Capitulo cuarenta y cuatro CAPÍTULO FINAL

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—¿A dónde vamos?

—Contra las apuestas, aquí nos quedamos...

Empezó a girar la cabeza repetidas veces mientras cantaba. Sonreí ante la imagen que proyectaba. Me gustaba verlo feliz, yo estaba feliz.

Éramos felices por fin.

—Ray, ¿a dónde vamos? —repetí, tomando su mano que yacía en la palanca.

—A nuestra primera cena sin ser padres.

Me quedé estática. Sonriendo hacía su perfil. Lo primero que pensé fue en los niños. Quizás me estaba volviendo un tanto paranoica con la idea de dejarlos unas horas con los chicos. Es decir, eran mis niños y era muy difícil que yo me despegara de ellos. No lo habíamos hecho nunca. Y me dolió mucho ver la cara de Samie cuando comencé alejarme.

Ray giró su cabeza para mirarme, mientras negaba con la cabeza.

—Estarán bien, Sam —me dijo, tranquilo—. Están con los chicos, y sabes bien que ellos no dejarían que algo les pase.

—Es que los extraño —murmuré, haciendo un puchero—. Bueno, aunque estar contigo tampoco es mala idea.

—¿Ves? Por primera vez estoy delante de mis hijos.

Resople, pegando la cabeza del asiento mientras él seguía conduciendo dejando leves caricias en mi mano.

Nunca supe cuándo o porque, pero era feliz. Había encontrado mi ahí es. Esos rulos que hacían cosquillas en mis mejillas. Esos ojos grises que me trasmitian sonrisas...ese chico. Mi chico.

Cuándo Ray detiene el auto y sin decirme nada más baja del mismo, comienzo a mirar a todos lados. Hasta que mi corazón y mi mente lo entienden.

Él abre la puerta, dejándome salir, tomando mis manos entre las suyas, mientras sigo mirando todo el lugar, seguía estando igual.

—E-es...

—El lugar de nuestra primera cita, lo es. —afirma dándome una de sus perfectas sonrisas. Me abalanzo a él, abrazándolo con fuerza.

—Yo también te amo.

—Yo no he dicho eso. —susurro, levantando la cabeza para mirarlo.

Por más que pasarán los años, siempre iba a preferir ser un poco más pequeña que él, porque me dejaba una perfecta vista de su perfil o de su barba de días.

Estás un tanto obsesionada, ¿no?

Puede.

—Pero lo sientes.

Y así sin más, comenzó a caminar conmigo detrás, dirigiendonos a un sitio que no reconocía. Es decir, era hermoso, tanto con el ambiente tranquilo y solitario, cómo la vista perfecta del cielo repleto de estrellas.

Para ser más específica, estábamos en un arroyo, en la orilla. En el lugar más fresco y pacífico de la ciudad. Generalmente las personas venían aquí de día, nosotros una vez vinimos de noche, y desde ese momento, supimos que volveríamos venir cuando ya no colgaramos de un hilo.

Habían colocado luces dentro del agua, que hacían ver el lugar más único siendo acompañado del sonido de la cascada cayendo al fondo.

—No lo recordaba tan perfecto.

—Con tal de verte tan maravillada, hago esfuerzos.

De hecho, la vez que venimos, Ray confesó por primera vez que me amaba, y cómo sabía que me costaba aceptarlo, antes de que yo dijese algo, me tomó de las caderas y tiró al río con todo y ropa. Después dijo que él nunca había dicho nada.

RAY (#2 M5C)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora