47. LA DESPEDIDA

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Me levante acostada en el suelo.

-Siete segundos ¡Wow! Estoy impresionado con el nuevo récord- Dijo una voz masculina al final del salón.- Pensé que te duraría más el desmayo.

Levanté la vista para ver quién demonios era.

Izan.

Mis ojos no pudieron evitar mirar directamente hacia el suelo.

Y lo que parecía ser una bolsa con el tamaño perfecto de un cuerpo humano.

-¿Qué has hecho?- Titubee preguntando mientras me pegaba a la pared con miedo.

-Es tu regalo, por haberme protegido aquella noche.- Me respondió Izan sonriendo.

Se empezó a acercar hacia mí con pequeños pasos.

No era capaz de moverme, ni de hablar, jamás había entrado en ese estado de shock.

Llevaba una camisa negra con un par de botones desabrochados y unos vaqueros color negros.

Su camisa estaba llena de sangre al igual que su mano.

Cuando se colocó frente a mí, con suavidad me coloco el pelo detrás de la mejilla y me susurro en el oído.

-Es de mala educación no abrir los regalos Aura, ¿Dónde están tus modales?- Me pregunto.

La piel se me erizó.

Ya no era solo el miedo que tenía de descubrir quién era quién había en aquel enorme saco.

Era como sabía que Helena no estaba allí.

Ya que yo era la única que sabía, que se mudaría una temporada con Yon a un pueblo cercano de Nueva York.

¿Cómo había entrado sin forzar la cerradura?

Y el porque me excitaba que Izan me susurrase al oído, pudiendo saber que había asesinado a alguien.

Su aliento era una mezcla de tabaco y menta.

Y con sus graciosos dientes separados, habló.

-Vamos- Ordenó agarrandome la mano y conduciendome hasta el lado de aquella gran bolsa.

Me agache mientras de mis ojos no paraban de brotar lágrimas asustada.

Con cuidado fui deslizando la cremallera que había en ella hacia abajo.

No.

No era posible.

-¡Joseph!- Grité desgarradamente.

-Amor, ¿Por qué sufres?- Me preguntó Izan preocupado.- Acabo de acabar con todos tus problemas.

Me levanté de golpe y le abofeteé.

-El unico puto problema que hay aqui eres tu, no te quiero volver a ver en mi vida, largate- Le grite mientras no dejaba de llorar.

Izan me abrazo fuerte.

Muy fuerte.

En ese mismo momento, mientras no podía respirar, mi vista se tornó borrosa.

Empecé a dejar de sentir mis piernas, mis brazos...

No sentía nada.

No era capaz de sostenerme en pie por mi sola.

Solo me agarraba a él con fuerza.

Y de repente, todo.

Negro.

Abrí los ojos, estaba acostada en mi cama, con una manta cubriendome.

Y en una silla, mirando atentamente, el asesino de Izan.

Me iba a levantar a gritarle, a contarle todo mi plan con Ian, pero me acordé de las palabras que el que ahora era mi novio, me había dicho.

Eres la pieza que faltaba en el puzle para acabar con este conflicto, eres capaz de hacer esto.

Aura, calma, Ian se encargará de esto.

Eres fuerte, me recordaba a mi misma mentalmente.

Aunque, también le había dicho a Ian que sólo quedaría con Izan en sitios públicos, si no él no me podría salvar.

Y yo aquí, en mi casa.

-Joder, mierda.- Susurre para mi misma.

-¿Que quieres decir con ese joder?- preguntó Izan sentándose a los pies de mi cama.

-¿Qué has hecho? ¿Por qué? ¿Cómo lo sabías?- Pregunté asustada aún y encogiendo mis piernas.

-Como ya te dije soy muy inteligente, necesito saber con quien me junto y no me junto, investigue y casualmente vi que tuvistes una relación, la cual no salió muy bien, aunque eso lo sabes tú mejor que yo, con el que ahora esta- Comenzó a explicar haciendo el gesto de muerto.

¿Cómo se podía ser tan bruto y no sentir ninguna culpa?, pensé.

-Soy un sociópata- Me contestó como si no le importase.

-¿Un qué?- Pregunté confundida.

-Sociopata, Aura- Aclaró- Un sociópata suele mostrar insensibilidad hacia el resto de personas sin sentir arrepentimiento cuando hace daño.

-Vamos lo que se llama arrogancia, narcisismo y superioridad- Saque como conclusión.

-No es superioridad, simplemente creo que soy mucho más inteligente que el resto de personas- Específico Izan- Que de normal son bastante mediocres.

Me quedé asombrada al ver como lo decía de forma tan normal.

-Me enteré que estabas amenazada por Joseph, y nadie hace eso a mi tesoro- Me siguió contando sonriente.- Como se lo estaba contando el cabrón, lleno de prostitutas.

-¿Por qué le has matado?- Pregunte aun sin saber muy bien el motivo.

-Porque lo que es mio- Me dijo dándome un beso en la mejilla- O será mío, nadie lo toca.

Puto enfermo.

-¡Estás loco!- Le grité empujandole.

-Por si te preguntas, tranquila, no hay ninguna pista que nos incrimine, todo está borrado A no ser que te portes mal conmigo princesa- Me intentaba coaccionar Izan con gesto triste- ¿Pero no lo seras verdad?

Me aguante la arcada y decidí centrarme en el plan.

-Por supuesto que no, además tendré que devolverte el favor no, ¿Que quieres a cambio Izan?- Le pregunte seria.

-Una cena, en el Reds garden- Me contestó Izan mientras se ponía la chaqueta para irse.

Y de repente recordé que había un muerto en el salón.

Corrí casi llevándome a Izan por delante y

Nada.

Me gire para preguntar dónde estaba.

Pero antes, habló él.

-No hace falta que preguntes, ahora mismo lo estarán incinerando en cualquier cuneta- Contesto Izan pasando a mi lado sin mirarme.

Yo me quedé quieta.

- ¿Quieres las cenizas?- Pregunto Izan burlándose de mí.

-Imbécil- Le grite mientras le empujaba a que cruzase la puerta.

-¡Ah por cierto!- Se giró Izan drásticamente enseñándome la palma de su mano.

-¡Con que así lo hiciste!- Exclamé.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora