Capítulo 24- El Cable De La Muerte

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Y finalmente se fueron, ya no se escuchaba nada más que las palmeras moviéndose por la brisa y las pequeñas olas que se formaban en el mar. Aún se veían los hermosos colores que se veían en el cielo cuando era el atardecer, solamente que ahora un poco más oscuro.

—Esto es simplemente mágico — pienso, pero al escucharme decir esas palabras me doy cuenta que las dije en voz alta

—Yo nunca me había puesto a ver el atardecer... Siempre que venía me iba antes de que anocheciera y volvía a salir ya de noche... Y es... hermosa

—¿Nunca lo habías visto? — pregunto asombrada volteando mi mirada hacia el, me sorprendo al ver que ya tenía su mirada puesta sobre mi

—No... Mi mamá siempre me pedía que me quedara con ella pero supongo que en ese entonces también me parecía aburrido como a Stephan y Carlos — ríe

—A tu mamá también le gustaba mucho la playa ¿verdad? — pregunto al ver que bajaba lentamente su mirada

—Le encantaba, siempre veníamos para su cumpleaños, íbamos también a otras playas pero de la que más me acuerdo es de esta, yo creo porque me la pasaba mas divertido porque veníamos con Max, Stephan y Carlos, con sus padres... Bueno... excepto los de Max, siempre estaban muy ocupados, pero nos dejaban quedarnos aquí.

Me pongo triste al pensar a los tres niños felices abrazando a sus padres y al pobre pequeño Max sin tener a sus padres a lado para abrazarlos también.

—Emm... —digo sin saber que más decir — la...lamento lo de tu madre — digo sintiendo esas palabras de verdad—Creo que justo en este lugar la extrañas más, ya sabes por... los recuerdos y el atardecer...

—No te preocupes, ya pasó mucho tiempo y... aunque la verdad si la extraño... aprendo a vivir con su mejor recuerdo... Y además... tu me recuerdas un poco a ella — carraspea un poco y continúa —supongo que también te pasa lo mismo con tu hermano ¿no?

—¿Qué? —¿cómo lo sabe?

—Hablaste dormida en tu departamento, por eso te molestan Stephan y Carlos, Karla nos explicó que Leo era tu hermano y que... se...

—Si... él también murió — digo lo mas rápido que puedo, no es posible que me cueste tanto formular la palabra "morir" es como si la embocara o algo parecido

—Lo siento— dice en tono arrepentido por haber sacado el tema

—Está bien... es solo que... aún duele, la única vez que había ido a la playa había sido con él y...

—Lo entiendo — dice Matías al ver que no encontraba palabras para expresar como me sentía, no puedo creer que tan conectados estamos que  sabemos como se siente el otro porque estamos pasando por lo mismo.

Pasamos otro rato en silencio, pero un silencio cómodo, hasta que fue interrumpido por el sonido de las tripas de Matías a lo que me mira con cara de culpable.

—¿Seguro que no quieres regresar a la casa? — le pregunto riéndome

—¿Me vas a hechar? —me pregunta fingiendo estar ofendido

—No— vuelvo a reír —Es solo que parece que tienes mucha hambre

—Esta bien... la verdad es que te quiero acompañar para que no regreses sola— vuelve a repetir lo que les había dicho a sus amigos para no irse con ellos

Volteo hacia la casa y veo que solo estamos a unos pocos metros de distancia de la casa.

—Tranquilo, no creo que me pierda de regreso — le digo riéndome al enseñarle la poca distancia que tenemos de la casa —Y si te mueres de hambre quedará en mi conciencia

Los pobres no se mezclan con los ricosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora