Capítulo 30- Explicaciones

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—Mía —habla Máx insitándome a que diga algo

Lo veo a los ojos y noto que está desesperado, nunca lo había visto así, siempre es enojado cuando no se hacen las cosas como quiere u orgulloso porque logra lo que se propone, pero nunca había visto esa expresión en su cara... supongo que por que sabe que es algo que no puede controlar.

Me quedo callada, ni siquiera se me ocurre que decir, nunca he visto a Max como algo más que amigo, siempre estuve segura de lo que sentía por Matías y aún lo estoy... creo, todo ha pasado demasiado rápido, el beso, Max confesando lo que siente, la maldita lluvia que no para ni un segundo.
¿Que se supone que diga? No quiero lastimarlo pero tampoco quiero decir mentiras porque se pueden complicar las cosas después.... ¡Todo estaba tan perfecto!

Escucho la arena moverse y luego una tenue sombra que se para a mi lado, lo que me dice que Matías ya se paró, no sé siquiera si puedo mirarlo, tal vez si lo veo Max le vuelva a golpear... Max, Max y Matías son amigos desde la infancia, no quiero que termine su amistad.

No puedo creer que hace unas horas lo que más quería era encontrar a Matías para saber cómo estaba y mi mayor deseo era que se olvidara de Rebecca y que me quisiera a mi, y ahora que finalmente pasó... Desearía que el tiempo volviera atrás, no sabía las consecuencias que traería mi deseo.

Siento las dos miradas clavadas en mi, siento como si mi corazón se parara y como si algo me presionara el pecho, me falta aire y ya no se si las gotas que resbalan por mi cara son de la lluvia o mi sudor.

Sin mirar a ninguno de los dos salgo corriendo de ahí como la gran cobarde que soy.

—¡Mía! — escucho como gritan ambos a mis espaldas pero no regreso

Corro hacia la casa, y corro lo más rápido que puedo, no sé si me siguen o no pero no me detengo para averiguarlo, aunque el dolor del pie me vuelva a palpitar no paro de correr; entro a la casa y me voy rápidamente en dirección a mi habitación para encerrarme, no me detengo por las voces de Carlos, Isa o Karla que decían "¡¿Que hacías bajo la lluvia?!" "No corras, te va a doler el pie" "¿Que pasó?".

Escucho como otros pares de pasos mojados entran a la casa y se van acercando a mi a lo que corro más rápido.

Llegó a mi habitación y cierro la puerta con seguro, me siento tranquila, pero recuerdo que hay otra entrada a mi cuarto, me dirijo hacia la puerta de vidrio deslizable que está de lado de la alberca y trato de cerrarlo, pero al parecer mi pie lastimado me odia, así que al dar un paso fuerte con mi pie malo en dirección a la puerta de vidrio me caigo con un dolor punzante en mi pie, me comienzo arrastrar en dirección a la puerta pero ya era tarde.

Máx había entrado ya por esa puerta al momento que Matías tocaba por la otra entrada para que lo dejara entrar.

*TOC*TOC*

—Mía, tenemos que hablar—me pide Matías tocando la puerta de mi habitación.

*TOC**TOC*

Max, al ver que Matías no había entrado, cierra la puerta de vidrio deslizable con las persianas para que tampoco pudieran vernos.

Mi corazón se para, no quiero hablar, no puedo, ni siquiera se que decir, no sé qué espera que diga.

—Mía, yo... —Comienza a hablar Max pero al parecer no me había visto en el suelo a lo que rápidamente toma una silla y la acerca a mi dejando una buena distencia entre los dos.

Sabe que ahora no me siento cómoda con ninguna cercanía, sabe que necesito espacio y me lo está dando.

Me levanto pesadamente del piso, siento que me puedo resbalar en cualquier momento ya que dejé un gran charco de agua debajo de mi... Si hubiera estado en una situación normal Max me haría una broma diciéndome que me hice pipí señalando el charco de agua y yo lo golpearía por decirme eso, me gustaría que todo fuera normal y que no pasara lo que acababa de pasar.

Los pobres no se mezclan con los ricosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora