Capitulo cuarenta y uno.

892 150 110
                                    

¿Cuántas veces iba a despertar en un hospital?

Odiaba que la luz me diera directamente en el rostro provocando que no pudiera abrir bien mis ojos, odio el olor y tensión que me produce este lugar. Y sobre todo, detesto encontrarme sola. Cuando abrí mis ojos lo único que encontré fue a Jeff dando vueltas de un lugar a otro, sin decir nada. Y eso, solo podía significar una cosa.

—¿Dónde está?

Sus ojos se clavaron en mí, con cautela, y poco a pocos dejándome ver esa sonrisa que pocas veces presenciaba.

—Hola, mamá de dos preciosos niños -se acercó a mí—. Cómo sabrás, te adelantaste un mes, es por ello que están en observación. Estarán ahí por un tiempo.

Asiento, segura de lo que me está diciendo. Para después mirar toda la habitación, pensando en volver a preguntar lo mucho que me temo es real.

—¿Ray está con ellos?

Por varios segundos él no dice nada, y debería no afectarme, cuando realmente lo hace, mucho. Más de lo que pocas veces he podido presenciar. Después de un rato, clava la mirada en mí, aun un tanto nervioso de decirme.

—Sam, él salió más pálido que un papel de la sala de parto, nos dijo que todo había salido bien, pero, después de ese momento nadie lo ha visto —dice, lentamente. Cómo si le afectará a él también, esperando mi reacción—. Incluso, no estuvo cuando te trajeron a la habitación.

No quería sacar pensamientos apresurados, sin embargo, ya era muy tarde para ello. Mi respiración comenzó a ir muy lentamente y mis ojos a llenarse de lágrimas. Jeff se pasó las manos por la cabeza, para después tomar mi mano libre para que lo mirara, haciendo que me relajara, cosa que no fue así.

—Oye, eres mamá. Felicidades por ser tan jodidamente fuerte. No te desmorones ahora, ¿si? —miro la máquina a mi lado, preocupado—. Descansa un poco, supongo que en algún momento, los traerán para que los alimentes.

Sin embargo, a pesar de ello, solo cerré mis ojos con fuerza, mientras sollozaba. No tenía que preguntar más para saber que la solución de Ray fue huir. Y eso me hacía sentir tanta rabia que lo único que lograba hacer era respirar profundo.

—Muy bien hecho, Sam. —con mis ojos borrosos veo como Justin quita sus guantes, mirándonos—. Todo ha salido muy bien sin importar lo otro. Iré a ver cómo se encuentra ese par y después te llevaré a una habitación.

Le dí un leve asentimiento de cabeza a la vez que nos daba la espalda. Suspiré aliviada, sintiendo que el dolor desaparecía. Miré a Ray, estaba a mi lado, en silencio, mirando al suelo.

Oye, yo en serio tengo que hablar contigo. —susurré, llamando su atención.

Mis ojos se fueron cerrando poco a poco por el cansancio, a la vez que los labios de Ray se pegaban un suave tacto en mi frente.

***

—Muy bien, estas despierta, y unas personitas están muy hambrientas.

Despegue la mirada de la pared, para mirar a una enfermera que hablaba, la cuál, tenía una pequeña mesa en movimiento, que poco después supe que no se trataba de ello, era una camilla diminuta, en dónde los dos personas que más me importaban en este instante se encontraban. Me pecho comenzó a ir con rapidez y mis manos a picar.

—¿Se encuentran bien?

—Perfectamente -tomo uno entre sus brazos, acercándose a mí—. Y son preciosos.

RAY (#2 M5C)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora