Capítulo 51- Punto Débil

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—¿Cómo? — pregunto sin comprender

—Tu eras nuestro punto débil

—Si escuché eso, pero no entiendo lo que significa... ¿Por Leo? ¿Yo era el punto débil porque era su hermana o porque de verdad no podía ni matar a una mosca porque la mosca me ganaba?

—Porqué... Eras a lo que todos... Nos importaba...

—¿Menos a ti? —preguntó esperando a que termine la frase

—¿De verdad no recuerdas nada? —pregunta con un gesto que parece... Esperar que le dijera que si recordaba todo... pero yo solo niego la cabeza

—No recuerdo nada, ya te dije, estoy más perdida que Nemo, si no, no te pediría ayuda para que me dijeras lo que pasó

—Ya sé... Es solo qué... —siento que trata de decir algo pero no encuentra las palabras para expresarse—Nada... —dice finalmente bajando la cabeza

—¿Y que me hicieron?

—¿Qué? —pregunta, parece que se le olvidó de lo que estábamos hablando

—Dices que quisieron atacar a su punto débil y que yo era su punto débil... ¿Que me hicieron? —pregunto con miedo de saber la respuesta

—A ti...

—¡Ahora vengo, mamá! Necesito descansar de la bendición de mi hermana un rato — escucho que grita Isa haciendo que voltee a verla, pero ella ni siquiera me ha visto, ya que estoy en un rincón oscuro

—¿Claudia tiene un hijo? —pregunta Daniel

—Si... ¿Cómo conoces a...? —y entonces recuerdo que Claudia también apoyaba a Leo con todo lo de salir de la venta de drogas —Claro... Ya recuerdo

—¿Cuantos años tiene? — pregunta curioso

—Eh... Creo que ya casi cumple el año

—Ahh... Entonces es de Leo... —dice como si se contestara a él mismo haciendo que abra los ojos como platos

—No, es de su esposo, ya está casada

—Que yo sepa, hace aproximadamente año y medio, Claudia estaba muy amorosa con Leo, antes de que... Ya sabes... ¿No sabias que estuvieron juntos?

—Ellos solo eran amigos

—Claro... Como nosotros lo éramos

—¿Que quieres decir con eso?

—Nada... Me saludas al pequeño, ya me tengo que ir

—Pero...

No me espera y se va corriendo, perdiéndolo de vista entre la oscuridad.

Leo y Claudia... No... Ellos no... ¿Oh si?... ¡Ahhh! ¿Porque me dejó así?... Si es verdad... Tengo un sobrino... Pero... No... Solo lo dijo para molestarme

Me doy la vuelta y veo a Isa sentada en la acera viendo hacia mi casa, salgo poco a poco del rincón y me acerco hacia donde está mi amiga, haciendo que esta de un salto del susto

—¡Dios! ¡Mía!, no te han dicho que salir de un lugar oscuro a media noche cuando la calle está vacía puede causar problemas cardíacos para personas normales— se queja

—Perdón —contesto riendo para después sentarme a lado de ella —Pero admito que es buena forma de romper el hielo, me acabas de hablar cuando casi no lo haces.

—Si... —dice bajando un poco la mirada

—Isa... Sé que el no decírtelo estuvo mal, y por eso no te quiero presionar a que nos perdones... Pero... Eso no me correspondía decírtelo a ti.

Los pobres no se mezclan con los ricosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora