Capitulo treinta y tres

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—Estoy coja no inválida. —me quejé, casi al mismo tiempo que Dylan rodeaba el auto para ayudarme a bajar e estabilizarme con las muletas.

—Para mi es lo mismo.

Negué con la cabeza. Afincando todo mi peso en las dos barras de metal que sostenían mis brazos. Suspiré antes de comenzar a dar el primer paso, el cuál, claramente fue fallido.

Fue un poco cómico, la verdad. No tome con la suficiente fuerza la muleta izquierda, que cuando tome el impulso esta cayó al suelo. Perdí el equilibrio, estuve lista para pegar la boca del suelo, sin embargo, antes que eso sucediera, una mano se enroscó en mi cintura sosteniendome, y casi al mismo tiempo sentandome sobre su rodilla. Mi pierna quedo siempre flexible mientras que la otra se había doblado un poco.

Cuando abrí mis ojos lo primero y único que ví fueron los ojos verde esmeralda que me habían acompañado durante los últimos días. Su mirada estaba perdida en mí y la mía también.

Era conciente que nuestro alrededor seguía estando ahí, y el que pasara nos vería. Pero eso no pareció importarnos demasiado. Su mirada cayó en mis labios y los lamí inevitablemente. Yo hice lo mismo, los suyos estaban entreabiertos. Estábamos tan torturosamente cerca, que nuestras respiraciones chocaban. Su aire era el mío y el mío el suyo. Volví a conectar mi mirada con la suya y casi al mismo tiempo tomó mi cuello con un poco de brusquedad pegando sus labios sobre los míos.

Vale, nos estábamos besando en plena calle. A plena luz del día mientras que yo estaba sentada sobre su pierna....y eso no podía parecerme más provocativo en ese momento.

Solté un pequeño suspiro cuando mordisqueo mi labio un poco fuerte y al mismo segundo adentrando su lengua en mi boca. La mano que todavía sostenía una muleta, la dejo caer al suelo para tocar su mejilla con un poco de dulzura.

Sabía que ese tacto no significaba nada a comparación del beso. Era un beso un tanto desenfrenado y por alguna razón lo sentía desesperado. Su forma de tomar mi piel y cada vez jalar mi cabello más fuerte hacia que me gustase cada vez más. Y luego estaba la fuerza que usaba para intensificar nuestras lenguas.

Me sentía bien.

Estábamos tan juntos, que en un segundo algo empezó a chocarme un poco la rodilla. Creo que él pareció también darse cuenta porque se separó de mí al instante. Un poco nervioso. Cuando miré al sitio, ers bastante evidente que chocaba conmigo era el bulto entre sus pantalones.

Cerró los ojos girando la cabeza para no verme y comenzó a tomar fuertes respiraciones. Alcé la cejas sonriendo y también me dispuse a mirar hasta otra parte. Sacudí mi mano en un saludo cuando ella se fijó en mí.

Mi vecina, la misma del otro día, me miraba con una gran sonrisa haciendo muecas hacía la persona que me sostenía por la cintura.

—¿Es tu novio, Sam?

Al instante Dylan la miró, todavía apenado. Solté una risita para mirarlo a él y luego a ella.

—Se puede decir que si. —admití.

La cara de Dylan se giro hacía mí al instante. Comenzando a darme muchos besos en la mejilla.

—Ay, qué mara....¡Pero, cariño, ¿que te ha pasado?!

Hice una mueca extraña mirando hasta mi pierna con estaba envuelta en una tela blanca que hacía un poco de presión. Mi vecina bajo corriendo el pórtico para verme de cerca, y claro, fue en ese momento que caí en cuenta de la posición en la que seguíamos.

Dylan tomó una muleta y la mujer la otra, y entre los dos me ayudaron a levantarme. Sonreí cuando logré mantener el equilibrio.

—No te preocupes, Amanda. Estoy bien.

RAY (#2 M5C)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora