Capítulo 49- Disfraces

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—Max... dime que no me compraste una casa— pido 

—No...— se queja —Si te escuché cuando me dijiste que eso no querías

—Bien— contesto más relajada

—Te compré algo de la subasta— contesta a lo que abro los ojos cómo platos... todo lo que vendían ahí era demasiado caro

De su mochila que estaba colgando por su hombro derecho sacó un pequeño saco pero elegante, lo abre y me muestra...

—¿Esos son?—pregunto atónita

—Los pinceles certificados de Diego Rivera—contesta a lo que lo veo con ojos como platos

—¡Wow!— digo tomando el pincel que me enseña, no puedo creer que de verdad sean estos, ni que los pueda estar sosteniendo en mi mano, de verdad son los originales, los mismos pinceles que usó unos de los pintores más famosos del país... pero tengo regreso a la realidad —No los puedo aceptar Max...— digo regresándole el pincel que tomé

—¿Porqué?— se queja

—Ya lo habíamos hablado Max, a mi no me tienes que comprar cosas tan caras como estas... en ese caso hubiera sido mejor una casa que no era tan cara como estos pinceles.

—¿Quieres una casa?

—¡No!— me quejo esta vez yo —De verdad me encantó que quisieras hacer este regalo por mi... pero es demasiado...

—¿Y que voy a hacer yo con unos pinceles?— pregunta Max rendido

—Puedes... venderlos... dárselos a un museo o...

—No, tu vales más la pena que a unos museos

—¡Max! esto es lo mismo por lo que fui a tu casa ayer, de verdad no me gusta que gastes tanto dinero en mi...

—Pero...

—Max...

—Okey...—se queja— Lo voy a vender para darte otro regalo...

—¡Max!

—Uno más barato— se defiende rápidamente —Parece que lo único que te puedo regalar son chicles, te quejas por todo.

—¡No es cierto!— reclamo a lo que Max ríe

—Ven, vamos a estudiar— dice tendiéndome la mano

Le doy mi mano y después de darle un beso en la mejilla entramos nuevamente a la biblioteca.

...

Al día siguiente me despierto nerviosa, ahora no me quejé ni hice algún berrinche por levantarme ya que de verdad lo necesitaba para repasar rápidamente lo de mi examen.

Me siento multi-usos al ayudar a hacer el desayuno y estudiar al mismo tiempo, pero todo sea por tener buenas calificaciones y seguir teniendo mi beca.

Llegamos a la Élite y cada quién se fue a su respectivo salón para los exámenes, pero antes de entrar siento que me llega una llamada por el vibrador de mi teléfono.. es  de un número desconocido.

—¿Hola?— contesto 

—¡Mía! soy Carlos— me saluda alegre

—¡Hola! ¿Cómo estás? ¡Feliz cumpleaños! Ya eres más abuelo

—Ay pero que amable eres Mía— contesta en modo de broma a lo que río —... pero hablo para algo rápido

—¿Que pasó?— pregunto preocupada

—Tu profesor de Geografía es...

—El profesor Sánchez

—¿El calvo?— pregunta

Los pobres no se mezclan con los ricosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora