— ¿Tiene que ser tanto tiempo? —insisto
— Solo serán unos días más, por ahora no puede atenderme y no puedo irme para luego regresar. — responde, a través de la línea y bufo mientras colocó los folletos en cada silla.
— Unos días, ya va una semana y media. — siseo y se ríe.
—¿Lo cuentas? —vuelve a reírse —. Tampoco es que vaya a salir tan mal, incluso nada podría salir mal.
Es que, si los contaba, al principio creí que era por instinto pero luego, supe que era por monotonía, su monotonía, nuestra monotonía. Quise ignorarlo pero no podía. Ya era demasiado tarde como para retractarme y decir que no lo extrañaba.
Porque lo hacía y mucho. Muy a mi pesar, me había acostumbrado a él, la rutina de oficina, los cafés, los cumplidos, el que me lleve a mi casa solo porque sí. Había roto ley de no acostumbrarme a nadie. Por lo que, sabía que dentro de mí pasaba algo solo que aún no lo definía.
Sacudi cabeza para darme cuenta que lo había dejado esperando.
— Exacto, podría, pero como soy yo saldrá mal — respondo y me siento en uno de los asientos —. Se supone que para hoy estarías aquí y me ayudarías en esto.
— ¿Por alguna vez podrías hacer las cosas sin mí? — dice y no respondo —. Ya, no lo digo en serio, pero tú tranquila y yo nervioso.
—No, Dylan, yo nerviosa y tú tranquilo en Zelanda — digo, mientras miro las diapositivas en la laptop —. Hoy es la estúpida ponencia de los autos y solo recuerdo que mierdas es un Audi.
Y sí, hoy era la gran ponencia de la agencia automotriz y Dylan no había regresado aún de nueva Zelanda, me fie tanto de su regreso que no fue hasta que pise tierra que sabría que no estaría aquí para ponerme a estudiar los nombres y lo que diría.
Anoche, la madrugada, durante el viaje, el desayuno, y todo el tiempo que pudiera. Y aún no me sabía mi medio discurso.
— Ey, relájate, sé que lo harás bien, y sé que sí te lo sabes, además, no es la primera vez que hablas en público; lo harás bien. — agrega, tranquilo y yo inquieta.
— Bueno, por cierto, ¿Has estado hablando con Nicole? — arrugue el rostro sabiendo que no me ve.
—No exactamente con ella, con Sam, ese niño le encanta hablar — responde y eso aclara el por qué él no deja de hablar de mi amigo y que Nicole lo tenga en un pedestal como si se tratase del presidente.
Pensé que era solo porque es chismosa y quiere saber que pasa.
— Ya.
— ¿Estás mejor? — insistió.
— No. — respondí y camine a dónde el dueño de la empresa me llamaba.
— Señorita, ¿estará todo listo para la hora indicada? — si yo estaba nerviosa él estaba ansioso.
Sonreí amablemente y asenti —: Tranquilo, solo falta terminar de ajustar unas cosas en las pantallas los folletos y que usted se relajé, sabemos lo que hacemos. — respondí confiada.
Suspiró y asintió lentamente —: Muchas gracias. — termino y se fue. Al hacerlo volví a poner mi celular en mi oído.
— ¿Fue creíble? — dije mordiendo mi labio.
— Bastante, ¿ves que puedes tú sola?
— No insistas, Dylan, no. — gruñi —. Hablamos después.
— O antes — respondió y colgué negando con la cabeza.
Caminé hasta donde estaban las pantallas que daban acceso a las diapositivas que se pondrían mientras explicaba el proceso de venta y compra de los autos.
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RAY (#2 M5C)
Teen FictionRAY (#2 M5C) El pasado es del pasado, olvídalo, ¿puedes entenderlo? Ella quiere olvidarlo sin importar lo que cueste. Él dice que esa palabra no existe en su vocabulario. Los dos son lo suficientemente testarudos para no aceptar que jamás dejarán de...