45. ENCONTRONAZO

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IAN

-Sabía que estarías en este vertedero -Dijo mi madre tapándose la nariz evitando así el supuesto mal olor - ¿Por cierto cuando piensas limpiar?

Ella aquí otra vez no.

Mi madre echó un rápido vistazo a la chica que hasta dos segundos estaba apunto de tirarme.

Mi novia.

Que bien suena esto, podría acostumbrarme, pensé.

La mire como un tonto y ya no habia rastro de ella era una bola de sabana blanca.

Volviendo a sentarse en mi madre y parpadeando un par de veces, no me creía que estuviese ahí plantada tan tranquila.

-¿Qué demonios haces aquí?- Le pregunté vistiéndome rápido y vergonzoso.

-¡Wow! Veras, fui a preguntar al trabajo por ti y no se como ha resultado ser que llevas dos semanas sin ir- Contestó mi madre cabreada- ¿Sabes que por muy guapo que seas no pagan si no vas a trabajar, no?

Entorné los ojos hacia arriba y me froté la cara con desesperación.

-Creo que soy lo suficientemente adulto como para saber que hago y dejo de hacer- Dije en tono serio.

Mi madre me miró.

Pero me ignoró.

-Y tú seas quien seas tienes un pecho fuera- Murmuró señalando a Aura.

Un pequeño grito salió de debajo de esas sábanas y se volvió a colocar.

-Sal Aura- Ordene.

Aura salió bajo ese revoltijo blanco y se cubrió para incorporarse encima de la cama avergonzada.

-Mama no disimules, sabe todo, ¿Papá no te ha dicho nada?- Pregunte mientras pasaba la ropa a Aura.

-Maldito bastardo- Bufó mi madre en voz casi inaudible.

Vamos que no, me contesté a mi mismo.

-Hola Aura querida, soy Raquel- Se presentó mi madre acercando la mano a Aura una vez ya estaba vestida.

-Encantada Sra.Moore- Saludo ella con su simpática sonrisa aunque avergonzada tras esa incómoda situación.

-Siento haberte pillado en este estado- Se disculpó mi madre- Y por favor llamame Raquel.

-Perdóneme a mí de verdad- Añadió Aura.

O corto esta conversación o me puedo echar a dormir y despertarme cuando sea un viejo decrépito.

-Bueno ya, y no mamá no he podido estuvimos en casa de Aura.- Corte tajante.

No era borde ni mucho menos, a mi madre la adoraba, pero siempre fuimos educados para ser claros y no andar con rodeos.

¿Será que por eso no soy capaz de demostrar a Aura cuánto la amo?- Me pregunte a mi mismo.

-Me da igual, ¿No pretenderás vivir de la nada verdad?- Pregunto mi madre con una sonrisa aterradora.

-Ser mafiosos y trabajar a tiempo parcial no me cunde.- Conteste echandola poco a poco de la habitación para que Aura se pudiese cambiar de una vez.

-Mañana vuelves y tu hermano Alexander, esta en el calabozo.- Me contó mi madre- Asi que ya estás yendo.

-¿Por que yo joder?- Pregunte cabreado.

-Tómatelo como castigo- Me contestó mi madre saliendo por la puerta de casa.

Venga ya.

-¡Ya soy mayor!- La grité mientras se montaba en el coche.

Cerré la puerta y me tapé la cara analizando todo lo que había pasado.

Primero: Mi madre casi me pilla teniendo relaciones sexuales.

Segundo: Le ha visto un pecho a la que ahora es mi novia.

Tercero: Mi hermano pequeño está en el calabozo a saber por qué motivo.

Cuarto: Aura era oficialmente mía.

Y quinto, el más importante: Mañana tengo que ir a trabajar.

Una de las ventajas es que ya no ejercía desde hacía muchos años de actor, solo de modelo y eso era por una parte un alivio.

Me refresque la cara con agua fría y pase a la habitación.

Miré a Aura y se empezó a reír, pero no de una manera normal, si no con todo el aire que tenía en los pulmones.

-No me puedo creer que tu madre me haya visto una teta- Dijo Aura entre risas.

-Ni yo, ni yo darling- Le dije abrazándola y acompañándola en su risa.

Aura se terminó de vestir y rápido fuimos a por Alexander.

La noche era fría pero la luna estaba llena, y era preciosa.

-¿Ian se puede saber a donde estamos yendo si tu madre no te ha dicho que comisaría es?- preguntó Aura apoyando su cabeza en la ventana.

Como se nota que le queda mucho por aprender de los Moore.

-Lleva siendo el mismo calabozo cuatro años, se donde es- La dije convencido.

Llegamos a la comisaría de siempre.

-Aura quedate en el coche, por favor- Le dije.

Cuando me bajé del coche, ahí estaba ella con su cuerpo fuera de él.

-No, gracias- Me contestó con una sonrisa sarcástica.

Tan cabezota como siempre.

-Eres como un grano en el culo darling- La conteste rodeándola con mi brazo.

Entramos y ahí estaba el agente de confianza.

Ya me conocía, a mi y a mi familia, obviamente no en lo que andamos metidos, para ellos somos la típica familia rica que trabaja haciendo inversiones.

No hizo falta decir mucho.

-Sr. Moore, serían quinientos euros ya sabe como es el protocolo- Me explico aquel buen hombre moreno.

Claro- Dije sacando mi tarjeta y pasándola por el datáfono.

-Primero quiero que vea a su hermano menor Alexander y luego le explicaré con detalle porque le trajimos- Añadió el agente mientras bajábamos hacia los calabozos.

Aura no paraba de mirarme sorprendida, me sentía incómodo aunque se que no lo hiciese con mala intención, si no por la mente fría que estaba teniendo.

Una vez estábamos abajo lo primero que vi, fue a Alexander con la cara hinchada.

Las manos y su rostro ensangrentados.

-¿Qué has hecho?- Pregunté con los ojos como platos.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora