RAY.
Día quince de la condena que marqué para siempre.
Ay, bueno, quizás y debería dejar de exagerar un poco. O tal vez nada. De igual forma era una condena perpetua... aunque me enfocara en pensar que no.
Escucho el timbre de mi piso sonar y rechinar en mis oídos. Creí haber dicho que no me gustaba el dichoso sonido. Lo que me hace pensar que mis vecinos no son. Me pongo de pie, muy a mi desgracia porque no quiero, y camino hasta la entrada para abrir la puerta casi al mismo tiempo que vuelve a sonar el timbre.
A penas la veo, frunzo mi ceño cruzandome de brazos bajo su atenta mirada miel y sonrisa chillona. Lo único que quiero ahora es tirarle la puerta en la cara y volver a tirarme en el sofá.
Alice.
—Te dije que no quería que vinieras.—murmuro, escéptico Ella parece ignorarlo.
—Lo sé, pero traje sopa.
Sonrío alzando un envase con el dichoso contenido. Estiro mi mano para quitárselo porque comida siempre. Después, respondo:
—Tambien te dije que no estaba enfermo.
—Tambien, lo sé pero quería verte.
Pongo los ojos en blanco rascando mi barbilla. Quizás debería afeitarme. Nah, me gusta como me veo a pesar del desastre que soy.
—Sí, pero te dije muchísimas veces que yo a ti no.
La sonrisa se le borró al instante. Poniendo su mano en mi pecho empujándome hacía atrás. Atrapo su mano en la mía, alejándola de mí, ella se suelta de mí caminando dentro de mí departamento.
—Me estoy quedando sin excusas, solo venía a hablar contigo.
La veo rodearme y pasar al salón de mi departamento. Hago señas de molestia al techo. No la quiero aquí. No quiero a nadie aquí.
Veo como pone una cara de horror al mirar el desastre de salón que tengo. Alzó mis hombros para seguirla segundos después. Comienza a tomar mi ropa entre sus manos para lanzarmela.
—¡Cochino! —grita, lanzando pieza por pieza.
—Intensa.
Me lanza una mala mirada mientras vuelvo a tirar la ropa al suelo sin mucho esfuerzo. Mi salón es un desastre. Envases de comida, ropa, botellas de cervezas vacías. Y alguno que otro zapato por allí. Desde el accidente, me ha dado caso igual todo. Casi no, todo me da igual. Hace varios días que no veo a los chicos. Y prefiero que quede así, no quiero una ronda de preguntas al respecto de Samantha. Así que preferí alejarme, al menos por un tiempo. No pretendo huir y alejarme de las únicas personas que tengo en el mundo. Mi familia.
He hecho un esfuerzo, uno grande, muy grande en tratar de evadir todo lo mi mente y cuerpo piden, que es estar cerca de ella. Últimamente me he sentido fuera de órbita. Fuera de todo. A pesar de que mi casa es un desastre, yo no lo soy. Al menos no en su totalidad, tengo días haciendo un poco de ejercicio. Al menos he vuelto a mi forma normal. Ya no estoy tan delgado como antes ni tampoco he dejado de comer. De hecho, como cómo un loco y al día siguiente me desgasto ejercitandome.
Mis vecinos, que desgraciadamente, son dos chicas una a cada lado de mi, me han dejado en claro varias ocasiones que me encuentro en perfectas condiciones. Bueno, como ellas dijieron comible. No iba a mentirme a mi mismo, eran guapas, mucho. Sin embargo, no era capaz ni de devolverles la sonrisa. La pareja que vive delante de mí son más considerados conmigo, se limitan a decirme una que otra vez que soy muy joven para vivir en las sombras.
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RAY (#2 M5C)
Teen FictionRAY (#2 M5C) El pasado es del pasado, olvídalo, ¿puedes entenderlo? Ella quiere olvidarlo sin importar lo que cueste. Él dice que esa palabra no existe en su vocabulario. Los dos son lo suficientemente testarudos para no aceptar que jamás dejarán de...