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Podría decir que tenía ganas de tener sexo con él, pero mentiría.

El corazón me dolía, todo lo que había pasado hoy, me había dejado en un estado melancólico profundo. Echaba de menos cuando era una Aura normal.

Cuando iba al instituto.

Aunque no se me diese muy bien, mis mejores amigas de la adolescencia siempre estaban ahí.

Para hacerme reír con alguna de sus clásicas palabras, frases; o para comentar incluso la forma en la que vestían algunas personas.

Lose, lose, no es muy ético pero, ¿Que importaba?

No éramos alumnas ejemplares ni mucho menos, de hecho no estaba bien visto que fumasemos, ni bebiesemos en los recreos bueno y supongo que aún menos entre los pasillos, obviamente, fumar, lo de beber lo dejabamos para los fines de semana.

No éramos irresponsables.

Tampoco éramos populares, pero se nos diferenciaba muy fácil por nuestro carácter rebelde y fuerte, la mayoría de profesores lo conocían.

Aunque jamás nos hubiesen dado clase.

A pesar mío, también he de aclarar que era un colegio catolico.

Extremadamente catolico- Suspire.

Éramos un grupo inseparable, nos llamábamos ''La triple entente''

La cabecilla del grupo, Gaia, era de estatura media, pelo negro y ojos verdes, tenia el caracter más fuerte de las tres, era admirable. Jamás dejaba que nadie te hiciera daño, siempre estaba cuando la necesitas.

A pesar de que ella había aprendido a ser fuerte, no de la mejor forma, era la persona más luchadora que conocía.

No tenía miedo a nada ni nadie, Gaia era diferente.

Clod, mi pequeña Clod, era la más bajita de las tres,a pesar de no ser muy alta, gritaba y peleaba como ninguna.

Nadie era capaz de decirla nada, era la más dulce pero cuando se enfadaba era como un diablillo.

Tenía un enorme corazón y al igual de peleona, era la persona más sensible que conocía.

Sentía siempre la necesidad de protegerla y que nadie le dijese nada.

Recuerdo que siempre que peleabamos por nuestras tan diferentes personalidades, acabamos pidiéndonos perdón a los segundos.

Clod era morena, y tenía los ojos marrones, era esbelta y con las facciones de la cara muy suaves.

Y por último yo, Aura.

Pero no la Aura de ahora.

Una Aura rubia, simple, quizás con un poco de malicia, e incluso bastante malhablada, pero daba todo por todos sus amigos y anteponia siempre el corazón a la razón.

Era insegura, miedosa, ellas dos siempre me protegían. Y estaré siempre agradecida de ellas, eran mis ángeles de la guarda.

Yo había sido bastante popular antes de conocerlas, pero todo llegaba a su fin, y de ser la que se reía de los que estaban solos, sin entender porque, pase a ser yo la que se sentaba sola en el bordillo a comerse su sándwich.

¿Lo que es el karma, verdad?

He de decir que la primera vez que las conocí no empezamos con buen pie, pero así es como se consiguen las verdaderas amistades ¿No?

A pesar de ser muy tarde, no pude contener las ganas de escribirles un mensaje preguntándome que era de ellas, ya que habían pasado cuatro años que no sabía nada.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora