Nuestra noche

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Por fin.
La luna llena haría su presencia aquella noche al fin.
TaeHyung se encontraba en ese momento en su habitación, mirándose las manos sin comprender nada. Rozó con sus dedos sus tatuajes y suspiró cansado. Aquella noche sabrían si JungKook era un Hijo de la Luna y si eso tenía algún tipo de relación con él.
En su interior realmente estaba asustado porque al final JungKook no fuese nada más que un chico lobo normal y corriente. Era una maravillosa e increíble criatura, pero sabía que en el fondo el chico deseaba ser alguien, algo especial más allá que las palabras negativas que le habían dirigido toda su vida. Al parecer, si se confirmaba que el chico era un Hijo de la Luna aquello le daría todo el respeto y cuidado que las aldeas y sus iguales nunca le habían dado. TaeHyung tenía miedo de que su querido lobo se transformase en otro por un nombre. Que dejase de ser humilde o tímido y se le subiese a la cabeza la idea de ser especial. Él sabía, por años de experiencia propia, que ser especial no era algo tan bueno como todo el mundo pensaba. Había días que no le importaba pero había otros en los que buscaba desaparecer y por ser lo que era le resultaba imposible. No quería que a JungKook le pasase lo mismo que a él. No quería que...
Se oyeron unos pequeños golpecitos en la puerta que le hicieron volver a la realidad. Después la puerta se abrió con un pequeño crujido y de detrás de ella surgió JiMin con una sonrisa algo tensa. TaeHyung se la devolvió con los nervios a flor de piel.
—TaeHyung, —le llamó. Cerró la puerta  y se acercó al borde de la cama, donde se sentó a su lado. —te estamos esperando, deberíamos irnos ya. —TaeHyung asintió ante sus palabras sabiendo que debían ir todos y preparar la ceremonia.
—Ya, es que...—JiMin le observó por unos segundos algo extrañado de su actitud. —¿Y si resulta que JungKook sí es un Hijo de la Luna? ¿Y si eso le cambia y ya no vuelve a ser el mismo? ¿Y si...?
—TaeHyung, —le cortó—JungKook no ha cambiado lo más mínimo en estos seis años y no creo que una diosa lo haga ahora.
—Pero, ¿y si se le sube a la cabeza? ¿O prefiere estar con los de su especie en vez de con nosotros? ¿Y si decide abandonarnos después de esto? —se cubrió las orejas y cerró los ojos, encogiéndose sobre sí mismo. JiMin le acarició la espalda con cariño y comprendió lo que le ocurría.
—JungKook no cambiará, pase lo que pase. —TaeHyung se soltó la cabeza poco a poco y le observó.
—¿Tú crees? —preguntó en un momento de debilidad.
—No lo creo, lo sé. —TaeHyung sonrió ligeramente y se relajó. Aquello era algo que necesitaba oír. —No cambiará, porque tú le quieres tal y como es.—JiMin observó su cara, viendo la reacción del akuana— Además, nunca he visto a nadie como Kook arriesgar tanto por la persona que ama. —después una pequeña risa se coló por el lugar. TaeHyung sonrió ampliamente y se levantó con mayor convicción. Después de eso ambas criaturas se dirigieron hacia el exterior donde dos enormes lobos les estaban esperando. Subieron sobre sus lomos y comenzaron el camino hasta el Estanque Lunar que estaba a unos cuantos kilómetros de la aldea. De nuevo TaeHyung se subió sobre JungKook quien no hizo ningún movimiento que le dejase ver su nerviosismo por aquella noche. TaeHyung decidió mantenerse callado.
Fueron unos cuantos minutos hasta que alcanzaron el claro entre los árboles. JungKook y su padre dejaron que el resto se bajase y HoSeok les dió la ropa con la que se iban a cubrir. Éstos desaparecieron detrás de plantas de espesas hojas para volver a su forma natural. El resto se comenzó a preparar. Sacaron de las mochilas pinturas blancas y negras que usarían para pintar a TaeHyung y a JungKook antes de que la luna llena saliese. JiMin se encargó de llevarlo todo y una vez el señor Jeon volvió a su forma se acercó corriendo hasta donde estaba el hada. Su hijo le siguió por atrás con sólo unos pantalones anchos. La noche no era fría pero de todas maneras el chico se tendría que meter en el agua, así que era mejor que tuviese poca ropa encima.
Después su padre le indicó que se sentase en el suelo, en frente de él. Con dos dedos que untó en la pintura blanca dibujó su frente runas y las diferentes etapas de la luna. JungKook tuvo que cerrar los ojos ya que también los adornó con dos líneas rectas que traspasaban el ojo desde la ceja hasta el pómulo. Una vez terminada la cara se dispuso a dibujar toda clase de figuras en su cuerpo. Primero por el pecho y torso y después por toda la anchura de su espalda. TaeHyung se quedó de nuevo impresionado por el crecido cuerpo de su amigo.
Cuando hubo terminado se alejó de su padre y se estiró, esperando porque la pintura se secase. Mientras tanto, TaeHyung desnudó su pecho y dejó su piel llena de tatuajes a merced del padre de JungKook. Todos sus amigos se le quedaron mirando las cicatrices y cuando les dirigió un ceño fruncido todos giraron sus caras o llevaron sus ojos al cielo en un intento muy malo de negar que le estaban observando. Una vez hecho eso el señor Jeon metió sus dedos en la pintura negra y empezó a pintar sobre su piel. Los primeros trazos se sintieron fríos pero después de unos minutos se olvidó de ello. Cerró sus ojos para que el hombre pintase unas runas parecidas a las de JungKook y después dos líneas horizontales que pasaban por sus párpados. Cuando abría los ojos, éstos se veían aún más afilados. A diferencia que con su hijo, el señor Jeon decidió que no era necesario que le pintase el pecho. Aclaró que sólo con la espalda estaría bien para la diosa. TaeHyung acató la orden y dándose la vuelta para dejar que terminase su trabajo se encontró con la mirada profunda y dispareja de JungKook. El chico estaba boquiabierto mientras veía cómo su padre adornaba su cuerpo. Aquellos ojos le hicieron sacar una sonrisa traviesa que hizo que JungKook se pusiese colorado al momento.
