38. CARA A CARA

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-Te odio, déjame en paz y deja de meterte en mi vida- Decía Ian con una voz ebria.

Un pequeño escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

No iba a permitir que estando borracho me afectase lo que dijese.

No de esa manera.

Sabía que eso no era cierto, eso que pensaba.

O eso quería creer.

Es imposible que le pueda dar tanto igual.

¿O si?

Di vueltas y vueltas en la cama, mi cabeza no podía dejar de pensar cosas.

Eran las 4 y media y yo seguía sin poder conciliar el sueño, en un intento nulo de dormir cogí el móvil, deseando que hubiese otro mensaje de él y hubiese sido todo una pesadilla.

Nueva notificación.

Ian.

Por favor que todo esto haya terminado.

-Ainara, lo siento mucho de verdad se que he sido un gilipollas, por favor créeme no quería decir eso, y no pienses mal porfavor, no he hecho nada malo, vente mañana a cenar a casa, te explicaré todo.

No me daba muy buena espina.

Sonaba a un cutre, estaba borracho y no sabía lo que hacía.

O aún peor.

Me he liado con estas chicas pero te quiero a ti, no ha significado nada.

-Ok- contesté fría.

No sabía cómo actuar, no sabía que decir, no sabía nada.

Al menos ya estaba cuerdo, una parte de mi cabeza al menos estaba aliviada.

Faltaba la otra.

Sin querer, me quedé dormida.

A la mañana siguiente mi despertador sonó, eran las once y me levanté corriendo de la cama, Helena ya estaba en casa, podía oler su perfume aún estando en mi habitación.

-¿¿Helena?!- Pregunte con un chillido mientras caminaba por el pasillo rápido.

-Ainara…- Canturreo su aguda voz desde la cocina.

Estaban las tres, Helena, Ainhoa y Nora.

Fui corriendo a abrazar a todas.

-Os he echado mucho de menos- Las dije sonriendo como una niña pequeña.

-Y nosotras a ti- Contestó Nora.

-Bueno, bueno, novedades ¿Que pasa entre Ian y tu? Porque todos sabemos que pasa algo- Me pregunto ainhoa agarrándome el pelo para hacerme una trenza.

Ella odiaba verme con los pelos en la cara, decía qué recogido me quedaba mejor.

-No lo sé, es raro- Respondí mientras jugaba con mis manos nerviosa- No tenemos nada definido, pero lo llevamos ambos bien.

Bueno, justamente ahora no, pero no debía decir nada hasta saber qué demonios pasó anoche con él.

No sentía dolor en la mañana, sentía rabia.

Rabia de que siempre se comportase igual, perfectamente anoche podría haberme enrollado con el chico guapo rubio, y el revolcándose con unas chicas mientras yo me convencia a mi misma de no mirarle de esa forma.

Ian era el típico de,"Yo hago lo que quiera y con quien quiera pero no, tú eres mía, y si alguien te toca, lo mato."

Eso no era justo.

MIRADAS QUE MATARÁN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora