10. EL CORREO EXPRESS

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Lo saque de la ducha y le sequé el cuerpo con algunas toallas que había en el baño.

Pensé en volverle a poner la ropa, pero apestaba a alcohol y no quería que dejase el sofá apestando.

Llegue a ser buena persona ayudándole, pero sin amor propio no, yo dormía en mi cama.

Vamos faltaría mas.

El se iba directo al sofá.

Le ayude a recostarse en el sofá y cuando por fin estaba tumbando, le pase por encima una manta, ya que estaba medio desnudo y no era plan de tenerle así en casa de Helena.

Sobre todo porque yo no se si seria capaz de controlarme.

Me acerque a la habitación de Helena para informarla brevemente lo que acaba de pasar y que por la mañana no lo flipa en colorines.

-Pss..pss- Le dije a Helena con suavidad.

-¿Que?-Me respondió Helena llevándose las manos a la cara aun dormida.

-Ian esta en casa, medio desnudo, borracho como una cuba y en el sofá, mañana te cuento-La dije colocando los edredones por encima.

Ella afirmó con la cabeza y se dio la vuelta.

La di un beso en la cabeza y me fui a mi habitación.

Abrí el portátil y termine de enviar el correo que deje a medias.

''Sabía que te sacarían de ahí, contacte con los mejores, gracias por la propuesta de los cinco mil euros, pero no me interesa el dinero, tal y como lo acordamos tu por tu lado y yo por el mío y si se te ocurre decir algo contra mi acuérdate que yo también tengo mis propios contactos, no me das ningún miedo tenlo siempre en la cabeza. Todas las pruebas que me incriminan las borre absolutamente todas, asique no insistas en buscar nada y si se te ocurre guardar el correo, lo siento, según lo leas se borrara y no quedará ni rastro de mi, asique olvídate de las amenazas que nos conocemos.''

Enviado.

Cerré todas las cuentas de los correos que tenía y elimine las cuentas.

Borré todo rastro que pudiese quedar y me fui a dormir.

A la mañana siguiente me levanté la primera, eran más o menos las once de la mañana.

Me dirigí a la sala de estar y me dediqué a subir todas las persianas y a abrir todas las cortinas.

Si yo me acosté tarde por su borrachera, él se levantaría pronto por mi falta de sueño.

-¡Buenos días enfermo mental!- Le grite mientras le quitaba la manta de encima.

-¡Luz, mucha luz!-Me contestó llevándose las manos a los ojos para que no le llegase ni un mínimo rayo de sol.

-Perfecto, ya sabes hablar, ahora levántate, hay cosas que hacer.

Le observé por el rabillo del ojo resoplar un par de veces mientras yo abría la nevera para preparar el desayuno.

Tenía el pelo revuelto y para ser sincera no era de las personas que el levantarse le sentaba mal.

Ian se levantó y dobló con cuidado la manta para dejarla a un lado del sofá.

El timbre.

De repente el timbre sonó y como si Ian estuviera en su casa abrió la puerta.

-Di que sí-Le dije dando un aplauso.

-Hola pre..-Dijo un hombre antes de que Ian terminase de abrir la puerta.

-¿Perdona?-Dijo Ian pestañeando un par de veces y tensando la mandíbula.

Pero y este quien es.

Me acerque a la puerta.

Ni idea.

El chico tenia mas o menos una melena corta marrón, barba de dos o tres días, era alto y venia con un ramo de flores.

Fuera bromas, ¿Quién es este tio?

-Correo express,debo haberme confundido-Dijo el chico.

Ian se le quedó mirando con una cara de decir o me rio o le echo.

-Yon-Dijo Helena incorporándose a la conversación.

¿Yon?

-¿Que Yon Helena?-Preguntó Ian a Helena con confusión-Nunca has comentado nada de ningún Yon.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora