9. GRITOS

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-Ostia no me jodas ¿Y ahora cómo llevas eso de trabajar con el chico que te gusta?-Pregunte con los ojos como platos.

-Tu estás sorda, dije gustaba, pasado Ainara, pasado tia-Me dijo Helena riendose de mi.

Pues menos mal porque si no me mataba yo misma después de provocar a el tío que le gustaba a mi amiga.

Por una parte le ahorraba hasta trabajo a los sicarios.

-Pues es verdad- Dije levantándome del sofá.- Y bueno¿Ahora no tienes nada con nadie ni nada?-Pregunté tirando la manta a la cabeza de Helena.

-¿Yo?¿Que va para nada? Nada de nada-Me dijo Helena como evadiendo el tema.

Pues me extrañaba, Helena era una chica medianamente alta y esbelta, con el pelo marrón oscuro largo y fino,sus ojos eran color café y tenía las medidas y el cuerpo para ser modelo perfectamente. Otro de sus sueños frustrados como el de ser escritora, pero bueno ahora con eso de actriz cuando va a los eventos está entre fotógrafos en algún anuncio y portadas de revista a salido.

-Vaya faena, si esque los hombres de ahora no saben valorar-La dije para dar por terminada la conversacion.

Nos despedimos y cada una nos fuimos a nuestras habitaciones a dormir.

Antes de acostarme estuve mirando un par de correos y mensajes que me enviaba Joseph desde la cárcel.

''Ainara, vinieron a verme unos abogados que mandastes, te debo la vida, literal, me sacan de aquí en 2 semanas, aunque ya sabes, si no quieres acabar aquí como estuve yo durante 5 meses, la boca cerradita, no cuentes nada a nadie. Te llegarán cinco mil euros a donde te estés alojando como recompensa y después desaparece de tu vida, lo juro, solo mandame la direccion''

No lo creo.

Estaba loco, era un psicópata si le mandaba mi dirección podría perfectamente venir el mismo a buscarme y matarme el mismo con sus manos.

Era tan capaz de eso como de ser tan rencoroso de meterme en la cárcel, lo mejor era olvidarme de el dinero, por mucho que lo quisiese y de él.

''Sabia que te sacarian de ahí, contacte con los mejores, gracias por la propuesta de los cinco mil euros, pero no me interesa el dinero, tal y como lo acordamos tu por tu lado y yo por el mio y si se te ocurre decir algo contra mi acuerdate que yo también tengo mis propios contactos no me das ningún miedo tenlo siempre en la cabeza. Todas las pruebas que me incriminan las borre absolutamente todas, asique no insistas en buscar nada y si se te ocurre guardar el correo, lo siento segun lo leo se borrara y no quedará ni ra-''

Borre enseguida el correo y cerre todos los rastros de busqueda, mensajes y todo lo que me implicaba formar parte de el asesinato como siempre hacia cuando iba a dejar de usar el ordenador.

No pude terminar de escribir el correo ya que mi teléfono empezó a sonar y a vibrar.

Nora.

Conteste.

-Hola cielo, son las cuatro de la mañana ¿Que pasa?-Pregunté echando un pequeño bostezo como si me hubiera acabado de levantar.

-Ainara-Dijo una voz masculina.

Oh no, esa voz no era de Nora.

Ian.

-¿Que demonios te pasa?¿Qué coño haces con el teléfono de Nora?-Pregunte con la voz elevada pero no lo suficiente para levantar a Helena que estaba durmiendo.

Esto es surrealista, pensé.

-Estoy en la puerta del edificio de Helena, baja por favor-Me dijo Ian sin apenas poder vocalizar.

Lo primero que hace con el móvil de Nora aquí, lo segundo cómo ha llegado hasta aquí si ni siquiera puede pronunciar las vocales.

Me calcé rápido y bajé, para mi suerte tenía puesto los pantalones de un chándal y una camiseta de tirantes.

Estaba más o menos presentable.

Cuando abrí la puerta del edificio, le vi sentado en la acera con una botella de Bourbon probablemente otra de la que empezó a beber en casa de Nora.

-¿Se puede saber qué pasa contigo?-Le grite mientras me agachaba para ponerme a su nivel.

-Mis padres, Ainara mis padres- Me gritó mientras se agarraba el pelo con fuerza.

Tenía las manos temblando, he incluso los nudillos sangrando como si hubiese pegado a alguien o algo. Apestaba a alcohol y tenía el pelo mojado.

Sería un imbécil, pero alguien no se pone si le da igual algo.

Intenté agarrar y levantar.

He de decir que poco tampoco pesaba y me costó.

-Vale necesito que ahora me mires-Le cogí la cara con una mano mientras le agarraba con la otra.

Ian me miró con los ojos ensombrecidos por la rabia y llorosos.

-Vamos a subir a casa y vemos que hacemos ¿Vale?-Le pregunté mientras cogía su brazo para pasármelo por encima y así intentar andar tirando de él también.

Él se limitó a asentir con la cabeza e hizo lo que pudo para intentar andar.

Llegamos a casa, mi baño estaba bastante de la habitación de Helena asique en silencio y con cuidado le metí bajo la ducha porque supuestamente, eso te espabila un poco.

O algo así leí en internet hace unos años.

Le quite la botella de las manos y le vacié los bolsillos, donde llevaba solo el móvil de Nora y unas llaves.

Le quite poco a poco la camiseta él solo se dedicaba a poner caras de asco, bueno al menos aún conservaba su esencia aunque no se quejaba.

Me fije en que tenía un gran dragón en un lado de las costillas y algunas cicatrices pequeñas por el abdomen.

Luego sin pensarlo mucho le quite los pantalones dejándole solo con la ropa interior.

Abrí el grifo y lo metí en la ducha bajo el agua, al ser plato de ducha no me costó apenas meterle.

-Aina...-Hizo el amago de hablar, pero las palabras apenas era capaz de pronunciarlas.

-No pasa nada, ya hablaremos mañana- Le dije sonriendo para que supiera que estaba ahí.

Ese hombre era capaz de sacarme de mis casillas, hacerme de rabiar y luego preocuparme por el.

Empecé a asustarme, solo le conocía de hace dos días.

No quería pensar si nuestra relación siguiese así lo que me podría provocar o hacerme sentir.

Eso no era bueno.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora