Capítulo 52- Collar

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No puedo creer que estoy viendo nieve, ¡Es nieve!, ¡Es real!, no es un invento de las películas.

Estoy volando en el avión privado de Max, junto con los GH, mis amigas, la familia de Isa, la de Karla y mis padres, esto se siente genial y a la vez extraño... Nunca me imaginé estar así, me siento tan alegre y completa.

—¡Es hermoso! —grito con emoción

—Ya sabemos que te gusta Max, Mía— dice Carlos en modo de broma —Pero tampoco nos tienes que dejar sordos por eso

—Cállate —contesto del mismo modo

—¡Mía! No seas grosera— me regaña mi madre

—Así es su hija, señora, por su culpa Carlos tiene que ir a terapia—contesta esta vez Stephan

—Si... —contesta Carlos siguiendo la broma mientras baja la cabeza fingiendo tristeza—Todos los martes y jueves con la doctora Corazón

—Mía pero que agresiva—dice esta vez Isa siguiéndole el juego

—Es que eso hago cuando alguien me cae mal— contesto a lo que Carlos finge sorpresa y tristeza haciendo que me ría

—¿Ve que le divierte mi dolor? Señora— le dice a mi mamá a lo que ella me da una mirada severa

—Es broma, mamá

—Está diciendo que los sentimientos de Carlos son una broma— contesta esta vez Matías haciendo que lo fulmine con la mirada

—Defiendeme— le pido a Max, el cual está sentado a lado de mi con una cara muy divertida por la situación

—Yo debería de defender al pobre de Carlos, va a terapia porque no lo quieres— contesta haciendo que lo vea mal

—Lo bueno es que si no le agrado... después se va a enamorar de mi ¿No, Max? — dice Carlos a lo que Max lo fulmina esta vez con la mirada a lo que yo me comienzo a reir

—¿Porque te ríes? Dile que no—me regaña Max

—¿Al pobre de Carlos? —pregunto a lo que me lanza una mirada asesina

—Wow, el karma existe— dice Isa haciendo que riamos excepto Max, que apartó su brazo de mis hombros para después cruzarse de brazos como si estuviera haciendo un berrinche

Me acerco para darle un beso en la mejilla a lo que después de unos segundos se pone rojo y me devuelve el beso en la frente de mala gana.

El piloto nos avisa que estamos apunto de aterrizar así que nos volvimos a poner nuestros cinturones, a lo que Karla rápidamente comienza a rezar como loca para que no le pase nada, ya no recordaba que le tenia miedo a volar, esta vez se vio más tranquila, o tal vez simplemente gritaba por dentro. La volteo a ver y sonrío para calmarla a lo que me regresa la sonrisa pero aún murmurando oraciones para no estrellarnos.

Llegamos finalmente y subimos todos a una camioneta espaciosa con asientos para todos a lo que nuestros papás ven todo impresionados, supongo que así me veía yo en el primer viaje que hice con Max, aunque aún me impresiona lo rápido que pueden planear un viaje.

Puedo ver desde la ventana de la camioneta copos de nieve bajando y chocando contra la ventana, esto me encanta, quiero bajar y hacer un mono de nieve, un ángel en el suelo o... Todo eso que siempre veo que hacen en las películas de navidad.

Siento como Max me abraza de los hombros haciendo que voltee a verlo, el parece sonreír al verme mirar por la ventana como si fuera una niña pequeña.

Me recargo en su hombro feliz, para después volver a ver a la nieve caer.
Nos pasan a todos unos abrigos gigantes que me llegan hasta la rodilla, para que al salir de la camioneta no se sienta tan fuerte el golpe de frío, ya que en la camioneta había aire caliente.

Los pobres no se mezclan con los ricosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora