Parte tres.

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A la mañana siguiente, cuando suena el tono de llamada de mi móvil, estoy completamente agotada y simplemente llevo una hora en la empresa. Apenas he dormido nada.
Me he pasado horas dando vueltas, siempre a punto de quedarme dormida pero sin conseguirlo.
No sé si ha sido por la emoción de que me haya enfrentado de tal forma a Ray o o por la discusión que vamos a tener en cuento lo vea, porque sé que la tendremos tarde o temprano pero la habrá, pero no he pegado ojo y tengo mala cara. No es tan fácil disimular las ojeras a golpe de corrector como dicen las firmas de cosméticos, y tengo el pelo como si hubiera metido los dedos en un enchufe. Por lo visto, la alegría que siento al saber que tengo a James, Jessica y a los chicos, incluyendo muy a mi pesar a Ray, de vuelta en casa de Nicole, no es la suficiente para subirme los ánimos y en dejar de pensar en la cara de molestia y de incrédulo que puso él en cuanto terminé la frase; cogí mi teléfono y salí de allí sin decir más nada.

Y, también, estaba el hecho que tendré que ver a Dylan y hablar o al menos, intentar que las cosas estén bien, por más que quisiera tratar de ignorarlo no podré. De la forma que sea nos vamos a ver y la tensión será palpable. Él prácticamente pasa el día en mi oficina, y siempre ha sido tranquilo, divertido o lo que fuese, ahora no sé cómo será.

¿Por qué está tuvo que ser una semana tan liada? Y yo que me quejaba de todas las anteriores, y está, sin duda, es la peor.

Vuelvo a mirar mi celular que sigue sonando, lo cojo con un poco de molestia sin ver el nombre.

— Diga — bufo, casi con ganas de dormir por una semana.

— Uy, alguien se despertó mal — abuchea James y en vez de sonreír, como de costumbre, pongo los ojos en blanco a pesar de que no me ve.

— James, de verdad, que estoy teniendo una mala mañana así como fue una mala noche — empiezo y suspiro mientras tocó el puente de mi nariz—, así que, te lo pido, ve al grano, o te cuelgo.

— ¿Tan mala noche fue el enterarte de mi regreso? — agrega y gruño —, ya, la captó, pero es que necesito decirte algo. — dice desesperado.

«Que exasperante eres James»

— ¿No me voy a librar de ti no es así? — añado y responde con un no sereno —, a ver, suéltalo.

— ¿Cuando pensabas decirme que Dylan es el de la beneficencia el mismo que te ofreció fumar? — suelta de golpe. Debí suponerlo, él no se quedaría tranquilo hasta tener cotilleo completo.

— ¿Estás de coña? — rugo eufórica —. Seguro tienes el teléfono en alta voz dándole la primicia a todos, hay que ver cómo son de bocazas — anunció y cuelgo.

Pongo el celular en vibrador y lo coloco en mi escritorio de madera fina. Observo mi reflejo por la pantalla de la computadora aún apagada, ya que olvide encenderla, y ahogo un grito.

Realmente tengo mi cabello horrible. Empiezo a pasar mis dedos por el mismo como si eso fuese a hacer la diferencia del espanta pájaros que parezco. Luego de unas como siete tocadas, abro el cajón de mi escritorio y saco mi goma. Con un poco de esfuerzo y desempeño me hago una coleta alta.

Me vuelvo a mirar «Al menos lo intenté y estoy más decente» pienso. Me levanto de mi silla y camino a la puerta para ir a por un café para ver si consigo quitar este aspecto horrible.

Una vez afuera solo siento la mirada de Amy sobre mi, giro y le sonrió. Sigo mi camino hasta la sala de descanso y me sirvo un poco de café, a pesar de saber que a mí todos me deberían hacer la cosas por ser la jefa, prefiero hacer mis cosas yo misma, tampoco estoy mocha o algo así.

Tomó mi taza y soplo el humo que sobresale de ella y me la llevo a los labios mirando la ficha de entrada de los empleados. Aún no llegan tres de servicios humanos, una de recepción en la planta principal, dos de la zona de ayuda digital y Dylan de contaduría. No  quiero ser una jefa exigente ni dura, no  obstante, debo empezar a serlo, se están tomando esto muy en serio de llegar a la hora que les plazca sólo porque no diré nada. Con Dylan no puedo enojarme, él, literalmente, es mi jefe puesto por Jorge que está en la sucursal en Nueva Zelanda, para ser mi mentor o algo así. Él sabe que no tenía ni la menor idea de lo que hacía y no fue hasta que nos vimos graves que mando a Dylan aquí. Y bonita sorpresa que me llevé al saber que es un año mayor que yo.

RAY (#2 M5C)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora