‡Vuelo‡

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JiMin estaba también en la biblioteca aquél día. Al ser el delegado de su clase antes de las fiestas debía hacerse cargo de varios asuntos, además de que tenía varias reuniones y tutorías con profesores y alumnos que no les estaba yendo muy bien. Por eso, estaba allí en la biblioteca, buscabdo libros de Historia de refuerzo para las vacaciones de uno de sus compañeros. Su profesor de Historia le había pedido que le buscase una lista de libros que le serían útiles a este compañero afectado. Él sin rechistar había tenido que aceptar la orden y se encontraba en aquél momento revolotendo entre los libros más viejos y polvorientos del lugar. Había tenido que utilizar sus alas para llegar a la estantería altísima en donde se encontraba el manuscrito deseado. Realmente estaba cansado de aquellas idas y venidas continuas, pero al menos en algunos días estaría libre y podría descansar un poco.
Sus exámenes finales habían ido bien, casi todos excelencia. Sus padres le harían su comida favorita y podría ver a sus amigos de la infancia de nuevo. Tenía ganas de hacer carreras con ellos. Creía que después de las tardes enteras practicando con JungKook había mejorado en cuanto a velocidad y agilidad. Sonrió satisfecho y se dispuso a descender para pedir a las vampiresas que le prestasen aquellos libros para un profesor. Sin embargo algo, o más bien alguien, le detuvo. Un chico delgado estaba sentado en el suelo al final del pasillo en el que se encontraba. Sólo podía ver la coronilla de su cabeza desde su posición. Su pelo se le hizo conocido así que se acercó a saludar por si se trataba de alguno de sus compañeros de clase. Una vez que llegó al suelo el chico alzó la mirada. Era Nam, el Primario más conocido de toda la escuela. Estaba hecho un pequeño bulto contra la pared, con las rodillas pegadas a su pecho y con un libro apoyado en ellas. JiMin sonrió y alzó una mano para saludarle.
—Hola...—le susurró para no molestar a los demás alumnos que estaban a su alrededor. El otro le observó y levantó su mano para imitar su saludo, aunque ningún sonido salió de sus labios.
JiMin puso mala cara ante los ojos brillantes de su amigo y aunque no tenían mucho tacto el uno con el otro decidió que en aquél momento necesitaba compañía.
Se acercó hasta el cuerpo agazapado del mago y se sentó a su lado, pegando sus largas y afiladas hadas contra la pared, sintiéndose un poco incómodo. Respiró hondo y esperó unos segundos a que Nam empezase a contarle qué era lo que ocurría. Ante la falta de respuesta o de ruido le miró de reojo. El chico estaba serio y mirando su libro algo desconcertado. Había otros libros más gordos y más finos desperdigados a su alrededor, sin contar con la montaña de libros en equilibrio que estaba a su lado. Tenía claro que eso se mantenía en pie por obra de una fuerza sobrenatural.
Carraspeó y observó a Nam, dispuesto a conversar y tratar el tema o la razón por la que se encontraba así.
—Nam, —comenzó—¿Pasa algo? —preguntó a continuación intentando sonar lo menos entrometido posible.
—Seguro que ya lo sabes. —contestó con la voz amortiguada. Había escondido la cabeza en el libro y se la había rodeado con su otro brazo. JiMin le miró sin entender y pensó lo que había ocurrido esa semana. A su mente llegó un recuerdo de YoonGi comentándole lo que había ocurrido con una de las prácticas con TaeHyung. Asintió cabizbajo y supuso que aquella era la razón.
—Es verdad que no debiste haber atacado a JungKook. —le regañó. —Pero entiendo por qué lo hiciste.
—Es que TaeHyung no entiende lo que es estar completamente solo frente a todo. —dijo de repente. —Él no tuvo que descubrir sus poderes totalmente solo, no tendría que aprender a utilizarlos sólo...—su voz se fue apagando. —Solo quiero asegurarme de que si al menos TaeHyung no tuvo a ningún maestro que le enseñase su elemento, que los que vengan después puedan aprender de sus errores...
—Lo estás documentando todo...—soltó JiMin muy serio y a la vez sorprendido. Aquello debía de estar siendo un trabajo duro. Estudiar cómo era TaeHyung no debía de ser fácil. Más aún si el propio objeto de estudio se negaba a contribuir. JiMin le observó unos minutos más. —¿TaeHyung lo sabe? —Nam negó repetidas veces. JiMin frunció el ceño ligeramente. —Deberías decírselo. Ni siquiera él sabe qué clase de criatura es. Tal vez si hablases con él más podría ayudarte en tu investigación. Al fin y al cabo va sobre él.
—No creo que quiera volver a hablarme nunca. —comentó sinceramente. —Me pasé de la raya. Ataqué a JungKook. —declaró como si aquello fuese su billete de entrada en la lista de odio de TaeHyung. JiMin rió ligeramente, sorprendiendo al mago.
—Es verdad que lo que tienen esos dos es un poco extraño. —su pequeña risa traviesa hizo que las mejillas morenas de Nam se tiñiesen de un precioso color carmín. Al notar el rubor el mago intentó taparse más la cara. —Pero estoy seguro de que si hablas un poco más con TaeHyung, le dices la verdad...—le aconsejó. —y te disculpas, no te olvides, creo que podría ayudarte bastante y las cosas serían más fáciles.
—¿Y si no quiere ayudar? ¿O descubrir que escpecie es o lo que puede o no puede hacer?
—Nunca lo sabrás si no preguntas. —le incitó JiMin sonriente. Nam se le quedó mirando sorprendido, sopensando sua opciones. JiMin se abrazó las rodillas con gesto cansado y esperó por una decisión rápida de su compañero. Estaba claro que ambos debían hacer las paces tarde o temprano ya que se veían a diario y sus amigos se habían vuelto los mismos. Nam frunció aus labios y asintió.
—Intentaré hablar con él...—sentenció. —Aunque no quiera...—JiMin asintió con una sonrisa risueña y se levantó. Después ofreció una de sus pequeñas y blandas manos a Nam. Éste le miró desde abajo con los ojos brillantes para posteriormente cogerla y levantarse aún observándolo. JiMin le devolvió la mirada sin entender del todo aquél escrutinio. Decidió pasar del tema y se dirigió caminando hacia los mostradores donde estaban las vampiresas. Nam pareció quedarse quieto unos segundoa y después entró en movimiento. Cogió de manera torpe algunos libros y corrió detrás de JiMin para alcanzarle.
—O-oye...—le llamó con cierta timidez. Los pequeños ojos de JiMin se dirigieron a él, ganando su atención—T-tú eras un hada de viento, ¿No? —JiMin sonrió haciendo una pequeña mueca con sus labios mientras colocaba sus libros sobre el mostrador.
—Sí, de aire más bien. —le corrigió sin realmente darle mucha importancia. Sin embargo aquello hizo que los colores de Nam aumentaran de tonalidad en su rostro. El chico quiso ahogarse entre loa libros por haber dicho algo tan estúpido.
—L-lo siento...—murmuró cabizbajo.
—No te preocupes. Entiendo que no te interesen mucho otros elementos a parte de la pesadilla que tiene que ser el tuyo...—NamJoon entonces frunció el ceño y no supo cómo y tomarse ese comentario.
—¿Qué quieres decir? —preguntó mientras le daba vueltas.
—Que ha tenido que ser muy difícil para ti controlar o conocer tu elemento. —le explicó mientras las bibliotecarias pasaban sus libros y los maracaban con la fecha de devolución. —Sin entrenadores ni supervisores para guiarte. Todo un reto. —le alagó indirectamente. —Además que el fuego siempre me ha parecido un elemento contradictorio. —Nam juntó sus labios y colocó una expresión de duda esperando una explicación. Empezó a seguirle hacia la salida de la biblioteca. —El elemento que es parte de tu cuerpo pero puede matarte. Es parte de ti pero te hace daño, te quema. No es como el agua, el aire o la tierra que son elementos que si no controlas como tal no te pueden hacer daño. El fuego sí. —a Nam le brillaron los ojos con ese razonamiento. Aquello era precisamente cómo se sentía. La mayoría de criaturas con las que había tratado de fraternizar explicándoles lo pesado que era tener un elemento como aquél habían sacado conclusiones erróneas. Todo el mundo creía que su elemento era maravilloso, que era exclusivo, genial. Pero JiMin no. JiMin podía ver lo que era poseer algo como aquello, ser algo como aquello. Sintió ganas de llorar porque alguien a quien conocía desde tan poco tiempo supiese comprenderle tan bien.
—Sí. —afirmó. —Justo eso. —JiMin le miró con una ligera sonrisa que a Nam le pareció burlona y después continuó andando hacia la salida. —Pero el aire y el fuego son elementos complementarios...—dijo medio susurrando. JiMin entonces se frenó un poco en su caminar pero al momento continuó por su camino.
—Supongo. Si lo miras como que el aire alimenta al fuego, sí. Son complementarios. —le dijo sonriente. Nam sonrió aún más y suspiró, jugando con los libros que cargaba entre sus brazos.
—Por eso estaba pensando que como tú eres tan bueno en tu elemento y se te da tan bien volar...
—¿Cuándo me has visto usar mi elemento? —le preguntó. —Que yo sepa nunca te he visto por mi club. —Nam se avergonzó solo en aquél instante.
—Te he visto practicar con JungKook para su competición. De verdad creía que te ibas a presentar, eres muy rápido. —JiMin rió.
—No, siempre tengo mucho que hacer. Además, sólo accedí a practicar para molestar un poquito al niño lobo. Nada más. —concluyó andando un poco más deprisa. Nam lo notó y se dió cuenta que aquella conversación ya se había alargado demasiado, mucho más de lo que pretendía.
—Entonces, ¿Podrías enseñarme a volar? —le preguntó cerrando los ojos y parándose en seco. Sin que él lo supiera (ya que sus ojos estaba cerrados) JiMin también se había detenido y estaba a su lado quieto. De entre todas las cosas aquello era lo último que se había esperado. El chico más bajo le observó morir de vergüenza por unos segundos y aquello hizo que sintiera verdadera pena. Era cierto que era realmente malo volando, ambos lo sabían. También era cierto que él le había llevado volando una vez, pero JiMin creía que hasta ahí se iba a quedar su interacción. No esperaba que el chico quisiese pasar más tiempo con él, con un simple delegado de años inferiores. Ni siquiera su elemento era llamativo. Respiró hondo y decidió pensar con la cabeza fría.
—NamJoon, yo no sé nada de volar con escobas...—le dijo sinceramente. Era completamente verdad ya que él antes de caminar había aprendido a volar y los entrenadores y preparadores poco o nada le habían enseñado. Adoraba volar pero no creía ser suficiente para enseñar a alguien como NamJoon. Alguien de quien esperaban tanto todos los demás. No se sentía ni cualificado ni suficiente para poder atribuirse una responsabilidad como aquella.
—Ya. Pero los mejores entrenadores han intentando de todo y soy un completo desastre. No aguanto más de cinco minutos sobre la escoba. —le comentó en un arrebato de nervios. JiMin le observó sin entender. —Creo que tal vez que alguien distinto me enseñe puede ser bueno. —JiMin le miró por unos segundos sopesando la idea. Después sonrió y asintió.
—De acuerdo. —le dijo mientras pasaba por las puertas. —Mañana en la comida hablamos sobre los días para practicar. —Nam le miró cegado por la sorpresa. —Y no te olvides de hablar con TaeHyung. —le recordó antes de perderle de vista.
Nam se quedó pasmado dentro de la estancia, quieto y sin saber qué hacer. Había accedido a su proposición. ¡Había accedido! No podía creérselo. Lanzó un puño al cielo y gritó:
—¡Ha dicho que sí! —lo que generó que las vampiresas fueran a por él de inmediato, ordenándole que se callase o se fuese de allí. Sin embargo, ni siquiera sus malas pulgas pudieron frenar su alegría y euforia espontáneas.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora