Capitulo veintiocho.

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—Venga que estoy seguro que igual llegas tarde.

Lo miré, entrecerrando mis ojos mientras me sentaba con demasiada fuerza sobre mi maleta para que esta cerrara. Dylan, de pie, a unos metros de mí, sonreía como si eso fuese lo más divertido existía.

—¡Deja de reírte y ayúdame! —chillé.

—Yo no te dije que hicieras la maleta una hora antes —murmuró, dando cortos pasos hacía mí y pasar el cierre con mucha agilidad.

Solté el aire que estaba conteniendo algo instante. Pues si, él tenía razón. No debería estar haciendo mi valija tan solo en minutos antes de salir. Esa época en la que hacía todo con anticipación se acabó hace muchísimo.

Solo faltaban como unos cincuenta minutos para que fuese la hora de nuestro vuelo, me iba con los chicos. No logré convencerlo de ir conmigo. Y aunque, me disgustaba, deje de insistirle. Sin embargo, era más que obvio que la idea de quedarse solo no le agradaba demasiado.

¿Por qué no accedía a ir conmigo? Una respuesta que jamás tendría.

Suspiré, de nuevo, y me gire para verlo. Dylan me devolvió la mirada un poco extrañado. Y después de un segundo, lo entendió.

—Ya te lo he dicho.

—¡Aún estás a tiempo! Podemos ir a a tu casa a por tus cosas, no tardaríam....

—No.

Lo mire muy seria y mucho más disgustada y no le dije nada más. Me acerque a mí cama y cogí mis cosas rápidamente. Solo que él logró quitarmelas de las manos para salir antes que yo para bajar e irnos.

Una vez que él salió por la puerta, me giré, mirando y asegurándome de no dejar nada por ninguna parte. Creo que tenía todo. Bajé las escaleras en silencio mientras él me esperaba de pie en la puerta abierta. Preferí no dirigirle le mirada y pasar por su lado en silencio.

Me tomó con suavidad del brazo haciendo que me girara hasta él. Pensé que diría algo, sin embargo, me tomó del cuello con una poco de fuerza para conectar mis labios con los suyos.

Debía admitir que eso me tomo por sorpresa, mucha, de hecho. Tanta que solo pude dejar caer mis brazos a los lados mientras su lengua entraba en mi boca. Era un tacto fuerte y prolongado. Dejo mi piel sensible para colocar sus manos en mi cintura. No estaba tan segura de que eso fuese a darme tantas movidas dentro de mí. Tras unos segundos, se separó de  mí boca, pegando su frente en la mía.

—No te enfades conmigo.

Dejó una suave caricia en mi mejilla.

—No lo estoy.

—Pero lo estabas —sonrió—. Venga, te llevo, Nicole me está explotando el celular. Como si fuese a faltar a la boda de tu mejor amigo.

Sonreí negando con la cabeza.

***

—¡Al fin, creía que no llegaban!

Forcé una sonrisa, caminando apresuradamente entre el bullicio de personas que se encontraban en el aeropuerto. Dios, eran demasiados, ¿quién venía?

Resulta que se nos había hecho un poco tarde. Porque, en cuanto hemos salido de casa y llegado a la tercera cuadra, recordé que dejé el vestido sobre el sofá. Tuvimos que regresarnos solo que antes de volver a salir, Dylan me hizo hacer una lista mental para saber si por fin ya llevaba todo.

Se me había olvidado lo más importante, y si no es porque él pregunta, no lo recuerdo. Lo repito. Esa época en la que tenía todo perfectamente organizado, se acabó.

RAY (#2 M5C)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora