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Con un gemido empezó a mover su cuerpo con intenciones de perder el entumecimiento de sus músculos. Sus ojos heterocromáticos se abrieron a continuación, mostrándole una habitación oscura y con rejas. Suspiró frustrado y se desperezó frotando las palmas de sus manos por toda su cara. Después se incorporó sin prisa y se dió unos segundos para inspeccionar el lugar en el que estaba. Todo era tan oscuro, estaba seguro que no llegaba ni luz del Sol. Después observó dónde se encontraba y descubrió que estaba rodeado de unas enormes e inquebrantables rejas de hierro. Estaba dentro de una jaula, literalmente. Dentro de la misma le habían dejado un camastro viejo (pero infinitamente más cómodo que su pequeña cama) y una bandeja con comida. Se frotó la cabeza intentando recordar lo que había ocurrido antes de que perdiese el conocimiento, sin embargo lo único que su mente pudo reproducir fue la sonrisa burlona de aquél clon de TaeHyung. Se frustró consigo mismo y se levantó enfurruñado. Dió unas cuantas vueltas hasta que pudo ver unos dos metros más allá otra jaula de las mismas dimensiones que la suya. Utilizó su visión más aguda en la oscuridad y pudo vislumbrar un cuerpo pequeño, musculoso y con alas. Desde donde estaba parecía JiMin pero tenía miedo de hacer conclusiones precipitadas. Estaba claro que el plan de Nam había funcionado, les habían apresado.
Se apartó de los barrotes de la derecha e intentó descubrir más cosas por la izquierda. Se acercó con lentitud y miró lo que había más allá. En esa dirección se podían ver algunos resquicios de luz antinatural sobre unos edificios redondos. No sabía dónde se encontraba pero al mirar hacia arriba no vio el cielo. Allí, en vez del azul del cielo, había una cúpula oscura y altísima. JungKook temió porque no pudiera escapar de aquél lugar con vida. ¿Dónde les habían llevado? ¿Habían ido tan lejos de la gran ciudad? No podía ser posible.
De repente una luz se acercó hasta su jaula por la izquierda y con unos andares animados. JungKook se apartó de los barrotes y se sentó en su cama, intentando aparentar sumisión pero aún atento a todo. Cuando el personaje que llevaba la luz se mostró ante él JungKook estuvo a punto de gritar del asombro. Ante él se apareció un HoSeok serio y con bastantes más años. Se le veía maduro, tenía el flequillo cortado por encima de sus cejas y despeinado, dándole un aire de militar, muy contrario a su corte largo y pueril. Sus mechones rojos sangre sin embargo continuaban siendo impactantes y característicos. A JungKook le brillaron los ojos al verle tan estirado, con ambas alas fuertes y orgullosas. Sus ropas también habían cambiado con el paso de aquellos años. En antaño solía llevar los más vivos colores tierra que JungKook podía imaginar, sin embargo ahora llevaba unos pantalones anchos con muchos bolsillos, zapatillas cómodas y preparadas para el combate además de un enorme chaleco que le cubría todo el pecho. El negro y el rojo jamás fueron grandes amigos y a JungKook le dió un escalofrío verlo en el cuerpo de su amigo.
Tragó saliva mientras los ojos aún amigables de HoSeok le escrutaban de arriba a abajo. Se había dado cuenta de que estaba despierto, obviamente.
—JungKook. —le llamó en un tono demandante. El chico lobo se levantó pero se mantuvo quieto en su sitio. —Ven aquí. Es hora de que hablemos contigo. —JungKook asintió y caminó despacio hasta donde estaba HoSeok, sin poder evitar mirarle, admirando su aspecto. El hada le abrió la jaula y salió sin mayores complicaciones. A continuación le colocó unas esposas en ambas muñecas y unos grilletes en los tobillos lo suficientemente anchos para caminar pero no para correr. Y como guinda del pastel le colocó un enorme bozal que abarcó gran parte de su cara. Cerró cada una con una llave distinta que luego se guardó concienzudamente en los bolsillos de sus pantalones. JungKook entonces empezó a temer por su vida. ¿Estaba alucinando? ¿Ese era HoSeok o se lo estaba imaginando? ¿Había perdido del todo la cabeza? O era posible que hubiese muerto y se estuviese dirigiendo a su juicio final. Eso tenía más sentido que estar con su amigo muerto y con un maldito bozal en la cara.
Anduvieron por unos pasillos oscuros hasta que parecieron llegar a una zona más iluminada con antorchas y luces eléctricas. Allí lo rudimentario y lo moderno se mezclaba de formas inexplicables. La mayoría de las luces de las calles eran antorchas enormes pero las luces de las casas se podían apreciar como eléctricas. JungKook no entendía nada. ¿Qué era ese lugar?
Caminaron hasta que llegaron a lo que pareció ser una pequeña plaza en donde ya había muchísimas personas reunidas. ¿Iban a juzgarle? ¿Para qué? Aquello parecía el infierno, su destino ya estaba establecido.
Entonces, entre miradas de tristeza y algunas de odio caminó entre las personas presentes y le hicieron sentarse en medio de toda la plaza en un pequeño escenario. Allí tragó saliva y su cuerpo empezó a temblar. Ante él se mostraron varias figuras. Una de ellas era una mujer entrada en años. Su pelo era de un turquesa llamativo, fusionado con esporádicas canas blancas. Además, en su frente había una marca parecida a las que TaeHyung tenía en su cuerpo y mejillas. Decidió no observar más a la mujer pues no serviría de nada. A su lado había otra mujer de porte elegante y que no tardó en reconocer. La directora de largas uñas oscuras de la escuela estaba frente suyo, estirada y recta como un palo. Le sacaba a la mujer de pelo turquesa al menos dos cabezas. A su izquierda un anciano de pelo rosa estaba apoyado sobre un bastón y le observaba con una cara apacible y relajada. Supo desde ese instante que era una sirena por sus pequeñas escamas en sus manos. Al parecer por la edad le costaba cambiar del todo su forma. Y finalmente observó los personajes que se encontraban a la derecha de la mujer de pelo turquesa, pues ella parecía liderar al grupo. En su derecha se encontraba un hada muy joven y con las mejillas sonrosadas. Al parecer estaba avergonzada por su culpa y estaba más que seguro que su aspecto debía ser horrible. Decidió pasar de ella y finalmente sus ojos se enfocaron en el hombre de cabello negro y orejas estiradas que estaba allí, mirándole fijamente. De inmediato sus ojos se llenaron de lágrimas y quiso quitarse las esposas para darle un enorme abrazo a su padre.
Su padre estaba ahí.
Intentó levantarse pero la mujer de cabello turquesa le frenó con una mano. Su aura era relajada y transmitía confianza así que JungKook la hizo caso. Su maldito olor le reconfortaba y sabía perfectamente porqué.
—Primero debemos hacerte unas preguntas, chico. —le explicó con una ternura que poca gente había tenido hacia él. Asintió intentando comprender que no estaba muerto y suspiró buscando relajarse y no responder cualquier estupidez.
—De acuerdo. —le sonrió la mujer. —Tu nombre es JungKook, ¿No? —él asintió con la cabeza despacio y sintiendo el peso horrible del bozal. —Vale. —la mujer respiró hondo. —JungKook, queremos saber algunas cosas. ¿Fuiste alumno de la escuela Noche de Sol? —asintió de nuevo con los ojos muy abiertos. —Bien...
—¿Estuviste en el incidente de hace seis años? —le preguntó entonces la directora. Él asintió repetidas veces y con efusividad. Ella frunció los labios y se llevó sus larguísimas uñas a la barbilla pensando. —¿Nos podrías explicar qué ocurrió exactamente? —JungKook asintió de nuevo.
—Ta-TaeHyung, —tartamudeó. Aunque hubiesen pasado seis años su corazón todavía latía por ese nombre y todo lo que significaba. —Taehyung y yo estábamos ese día en la laguna. —recordó mirando al suelo e intentando recordar todo lo que había ocurrido ese fatídico día. Realmente el problema era el cómo olvidarlo, pero eso no venía a cuento. —También estaba SeokJin con nosotros. Y, ehm...—se mantuvo unos segundos pensativo. —TaeHyung y yo nos fuimos a bañar y dejamos a Jin en la orilla. Mientras estábamos en el agua empezaron a caer bolas de fuego del cielo. Jin escapó y nos obligó a huir con él pero le perdimos de vista con una bola de fuego. —sus ojos se colmaron de lágrimas y miró al suelo intentando retenerlas. —Después yo salvé a TaeHyung de ser aplastado por otra y perdí el conocimiento. Cuando me desperté estaba maniatado en un árbol. Hablamos con una humana que me pegó en varias ocasiones...—suspiró mientras las lágrimas caían despacio por sus mejillas. —Jin estaba conmigo, y gracias a él escapamos de allí. Fue él quién atacó a la humana. Huimos y nos encontramos con TaeHyung intentando escapar de todos los humanos que venían a por él. Pero, pero él...—un sollozo se escapó de su garganta. —Era muy poderoso y consiguió controlar la sangre de los humanos con sus poderes. Consiguió protegernos a todos hasta que no pudo más y...—las lágrimas caían descontroladas por sus mejillas y su voz se escuchaba amortiguada por el enorme bozal. —Se desvaneció en mis brazos...—soltó mientras lloraba. —Se convirtió en agua. Murió allí protegiéndonos. —quiso quitarse las lágrimas con sus manos pero no pudo entre las esposas y el bozal así que echó la cabeza hacia atrás intentando frenar el dolor. —Poco después perdí el sentido, pero me contaron que HoSeok y Jin habían intentado huir y que les habían pillado. Lo más probable era creer que habían muerto. —sorbió por su nariz y soltó el aire tembloroso.
—¿Y qué ocurrió después, cachorro? —le dijo su padre en un tono tierno y añorado. JungKook tuvo más ganas de llorar que nunca.
—Desperté con Nam y JiMin a mi lado. JiMin se quedó con la mitad de sus alas inmovilizadas y Nam mató a un montón de humanos. —declaró sin pelos en la lengua. —Estuvimos un tiempo escondidos, curando mis heridas hasta que llegamos a un destino. Estuvimos huyendo de un lado a otro.
—¿Por qué no volvieron a la escuela? —le preguntó la directora.
—No nos quedaba nada allí. Estudiar después de todo lo pasado no nos pareció el mejor plan...—dijo sintiendo sus lágrimas calientes corriendo por su cuello. —Teníamos miedo. ¿Qué habríamos sido si hubiésemos vuelto? Nam habría sido un asesino, JiMin un hada inválida y yo un lobo traumatizado. —declaró con algo de frustración.
—Podríamos haberos ayudado. —le dijo el hada con cara de preocupación.
—¿A qué? —preguntó. —Cada uno luchábamos con nuestros propios demonios...—ella cerró la boca y se echó hacia atrás, avergonzada. —No podía ayudarnos nadie más que nosotros mismos. Así que cuando llegamos a XingMa nos instalamos donde pudimos y buscamos maneras de curarnos. Una de ellas fue acabar y luchar contra la población de humanos que vive allí.
—Gracias a eso os descubrimos, chico. —le dijo el anciano con voz ronca. Los demás asintieron.
De repente, y ante las miradas que se dió el supuesto jurado, apareció una figura llamativa de ropas vaporosas. Irrumpió como una luz en la oscuridad que hizo que todos los presentes le mirasen al pasar.
—¡No me puedo creer que le estéis interrogando con un maldito bozal en la cara! —gritó y a JungKook le dieron ganas de llorar de nuevo. Su cabeza no podía estarse imaginando a tantas persona, ¿verdad? La persona saltó al escenario y le quitó las llaves a HoSeok de los pantalones. Se acercó al chico lobo y desató su bozal con una expresión de malestar y los labios apretados.
—Así mejor, ¿verdad, pelo tazón? —le dijo SeokJin una vez que le pudo ver la cara al completo y liberada.
JungKook entonces le regaló una radiante sonrisa que iluminó el ánimo de Jin. Después la sirena envolvió en sus brazos al chico y ambos lloraron con todos los espectadores ahí presentes.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora