42. VINO

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Aparcamos el coche frente a su preciosa casa, aislada de cualquier persona.

Me hizo esperar en el salón hasta que él pusiese la cena en la mesa, una vez me avisó, entre.

En aquella mesa de cristal se encontraba un ramo de rosas rojas y negras.

Una vela en el centro, que por cierto olía muy bien.

Ian me agarró de la mano y me acerco hasta la silla, me la aparto como un auténtico caballero, aunque sabía perfectamente que podía hacer las cosas por mi misma, lo hacía,con cariño y dedicación.

La cena empezó, había una gran fuente de patatas fritas.

Con este olor solo llego al orgasmo, pensé.

-Y eso que aún no has llegado al postre- Me dijo desabotonando su camisa.

Mierda, esto de pensar en alto enserio es un problema.

En la mesa también había dos platos de pasta con lo que parecía ser carbonara.- Muy buena pinta por cierto.

-¿Vino?-Le pregunte guiñándole un ojo con picardía.

-Cariño tenía todo preparado, y en un abrir y cerrar de ojos sacó una botella de vino, que lucía bastante costosa de la nevera.

La cena empezó y las ganas de aclarar bastantes cosas no me las podía aguantar.

-Oye Ian...-Deje caer mirando para otro lado.

Ian me asintió con la cabeza, esperando que continuase, ya que tenía la boca llena.

-¿Qué fue todo aquello de esta mañana, que hacías ahí?-Le pregunté sin rodeos.

Ian se atraganto.

-Lo tuyo no son las indirectas ¿Verdad?- Añadio tragando lo que le quedaba de comida

-Sabes perfectamente que no.- Le conteste sonriendo con orgullo.

El me miro buscando que decirme.

-¿No te sorprendió ver una casa tan grande para solo una sola persona?- Me dijo riéndose con tono burlón, como si fuese una cosa obvia.

-Pues no, tenía apariencia de que tenía mucho dinero y se lo podía permitir- Dije acomodándome relajada en la silla.

-¿No te diste cuenta de las fotos en la entrada?- Preguntó entrecerrando los ojos.

A medida que iba recordando aquella casa, si, creía recordar fotos de muchas mujeres en ellas, y fotos de hombres en otras, ahora todo cobraba sentido.

-¿Puedes empezar desde el principio? Por favor y gracias.- Le ordene cruzándome de brazos y chasqueando la lengua.

-Cuando me llamaste, las mujeres que escuchaste, formaban parte de esa casa.-Me dijo sacando el móvil y enseñándome a cada una de las chicas.

Parecían rusas, todas eran rubias con ojos azules, unas mas altas, otras más bajas, pero todas seguían un mismo patrón.

-Parecía que te lo pasabas bien.- Dije celosa sin poder evitarlo.

Ian entorno los ojos.

-Eso estaba haciendo parecer anoche, distraerlas, para así dejarle solo, juro que no sabía que iba a ir a tu casa, simplemente mande que le vigilarán, aunque al final le persiguieran cuando salió de casa, bueno ese fue Hermes.- Contestó sin darle importancia

-¿¡HERMES ESTÁ AQUÍ?!- Grite impresionada y tapándome la boca con las dos manos.

-Si, en casa, con las 5 mujeres que faltaban en esa casa, dejando la casa sola de Izán concretamente.- Dijo Ian tan tranquilo, acostumbrado a mis brotes.

-De qué casa hablas Ian?- Pregunte inspeccionando la casa en la que estábamos.

Ian se quedó blanco, sin saber qué decir.

-La otra- Susurro sin mirarme a la cara.

-¿La otra? ¿Perdón?-Volví a preguntar estupefacta.

-Bueno ese detalle me falto explicártelo quizás.- Dijo levantándome de la silla y agarrándome las manos.

-¿¡Quizás?! Pedazo de capullo.- Le grité sin poder contenerme la risa.

-Cuando necesitamos tener ciertos objetivos retenidos, tenemos una segunda casa, no nos gusta que entren en las nuestras.- Me explico colocando recto mi collar, ya que lo tenía torcido.

¿Pero entonces esa casa? ¿Qué es?- Pregunte abrochando con cuidado los botones de su camisa.

Ian me miró sin saber que decir, como si no supiese que inventar en ese momento.

Venga no me jodas.

-¿Lo que me faltaba ahora dirás que es un matadero?- Pregunte estupefacta.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora