—Señorita— escucho que me hablan, pero me siento más cansada de lo habitual, así que solo me retuerzo en la cama, pero al hacer eso me duele mi pierna y algunos moretones en mi abdomen y brazos.
Instintivamente recuerdo lo que pasó ayer y donde estoy dormida... pero esa no es la voz de Max, es la voz de una mujer.
Abro lentamente los ojos y puedo ver como una señorita vestida de mucama me sonríe con ternura, la cual se la tarto de responder pero solo me sale un pequeño quejido de dolor... mis moretones me duelen más que ayer.
—Disculpe por despertarla, señorita... pero es hora de ir a la Élite, luego se les hará tarde— me avisa con pena
—Claro— Suspiro
Siempre apago mi alarma y me voy levantando poco a poco, pero no le puedo decir que no me quiero levantar a esa señorita, es muy tierna y siento que si le digo que me deje dormir comenzaría a llorar o a preocuparse, extraño mi alarma para apagarla con un golpe e ignorarla como si nada, pero aquí la señora sigue parada observándome hasta que me digne a pararme... además siento que me estoy levantando más temprano que los demás días.
Me levanto poco a poco de la cama, me duele moverme rapido, pero aunque lo haga lento el dolor sigue... ash, me siento como moribunda; ya cuando estoy completamente levantada veo que sigue ahí la señorita viendome con cara preocupada, supongo que por los gestos de dolor que hice.
—¿Necesita ayuda?— pregunta amable
—No, no se preocupe, estoy bien— miento para que se vaya tranquila, y con la cara indecisa se va lentamente de la habitación en la que dormí.
No me había dado cuenta que ésta habitación es de mujer, tal vez haya sido de la hermana de Max, se nota que la limpian a diario, está impecable... menos mal, me habria sentido rara si por mi culpa Max no se hubiera dormido en su habitación, bueno... aunque seguramente debe de tener miles de habitaciones en ésta mansión.
Me sorprendo al ver el uniforme de la Élite en una silla cerca a mi cama... ¿Lo habrán lavado?, la tomo y me la comienzo a poner lentamente para que mis heridas no duelan tanto, aunque poco a poco me iba acostumbrando a eso... el uniforme huele a nuevo... ¿Tenía otro uniforme sin usar para su hermana guardado?
Me decido en salir de la habitación ya cambiada, no me imagino como debe de estar mi cabello, todo desordenado, me dijeron que ayer me limpiaron, pero no me imagino hasta que punto lo hicieron.
En el pasillo de la mansión me siento perdida, hay demasiados pasillos y demasiadas habitaciones, no sé a donde me dirijo pero espero que no me encuentre con ninguna habitación prohibida o algun ropero que lleve a Narnia... no sé que clase de cosas tienen los ricos.
Finalmente después de varios minutos perdida me encuentro con un comedor gigante, una mesa de marmol y las sillas me madera tallada y tapizadas muy elegantes, había varios platos en la mesa llenos de comida, y otros a parte sin nada para que nos sirvamos de comer... me siento como en un hotel lujoso, hay platos llenos de huevo, otros llenos de tocino, hay pan... tal vez con ajo, hot cakes, y otros platillos que se ven tan elegantes que no conozco sus nombres, además de que hay varios bowls pequeños donde hay distintas salsas, mieles, o frutas, e incluso varias jarras donde hay agua, leche, jugo de... supongo que es naranja y una cafetera... no puedo creer que esto desayune Max cada mañana, no creo que se lo acabe, quizá todo lo que sobre se lo comen entre los que le ayudan, o no sé si ellos se coman otra cosa...
—Señorita... ¿le ayudo a servirse alguna cosa?— me pregunta la misma señorita que me había despertado hace rato, pero esta vez acompañada con otras dos mucamas detras de ella.
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Los pobres no se mezclan con los ricos
Teen FictionTodo era normal, todo era tranquilo si se le podía llamar así a mi vida, hasta que una de mis mejores amigas obtuvo una beca en la mejor escuela privada del país, una escuela en la que sólo pueden pagar los ricos, pero la cuestión aquí es que ella...