Capítulo 56- Recuerdos

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Me siento mareada, mi cuerpo está pesado, no puedo abrir los ojos por más que intente.... escucho voces distantes y distorsionadas, siento que estoy acostada en algo muy duro... quizá el suelo con algunas piedras que me molestan. Todo mi cuerpo se siente cansado, como si estuviera dormida pero al mismo tiempo siento que estoy despierta... se siente demasiado extraño; poco a poco voy recuperando el olor, aunque ya no sé si es bueno o malo ya que huelo a pura tierra, con un asqueroso olor de humedad, humo y basura.

—Ahora sabrán que lo estamos diciendo en serio— dice una voz lejana

—Lo sé, como si no supieran que no somos los únicos, además les estamos haciendo un favor, les va muy bien en ese negocio, solamente les estamos dando un empujón— contesta otra voz

—Lo hacemos...— suspira su acompañante —Pero de verdad ya los necesito

—No me lo tienes que repetir cada dos segundos— contesta el otro cansado, parece que se escucha cada vez más enfadado y frustrado

—Cállate, que estas igual que yo imbécil

—¡Lo estoy! pero no lo digo a cada rato— dice la otra voz, para después escuchar como algo se rompe cerca de mi, escucho como si estallara algo de vidrio y después una leve punzada de dolor llega a mi brazo.

—Cálmense los dos— dicen otras voces... no sabía que habría más personas —Todos estamos así, así que ya dejen de comportarse como dos pequeños bebés

—¡¿A ti quien te preguntó?!— responde otra de las voces enfadadas

—¡Ya cálmense y concéntrense! ¿Les dijeron que no llamarán a la policía?

—Si— contesta uno de los regañados aún con tono de enfado

—¿Que les dijeron que pasaría si lo hacían?— vuelve a preguntar la voz

—Que les íbamos a dar una tarjeta de arrepentimiento con muchas florecitas y corazones— contesta la otra voz en tono sarcástico —¡Que obviamente no la volverían a ver! Imbécil.

Siento como un escalofrío me recorre la espalda al escucharlos tan decididos, a lo que después escucho que de repente se callan.

—Pero si la princesita ya despertó— dice uno de los señores a lo que me quedo confundida... no sé si se refieren a mi o no, aunque de una forma u otra me quedo inmóvil aún sin abrir los ojos ya que los siento pesados.

—No te hagas mocosa, ya vimos como te retorciste cual lombriz al escuchar lo que te va a pasar.

No me había dado cuenta que me había movido tanto, a lo que ya sin excusas abro poco a poco los ojos tratándome de acostumbrar a la poca luz que hay en el lugar, aún me siento pesada pero me muevo un poco hasta quedar mas o menos sentada y verlos con mala cara.

Estoy en una especie de bodega, una bodega sucia y vieja que en el centro hay una especie de barril de metal que usan para quemar algo... no sé si es basura o alguna otra cosa pero huele horrible.

Hay al menos 50 personas aquí, pero muchos no me están prestando atención, solamente 4 hombres que me miran directamente con sus ojos entrecerrados.

Están usando ropa opaca como si quisieran combinar con el lugar que está demasiado oscuro... solamente a dos de esos cuatro hombres les presto atención, ya que los había conocido hace unos días... Esteban y Jorge.

—Se nota que no tienen nada que hacer, podrían estar trabajando pero... nah, mejor hay que secuestrar a una niña— digo mirándolos a los dos

Los pobres no se mezclan con los ricosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora