tendrías hambre —sonrío ignorando su primer comentario.
 
—Después de que termines necesito que te vayas —habla con más dureza que antes.
 
—¿Tu no… desayunaras?
 
—No tengo tiempo ahora, tengo trabajo que hacer —agarra su chaqueta de cuero que está en el sofá poniéndosela—, no tardes mucho, la sirvienta subirá pronto y no quiero que te vea aquí —demanda antes de salir.
 
Me dejo caer en el banco de la barra desganada. Sé que Nick no es el tipo de chicos que te dice palabras bonitas ni te agradece cuando haces algo por él pero creí que conmigo sería diferente, no me botó como lo hizo con las demás chicas ¿o si? No, Fanny también estuvo con él y lo que hace conmigo no lo hace con las otras.
 
Agarro el tenedor jugando con el omelette, el apetito se me esfumó por completo, salgo de su departamento ya vestida.
 
 

***

 

 

Estoy muy nerviosa —admite la morena arrastrando el carrito de súper— pronto será nuestro atraco contra la trata de blancas y el tráfico de drogas. Es la primera vez que no está Tory con nosotros y sinceramente esto me aterra, ella es la mejor en todo y si esta en tu equipo tienes la pelea ganada.
 
—Lo haremos bien —le sonrío— Tory tal vez no esté con nosotros pero somos un equipo y confiamos el uno en el otro ¿no?
 
—Awww, Andy, cuando hablas así pareces una tierna nena —dice mimosa dándome unas palmaditas en el cachete—. Yo confío en ti, un poco pero los chicos realmente no lo sé, la confianza se gana con acciones, no con palabras bonitas e invitándoles tragos cada que nos reunimos.
 
Me encojo ante sus palabras, por un momento me sentí parte del grupo y más con nuestra reunión de anoche, todos estábamos conversando muy bien acerca de la emboscada y ahora resulta que no confían en mi.
 
—Tal vez Luigi y Trevor te empiecen a considerar pero Nick no creo, él no confía ni en su propia sombra, bueno tal vez si en Tory, ambos siempre están el uno para el otro.
 
Odio admitirlo pero siempre que me hablan de mi amiga Tory y de mi amante Nick en una misma oración algo dentro de mi se remueve haciendo que aparezca un sabor amargo en mi garganta.
 
—¿Tu crees que ellos…?
 
—¿Qué? ¿Nick y Tory? ¡No, para nada! —responde con dramatismo colocando unas sopas instantáneas en el carrito.
 
Con busca de más información indago:
 
—¿Tory ha tenido alguna vez un novio? —pregunto primero por ella para no verme muy obvia.
 
—Por supuesto, ha tenido muchos novios de a montones —responde sonriendo como si fuera lo más obvio.
 
—¿Y… Nick? ¿Alguien podría estar con alguien como él? —hago un tono de asco, lo último que quiero es que se entere de que tengo algo con cierto semidiós y él se entere que lo estos gritando a los cuatro vientos y termine conmigo.
 
—Am, sí, solo una vez, hace un par de años, de hecho, era mi amiga, Agatha, una princesa de Suecia.
 
«¿Princesa? ¿De verdad?»
 
—¿Y porque terminaron?
 
—Nick y yo no somos mejores amigos como para contarnos esa clase de cosas, para eso esta Tory pero Agatha si era mi amiga y nos contábamos todo —su sonrisa se apaga cuando comienza a hablar de ella—, me decía que todo entre ellos era brillante pero había una tercera en discordia, solo diré eso.
 
¿Una amante? Genial, Nick es un infiel de mierda.
 
—¿Era tu mejor amiga? —asiente siguiendo con las compras— ¿Incluso más que Tory?
 
Se tensa con mi pregunta, todos en la academia la señalan a ella y a Lucy como sus mejores amigas y que nunca se separan o traicionan.
 
—No puedo responderte con certeza esa pregunta.
 
Corta abruptamente la conversación dejándome confundida ¿Entonces Nick era infiel y ella tenía una mejor amiga que no era Tory?
 
—¿Crema? Listo ¿cera para depilar? Listo —sigue comprando mientras observa su lista de mercado desde su teléfono mientras seguimos paseándonos por el supermercado— oh, espera, tampones, necesito tampones —llegamos al área de higiene femenina.
 
Me distraigo oliendo muestras de jabones con olores cítricos, es delicioso.
 
—Andy —volteo al llamado de la morena— ¿tu no compraras tampones o toallas sanitarias?
 
—No, no, aún tengo en casa —recuerdo.
 
—Deberías de comprar otro paquete, cuando yo usaba toallas siempre se me acababan y tenía que ir corriendo hasta la tienda, eso es un completo asco porque la ropa interior se mancha.
 
Hago recordatorio, aún tengo como unas ocho toallas, me alcanzan para este mes, sigo haciendo cuentas… me quedo estática al recordar algo ¡no me ha bajado! Miro la fecha en mi teléfono; ocho de diciembre, me tuvo que haber bajado hace cuatro días.
 
Entro en pánico.
 
«Yo no me cuido cuando estoy con Nick»
 
Mi cuerpo empieza a hiperventilar imaginándome todos los escenarios posibles si es que estoy embarazada.
 
«No estoy lista para ser madre ¿qué clase de vida le daría? ¿Cómo se lo diré a Nick? A puesto que él tampoco quiere hijos en este momento, nuestra no relación terminará, quedare triste, sola y…»
 
—Andrea ¿estás bien? —Fanny me mira preocupada viendo para todos lados, la imito, las mujeres que pasan se me quedan viendo como si fuera un bicho raro.
 
—No…no es nada —decido hablar—. Ahora vengo.
 
No espero su respuesta cuando ya estoy caminado rápido al área de medicina, un señor de la tercera edad me atiende, compro una prueba de embarazo, una sensación difícil de explicar me invade, mis manos no dejan de temblar cuando recibo el ticket y la prueba de embarazo.
 
Después de pagar las cosas del súper cada quien se va a su respectiva casa, Fanny insistía en acompañarme pero después de reiterarle varias veces que no era necesario se dio por vencida.
 
Lo primero que hago es meterme al baño sacando la prueba de embarazo de la caja y orinando sobre ella, salgo poniendo mi alarma de cinco minutos suplicando que no esté preñada.
 
—Diosito por favor no me mandes una bendición porque te la regreso —ruego abriendo los ojos cuando salta la alarma de los cinco minutos.
 
Abro lentamente los ojos sosteniendo la prueba de embarazo, el resultado me deja la boca seca, no es nada más y nada menos que… ¡una línea, una alinea! Salto de felicidad ¡no estoy embarazada!
 
Toco mi rostro entre mis manos con una radiante sonrisa, solo se me ha retrasado un poco la regla. Maldito Andrés.
 
Vuelvo a respirar tranquilamente, quiero llorar de felicidad, juro que usaré condones de ahora en adelante.
 
«Que susto me lleve»
 
El timbre de mi casa suena, salgo a ver quién es, me encuentro a Nick y es imposible no abrazarlo llena de felicidad.
 
—¿Qué diablos te pasa? —pregunta con su poca amabilidad de siempre.
 
—Solo estoy feliz —confieso.
 
Lo dejo entrar, me entrega unas bolsas con comida que le había pedido, enciendo el horno antes de meter la comida rápido para que se caliente.
 
—¿A esto se debe a tu felicidad? —volteo viendo como me muestra la prueba de embarazo que había dejando en el mueble.
 
—Sí  —susurro arrebatándole la tirita para poder tirarla a la basura—, aún no entiendo, no nos cuidamos y…
 
—Corrección —me corta—, yo sí me cuido.
 
Lo miro confundida.
 
—¿Cómo que te cuidas?
 
Toma asiento en la silla de madera invitándome a sentar sobre sus piernas cosa que hago de inmediato, su brazo derecho se envuelve alrededor de mi cintura mientras que con su otra mano me acaricia la cara antes de besarme.
 
—Entonces… ¿no eres estéril? —le acaricio el cabello detallando lo hermoso que es.
 
Miro con admiración su piel ligeramente bronceada, su gruesos labios, sus cejas pobladas depiladas, lo largo de sus pestañas y sus lindos ojos grises.
 
No voy a mentir que se me paso por la cabeza el hecho de que Nick sea estéril.
 
—Para nada.
 
Vuelve a atacar mis labios estrujando mi culo pero me alejo, quiero que me explique porque yo no sé lo que esta pasando. Suelta un suspiro irritado.
 
—¿Has escuchado hablar sobre la inyección de bloqueo? —pregunta dándose por vencido, niego—. Es un método anticonceptivo para hombres, se aplica en el tubo que conduce los espermas en el escroto —hago una mueca de dolor imaginándome tal cosa.
 
—¿Dolió?
 
—No lo recuerdo, estaba anestesiado, cuando desperté parecía como sino hubiera pasado nada —no dejo de acariciar su cabello mientras él sigue platicándome.
 
—¿Funciona como la inyección semestral de las mujeres? —niega divertido.
 
—¿Qué clase de educación sexual te dieron a ti en la escuela? Solo se coloca una dosis que puede durar trece años —abro ligeramente la boca sorprendida— Y lo mejor de todo es que no tiene efectos secundarios y no pueden obligarme a hacerme cargo de un mocoso que claramente no es mío.
 
—¿Hace cuanto paso eso? —me entusiasmo, Nick no es mucho de contar cosas sobre su vida y el hecho de que me comparta algo tan íntimo como esto me hace sentir especial.
 
—Tenía quince años, Trevor también lo hizo —me asombro aún más con sus confesiones.
 
—¿Y porque dices que no te gusta coger con vírgenes?
 
—Basta de charlas —me levanta recargándome contra la mesa, mi pecho se aplasta contra la madera mientras me sostiene las manos atrás de la espalda—, no tengo mucho tiempo, tengo que planear una estrategia y convivir con los mugrosos de los pandilleros —sus dedos recorren con delicadeza mi espalda erizándome toda todita. 
 
—Nick… —su nombre en mi boca parece una súplica— ¿no te quedarás?
 
—Andrea, quiero que tengas los pies en la tierra sino de otra forma esto no podrá funcionar —me baja los pantalones junto con las bragas dejando mi culo al aire.
 
No digo nada más y dejo que me coja sobre la pequeña mesa de madera, mi cuerpo lo reconoce de inmediato acomodándose a su tamaño, mis manos se aferran al borde de la madera la cual araño con las arremetidas violencias que me da el pelinegro.
 
Inhalo aire deleitándome con los embates deliciosos del chico que tengo atrás. Nuestras pieles chocan una y otra vez mientras mis pechos se sacuden con violencia siendo aplastados por mi propio peso.
 
No hay besos de por medio, solo caricias llenas de lujuria y arremetidas llenas de placer.
 
—¡Nick! —grito su nombre sintiendo que desfallezco.
 
No responde sino al contrario, me da una fuerte y sonora nalgada sacándome un gritito. Mis piernas no dan más para más cuando me dejo ir en un glorioso orgasmo seguida de él. 
 
No me muevo de mi lugar, él está encima de mi sudado y sin aliento, su calor me embriaga y deseo que esto dure más pero el sonido de su teléfono me saca de mi ensoñación.
 
Se retira de mi lentamente antes de atender la llamada:
 
—¿Qué pasa? —regula si respiración acomodándose la ropa— ¿Y tu padre?... ¿En cuánto tiempo llegas? Okey, voy para allá —corta la llamada abrochándose el cinturón.
 
Lo detallo de pienso a cabeza. Es hermoso.
 
—¿Te vas?
 
—Sí, un asunto necesita de mi —responde simple— ¿Tienes algún aromatizante? No quiero oler a sexo.
 
—¿Qué? No —me incorporo levantándome los pantalones.
 
«¿Qué mierda acaba de preguntar?»
 
No entiendo bien lo que pasa pero algo dentro de mi me dice que verá a alguien. De nuevo esa sensación de celos aparece y odio reconocer esa emoción tan horrible.
 
—¿Por qué no quieres oler a…?
 
—No es asunto tuyo —su respuesta me deja helada.
 
Sale del pequeño cuarto sin decir nada más. Me siento usada. El pitido del horno suena, no debo darme por vencida, tal vez estoy presionando mucho a Nick para que me demuestre un poco de cariño pero ¡es que es imposible no desear más de él!
 
Pondré todo de mi parte para que Nick llegue a sentir algo por mi, sí, eso haré.

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