Capitulo veinticuatro

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Pero lo que me importa es intentarlo. Y es que continúes creyendo en mí tanto como yo siempre creeré en tí.

RAY

Deslice la mirada por el lugar a donde habíamos llegado. No entendía qué hacíamos aquí. Los últimos días me importaban muy pocas cosas, la verdad, no me importaba nada desde el momento en el que Samantha puso un punto final.

Sabía que eso era el final de una de las muchas discusiones nuestras, sin embargo, no quería aceptar que posiblemente era el final de nosotros.

No iba a negarme que me hacía sentir bien que ella se estuviese dando su lugar. Sin dejar que yo o alguien más pudiese pisotearla. El valor y la fuerza que enmarcaba en cada palabra me hacía sentir orgulloso de ella.

Porque después de todo amaba a mi chica. Aunque ya no lo fuese, siempre lo sería. Con todas y sus evoluciones como persona.

Así que aceptar que era un "hasta aquí" logró descolocarme todo.

Miré a Ethan y después el pequeño local al que habíamos llegado. Prueba de armas. Frunci mi ceño un poco.

—¿Para que me haz traído aquí? —alcé la ceja.

—Pues porque fuera de casa es el único lugar en dónde me hablas...

—Yo te hablo.

—Asentir con la cabeza no cuenta.

Vale no cuenta, quizás y nunca había contado.

Pero eso él no lo sabría.

—Asi que... —continuó— Haremos una prueba de armas hasta que te sientas listo para hablar conmigo.

Resople. ¿Que teníamos once años?

—Estás siendo muy estúpido.

Me ignoró por completo tomando dos armas pequeñas en sus manos, para después, pasarme me una. Hice una mueca moviendome a la posición en la que había que estar. Sabía que tenía que hacerse, era, prácticamente lo mismo que en la agencia.

Y en muchas situaciones nos había ayudado a ambos. Esperaba que está vez no fuese la excepción.

Mira hacía la luz que indicaba el inicio de todo mientras que Ethan hacía lo mismo, pero a diferencia de mí, este sonreía como un payaso.

Dios, sí que era un payaso.

En cuanto la luz marcó verde, cerré uno de mis ojos para apuntar en mi objetivo. Dispara al punto rojo. Leí y me valía muy igual eso. Disparé en el hombro. Después en la mano. Luego en una oreja.

Pobre muñeco.

—¿Qué haces?

Gire a ver a mi amigo con una corta sonrisa, señalé el objetivo.

—Hago lo que tengo que hacer. —murmuré.

—No, estás haciendo lo que te da la gana. ¿Estás enojado?

Me giré de golpe de nuevo para volver a apuntar.

—No.

Creí que ahí finalizaría su ronda de cortas preguntas. Pero no. Siguió hablando.

—Se le ve feliz con Dylan...a ella.

Cerré mis ojos de golpe. Un, dos, tres, cuatro. Cuatro disparos salieron como ráfaga de mi arma. Y la misma se había descargado.

RAY (#2 M5C)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora