IAN
Estamos escondidos en un armario y solo puedo pensar en que, joder, que bien huele.
Siento que me arde la piel cuando estoy con ella y si eso significa quemarla a ella también lo haré.
-¿Pero qué haces?- Me susurro antes de que la persona entrase a la habitación.
La hice un gesto de silencio y con cuidado abrí una pequeña rendija del armario.
Kaden y Nora se abalanzaron uno sobre el otro y mi reacción fue llevarme las manos a la cara.
Ainara me miró con asco y ella miró también por la pequeña rendija.
La tia siempre llevaba cara de asco.
Cerró de nuevo la puerta con cuidado y se encogió de hombros.
Era insoportablemente atractiva cuando se hacía la indiferente aunque se estuviese muriendo por dentro.
Igual que cuando me dijo que no quería nada conmigo, no se lo creyó ni ella.
Le temblaba la voz y no sabía disimular.
Empezamos a escuchar varios gemidos y su curiosidad la pudo.
Volvió a abrir una pequeña rendija y miro, su sonrisa juguetona apareció y me miró esperando que también mirase.
Esa sonrisa siempre me revolvía todo y mi intimidad lo noto.
Me acerque para hacer el amago de mirar pero mis ojos se desviaron del recorrido y la mire a ella.
Nuestras miradas coincidieron y mis ojos se fueron a ese cuello, ese por el que podía volverme loco hasta el punto de llegar a ser adictivo.
Ella tenía el poder de provocarme y ella lo sabía perfectamente.
Con cuidado me acerque y en un tono casi inaudible la susurre en el oído, sabía que eso la ponía la piel de gallina.
-No deberíamos de estar escuchando esto- La dije mordiendo su oreja con delicadeza.
Sus ojos se fueron a mi intimidad por accidente y se sonrojo, no se sonrojaba como el resto del mundo, ella parecía terriblemente sexy e inocente a la vez.
Eso me excito aun mas y la mire con una sonrisa pícara mientras arqueaba mi ceja.
Se tapó los ojos y empezó a negar con la cabeza muerta de la vergüenza.
Verla avergonzada me daba risa.
-Lo dicho, pervertida- La susurre riendome en silencio.
-Callate cerdo- Me contestó empujando mi hombro.
-No es por ti darling, es que eso de los gemidos se apodera de mi- La dije orgulloso.
-Mejor, porque eres asqueroso- Me dijo girando su cabeza para no mirarme.
Kaden y Nora salieron de la habitación pocos minutos después.
Ainara abrió la puerta y salió estirándose.
-Ainara- La llame crujiendo los dedos de mis manos.
-¿Qué quieres?- Me respondió cruzándose de brazos.
-No sigas aferrándote a que no te pongo tan acelerada como nuestros coches esta mañana, acabaras pecando igual.- La dije frio agarrandola el brazo.
Ella me miro mordiéndose el moflete por dentro,
-No me aceleras porque no siento nada por ti- Me respondió soltándose de mí con fuerza.
Tensé mi mandíbula.
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MIRADAS QUE MATARÁN
RomanceHuir de Canadá para irse a Nueva York con una vieja amiga de la universidad y tener una nueva vida lucía muy bien, ¿Verdad? , lo que nadie sabe es el motivo por el que huir no fue nunca una opción para Aura, una chica la cual la vida no le había pue...