Ian me acerco más a él, y con eso, pude notar más su respiración, cómo se elevaba y bajaba su pecho despacio.
Al tener su boca casi rozando mi cuello, me produjo un escalofrío.
Nada desagradable he de decir.
Me empecé a poner nerviosa y con eso el corazón aún más.
Su brazo me agarraba fuerte, como si no me quisiera soltar en ningún momento.
Me sentía tan cómoda, que sin darme cuenta me había quedado dormida.
A la mañana siguiente me levanté yo antes que él, abrí mis ojos e Ian estaba con su cabeza encima de mi tripa, con la sábana llegando hasta su cuello, como si nos hubiese tapado a los dos para que yo tampoco tuviera frío.
Se le veía cómodo, estaba con la boca entreabierta y ambas manos encima de mi abdomen junto con su cabeza.
Le sentía apoyado en mí, pero no me molestaba en absoluto el peso de su cabeza.
Con cuidado le moví hacia un lado tratando de no despertarle y salí de la habitación ya que escuche ruidos de risas en el salon.
Ainhoa y Harry estaban buscando por todos los armarios de la cocina.
-Buenos días tortolitos- Les dije con un susurro mientras intentaba cruzar el pasillo ya que Kaden y Nora seguían durmiendo.
-Vamos a despertarles, ayúdanos a buscar una cacerola- Me dijo Ainhoa riendo con la voz casi inaudible.
-Nos van a matar- Añadió también Harry mientras seguía buscando.
-El primer cajón justo debajo de la vitrocerámica- Les dije apuntando con mi dedo al cajón.
-¡Ja! Bingo- Dijo Harry como si tuviese el poder en sus manos.
Ainhoa contó hasta tres con los dedos.
Harry junto con una cuchara de metal, empezó a darle golpes a la olla, hacía un ruido espantoso, debía de haber despertado a todo el edificio.
Ainhoa y yo mientras tanto solo éramos capaces de reírnos a carcajadas.
Kaden y Nora se incorporaron con la respiración acelerada e Ian salió de repente de mi habitación apoyándose en el marco con una cara increíble de asco hacia nosotros tres.
-Fuck you- Nos gritó Nora sacándonos el dedo del medio de su mano.
Como si nada, se volvió a tumbar y a cubrirse con la manta sobre la cabeza.
Kaden sin embargo sí se levantó, pero no para darnos unos cálidos buenos días.
Ojala.
Le quitó a Harry sus valiosas armas y le empezó a escasos centímetros de su oreja a devolverle su merecido haciendo exactamente lo mismo.
Ian mientras yo me dedicaba a reirme sin parar, me cogió de los muslos y me cargó sobre su hombro como si fuese una saco de patatas.
-Pov: Eres un saco de patatas- Gritó Helena de repente desde el otro lado del pasillo refiriéndose a mi estado actual.
Nora se levantó y fue corriendo hacia Ainhoa para empezar a darle leves golpes por todo su cuerpo.
-¡Sueltame idiota!- Le grite a Ian mientras le pegaba unas cuantas patadas y seguía sin poder parar de reirme.
Eso a Ian le animaba a continuar y entre mis risas, pataletas y su falta de equilibrio.
Caímos los dos al suelo.
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MIRADAS QUE MATARÁN
RomanceHuir de Canadá para irse a Nueva York con una vieja amiga de la universidad y tener una nueva vida lucía muy bien, ¿Verdad? , lo que nadie sabe es el motivo por el que huir no fue nunca una opción para Aura, una chica la cual la vida no le había pue...