Poco después todo estuvo listo. El señor Jeon dió las indicaciones al grupo de lo que debían hacer y después se transformó en lobo y se fue. Al fin y al cabo era luna llena y no dejaba de ser un Jeon. Según ellos, eran de las especies más peligrosas de lobos que existían. TaeHyung estaba trabajando aún en el hecho de que debían «aceptarse a uno mismo».
Con todo dicho, JungKook se introdujo en el lago hasta que el agua alcanzó su cuello. Después nadó unos metros hasta que se hubo colocado en mitad de todo el enorme espacio de agua. El resto le observó desde la orilla, ya que el señor Jeon había dejado claro que ninguno de ellos podría meterse en esas aguas estando la diosa presente. Era sólo para sus seguidores o Hijos. TaeHyung no entendió entonces qué era lo que él tenía que hacer allí. ¿Cómo sabrían que la luna les había unido? «Lo sabréis cuando ocurra» les había contestado el señor Jeon con una voz calmada. TaeHyung no estaba muy seguro de sus palabras y de su idea. Al principio creía que salir de la base le vendría bien a él y a JungKook. Que buscar una respuesta a algo ilógico sería divertido. Pero ya no creía que nada de lo que estaba pasando fuese divertido. ¿Y si enfadaban a la diosa? ¿Y si no era un Hijo elegido y maldecía al chico? Su diosa Sol nunca había actuado sobre nada ni nadie, al igual que la Luna. Que los lobos tuviesen una historia infantil relacionada con ella no podía afirmar que fuese cierto. «Oh, madre mía...» se lamentó mientras pensaba que realmente estaban todos allí, expectantes, sólo por una leyenda de niños. Estuvo a punto de darse con la mano en toda la frente cuando se le acercó YoonGi.
El chico se había unido mucho a HoSeok en los últimos años y habían dejado de hablar tanto como antes. Le seguía queriendo como amigo pero no encontraban el momento para dedicarse tiempo el uno al otro.
Se sentó a su lado en la orilla en silencio y suspiró.
—Estamos aquí. —dijo mientras miraba el cielo. El chico estaba en su salsa. Se le veía disfrutar con la oscuridad y la quietud de la noche.
—Sí. —afirmó mirando sus manos. Después rió observando de reojo a JungKook. El chico se había tumbado en el agua mirando hacia el cielo y estaba flotando sin más. Se le veía tranquilo.
—Por fin ha llegado tu día. —dijo a continuación el vampiro. TaeHyung se rió de nuevo.
—Por mi Sol, YoonGi. —se quejó— Ni que me fuera a casar hoy. —el vampiro se encogió de hombros.
—Podríamos decir que va a pasar algo mucho más importante. Una unión vital. Parecida a un matrimonio, ¿No?
—Yo diría que peor. —le siguió—Si esto es real, nunca más me podré separar de él. —YoonGi rió entendiendo la broma. Después le dió un golpe en el hombro con cariño y TaeHyung le devolvió la sonrisa.
—¿Cómo te sientes? —preguntó en serio. Se dió unos segundos para pensar la respuesta.
—¿Nervioso? ¿Tenso? No lo sé. —contestó jugando con los tallos de hierba. —Tampoco sabemos qué esperar. Igual sólo es una pequeña cosa o a lo mejor las aguas se mueven y brillan. El señor Jeon no nos ha dado muchas indicaciones. —YoonGi asintió dándole toda la razón. El hombre no había desarrollado mucho nada porque realmente no sabía qué hacer tampoco. Aquello era simplemente una idea que podía ser verdad o no.
Lo cierto es que se estaban jugando el respeto de una diosa y TaeHyung ya no creía que el juego fuese divertido. Arriesgar a su amigo no era divertido.
Se quedaron unos segundos disfrutando del aire nocturno hasta que la luna llena salió en todo su esplendor. Aquella noche brillaba más de lo habitual y se la veía enorme. TaeHyung se sorprendió de lo bonita que se veía. Poco a poco fue iluminando los árboles con su luz delicada pero segura. Envolvió la oscuridad y en vez de eliminarla como hacía el Sol la respetó y se repartieron partes del bosque.
Sus rayos llegaron hasta la aguas tranquilas del lago, trayendo relajación y paz a los corazones de quienes la esperaban ansiosos.
De repente, un aullido lastimero rompió el hechizo de la luna. Todos observaron a su alrededor y volvieron a la realidad en la que estaban viviendo: una luna llena rodeados de lobos. Debían estar atentos para evitar accidentes.
Sin embargo, cuando volvieron a dirigir sus ojos hacia las aguas no vieron ningún cuerpo.
La luna ya se mostraba en todo su esplendor sobre ellos y parecía aún más imponente.
TaeHyung tragó saliva mientras maldecía mentalmente por no saberse ningún credo a la Luna. Creía que esa noche lo iba a necesitar.
Entonces los chicos entraron en pánico.
¿JungKook se había hundido? ¿Se había ahogado? ¿Era parte del ritual?
Sin embargo la pregunta más importante era: ¿Podían ayudarle o lo destrozarían todo?

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora