27. LA NOCHE

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Salí de la cocina cabreada, siempre tenía que avergonzarme delante de todos.

Por el camino Kevy se había meado y yo que no vi el suelo, me caí, pero no como cuando en las escaleras.

Esta vez me empapé del pis del perro y con mi cara e incluso mis manos llenas de trozos de cristal.

Me ardían las manos y la cara, siempre había sido muy torpe y hoy debía de no estar siendo mi día.

Vi a Kaden levantándose del sofá y corriendo hacia mi.

En cuanto mire mis manos me empeze a reir, no porque no me doliese ni porque no me diese grima, de hecho era por eso mismo, me daba tanta grima que al segundo de ver mis manos y todo el suelo lleno de sangre me desmayé.

Abrí mis ojos y estaba cargada en los brazos de Ian estábamos yendo a su coche.

Me seguían doliendo las manos, pero las llevaba envueltas en trapos de cocina.

Nora y Kaden también iban a nuestro lado hablando por teléfono.

-¿A dónde vamos? Si yo ya me encuentro bien- Mentí para que Ian me soltase.

-Al hospital, te has metido una buena ostia bitch- Rio Nora quitando importancia al asunto.

-No me digas, no me había dado cuenta- Añadi enseñando mis manos con ironía.

-Oye y tu sueltame ya, tendré que entrar en el coche, digo yo ¿No?- Ordene a Ian intentandome separar de el.

-Si me manchas el coche te mato, te aviso- Me dijo Ian colocandome en la parte de atrás del coche junto con Nora.

-A que te lo mancho por borde- Le conteste con una sonrisa falsa.

-Ainara intenta no moverte ni quitarte los trapos de las manos- Me dijo Kaden  mientras colocaba el GPS bastante preocupado.

Yo alcé mis cejas.

-Que son unos rasguños por favor- Dijo Ian mirándome con desprecio.

-Perdón señor heridas no queríamos ofenderte con unos simples rasguños- Rei mareandome un poco.

Tenía sueño e intentaba cerrar los ojos para así descansar un poco.

-Cielo intenta no dormirte, estas soltando mucha sangre- Añadió Nora pasándome un brazo por  detrás del cuello para que acostasé mi cabeza sobre ella.

-Cinco minutos solo de verdad, dejame dormir coño- La respondi acomodandome en su brazo.

De repente una música horrible entró por mis oídos.

-Por dios Ian quita esa mierda, quiero dormir ¿No te enteras o que?- Le pregunté cabreada.

-Y nosotros te hemos dicho que no lo vas a hacer, así que te jodes- Me respondió con una sonrisa amenazadora.

-Así lo único que conseguirás es que me quede sorda, pon me otra cosa- Le ordene casi sin fuerzas.

-No, y como sigas quejándote, te mataremos antes de que llegues al hospital y te dejaremos en una cuneta- Respondió Kaden nervioso.

-Guau, no me esperaba eso de ti Kaden, ya me callo- Dije llevándome las manos a la boca para intentar no reirme.

El camino fue breve por suerte, Nora estuvo contando anécdotas e Ian me torturaba con esa música horrible que me había puesto, era una mezcla de rock y hardcore pero claro él no se conformaba solo que fuese eso, si no, que lo tenía que llevar al máximo volumen.

Entramos por el hospital y Nora estuvo hablando con las recepcionistas, enseguida me pasaron a que me vieran y me curaran las heridas a una consulta.

Ian pasó conmigo porque Nora y Kaden estaban rellenando unos papeles, o eso creo.

-Hueles a meado, que asco- Me dijo Ian mientras pasábamos a la sala intentando contenerse la risa.

-¿No puede ser en serio?- Pregunte con ironía.

Me sente en una silla justo en frente de la doctora para mientras esperaba la tortura de los cujarejes, de por si no me gustaban las heridas en otras personas y en mi aún menos.

-Bueno pues cuentame un poquito como ha sido- Me pregunto la mujer mientras me destapaba los trapos con cuidado.

Yo no pude mirar y gire mi cabeza hacia Ian para asi por lo menos no mirar la herida.

-Me tropecé y me clavé los vasos en las manos- Respondí con vergüenza.

-Más bien, se resbaló con el pis de un perro- Me corrigió Ian mirando a la enfermera.

La chica no pudo evitar empezar a reír.

-No tiene ninguna gracia, ¿Y si se llega a dar con algo en la cabeza?- Pregunto a la chica con ese tono tan frío como de costumbre.

Mire a Ian dándole a entender que no pasaba nada y que se calmase.

-No te preocupes, si que es gracioso -La dije para que no se sintiese mal.

-Vale, pues tienes bastantes cristales clavados en las manos, va a ser un poco difícil cogerlos porque están muy adentro, puede que duela un poco- Me dijo la chica con toda la suavidad del mundo para intentar calmarme.

¿¡Que me va a doler un poco?!

Cuando los médicos dicen eso es que por poco me moriré del dolor.

No me gustan las heridas, ni nada que ver, me mareo, me da miedo y no puedo.

Mire a Ian con los ojos abiertos bastante asustada.

-Quejica, no te pongas a llorar eh- Me susurro mientras la chica cogia algunos utensilios.

-Ian enserio, no quiero, me voy de aquí, ya me los sacaré yo como sea- Dije hiperventilando y levantándome de la silla.

Ian me agarró de los hombros con fuerza haciendo presión hacia bajo para que me sentase de nuevo en la silla.

Sus labios chocaron con los míos y yo me quedé paralizada.

-¿¡Pero qué haces imbécil!?- Pregunte histérica sin entender nada.

-Callate- Me ordenó- Ahora estarás cabreada con suerte y podrás pegarme o insultame con más rabia mientras la tomas conmigo, ni te darás cuenta de que te los sacan, pero tu de aquí no te vas darling.

Entre que tenía miedo, estaba nerviosa y el otro que me acababa de plantar un beso, no supe qué hacer.

Lo primero que se me pasó por la cabeza fue soltarle una bofetada.

Mal Ainara mal, ahora te duele aun mas la mano.

Sentí como mis manos explotaban de dolor y no pude resistirme a gritar y a resoplar del dolor.

-Te jodes- Me dijo Ian aguantandose la risa.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora