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El ceño fruncido de TaeHyung se mantuvo todo el viaje de vuelta en su rostro. No estaba contento con la actitud de Jin y se notaba. Sin embargo, todos parecían sorprendidos por aquél cambio a excepción del akuana.
JiMin y NamJoon estaban más que intrigados sobre lo que estaba pasando y JungKook realmente no entendía nada. Sólo esperaba no haber hecho nada malo como para que la sirena estuviera en esa situación.
—Tae, —le llamó JiMin con una pequeña sonrisa. El akuana le devolvió la mirada desde su asiento en la parte delantera del lomo de JungKook. —¿Sabes qué le pasa a Jin? —el akuana arrugó más sus cejas y las orejas del enorme lobo que les llevaba detrás de otro, que era su padre, se movieron en su dirección. TaeHyung gruñó un poco ante su duda y la atención del lobo. Tampoco podía juzgarlos, era evidente que eran todos amigos y que uno mostrase esa actitud de rechazo frente a una buena noticia como su relación era, cuanto menos, extraño.
—No lo entiendo yo tampoco. Y es como...muy repentino, ¿No? —les dijo con sinceridad. Se llevó una mirada del enorme lobo blanco y TaeHyung le acarició las orejas, haciendo que el otro cerrase los ojos de gusto. —Tengo algunas ideas de porqué podría estar así con nosotros pero, sinceramente, espero estar equivocado. —NamJoon y JiMin se miraron sin comprender todavía y temiendo lo peor.
—Y... ¿Qué crees que puede ser? —TaeHyung se quedó callado por unos segundos ante aquella duda del mago. Estaba seguro que estaban preocupados por la sirena y él estaba cuanto menos agobiado con que sus pensamientos fueran ciertos. Porque si era así, Jin iba a salir herido.
—Me gustaría hablarlo con él, antes. No me gustaría hacer afirmaciones que no fueran reales.
—¿Pero Jin ha actuado así contigo antes? —TaeHyung se volvió a quedar callado unos segundos. Después observó la cabellera rosa palo que se movía con gracia delante de ellos. Lo suficientemente lejos como para que no les escuchase.
Si era totalmente sincero consigo mismo Jin siempre había sido el más reticente con sus gustos y acciones, sobretodo en el ámbito sexual y amoroso. La sirena no era nadie para mandarle ni decirle con quién podía estar o no, pero tal vez había notado por su parte algo de envidia. TaeHyung no podía negar que Jin adoraba la atención sobre sí mismo y de repente recibir más él por el simple hecho de ser una criatura casi extinta le había fastidiado más de lo que el akuana habría pensado. En un inicio había estado tan nublado por la necesidad de hacer lo contrario a lo que su madre le exigía que no había considerado la opinión de sus amigos más cercanos. Y mucho menos lo que sentían hacia sus acciones. Pero con el tiempo reconectó con ellos cuando tocó fondo. Acostarse con todas aquellas criaturas sólo le hicieron darse cuenta de lo vacío que estaba y lo hondo que había llegado. Era la manera que él tenía de gritar, la manera que él tenía de decir que estaba muy mal. La forma de llenar un hueco que su querido lobo había dejado esos seis años.
Cuando se dió cuenta del desastre que era recurrió a YoonGi y con él consiguió abrirse con los demás. Sin embargo, nunca volvió a tener la relación que había tenido en la escuela con Jin. Era un asco, porque adoraba a Jin con su alma y había sido en otra vida su modelo a seguir y quién le había aconsejado. Había sido su compañero de cuarto en su corta estancia en la escuela y había sido genial.
Pero, ya no.
La sirena y él eran de aguas distintas.
Y esas diferencias les habían terminado por distanciar del todo.
—Alguna vez, sí. Pero no a este extremo. —se sinceró. NamJoon levantó sua cejas sorprendido con aquello. Era cierto que Jin tenía mucho ego pero era maduro para su edad y una tontería como las de la escuela no podría haber generado una disputa entre ellos, ¿No?
—Tengo que hablar con él en privado, y contigo Kookie. —el lobo levantó las orejas ante su llamado. Pero no le dirigió ninguna mirada confiando en que sin ningún problema podrían hablar de lo que fuese. TaeHyung sonrió mirando al lobo pero su expresión se volvió neutra al ver a la sirena más adelante.
Esperaba que sus pensamientos no fueran correctos, porque sino tendrían que comentar muchas cosas.

Cuando por fin llegaron a la base pasaron por la seguridad de la entrada y al fin se encontraron con sus familiares. La señora Kim estaba esperando a su hijo con ansias y su marido a su lado. Ambos estaban al otro lado de la entrada y observaban al grupo con los ojos atentos. Sus hermanos pequeños estaban desaparecidos. Aquéllo fue algo que TaeHyung agradeció ya que se sintió agobiado al momento en el que sus ojos se encontraron. Tragó saliva y JungKook al notarlo le entrelazó sus dedos. TaeHyung se lo había dicho varias veces, pero seguiría haciéndolo hasta que se cansase: que mostrase iniciativa para el contacto con él le encantaba y le incentivaba a ello siempre que podía.
—Vamos allá...—susurró olvidándose del problema con la sirena. JungKook también se saltó el momento en el que Jin se fue con el ceño fuertemente fruncido. Casi nadie del grupo se dió cuenta de ello a excepción de cierto vampiro que le siguió con un semblante preocupado.
El akuana y el lobo se acercaron unidos a los padres del primero. ¿TaeHyung estaba temblando? Tal vez era así. Y no sabía exactamente por qué ya que no era la primera vez que su madre le veía con alguien que no aprobaba. La diferencia abismal era que quería a JungKook, y además no pensaba dejarle por nada del mundo.
«Moriría de nuevo en sus brazos si se diese la ocasión.» Desde luego morir no había sido una buena experiencia, pero tener a JungKook a su lado y ser lo último que pudo ver realmente fuera algo que repetiría.
—¿TaeHyung? —preguntó su padre confundido por el cambio de cabello del lobo, pero sin preguntar nada. Su madre, sin embargo, parecía más concentrada en sus manos entrelazadas.
—¿Qué haces con este perro? —dijo despectivamente. A TaeHyung le afectó más de lo que habría querido. Y en vez de atacar a su madre o entrar en cólera se hizo pequeñito y se quedó callado. —¿Al final os ha comido la cabeza el viejo lobo? ¿¡Qué te dije TaeHyung!? —le gritó entonces. HoSeok y la pareja vieron aquéllo con los ojos abiertos. Para la NamJoon y JiMin era la primera vez que veían la presión que ejercía aquella mujer sobre su hijo mayor y para el hada pelirroja no era nuevo, pero sí doloroso de presenciar.
—Kim. —interrumpió el padre de JungKook con el semblante serio y más confiado que nunca. —Mi hijo es realmente un Hijo de la Luna. Fue reclamado por la diosa. —la mujer se quedó pasmada por unos segundos y después regresó a su cabreo inicial, apartando de su camino al viejo lobo.
—¡Elegido o no, no quita el hecho de que es un hombre! ¡TaeHyung no podrá tener hijos con otro hombre! —TaeHyung apretó su mano con fuerza sabiendo que su madre llevaba muchos años haciendo aquello pero siendo siempre igual de horrible cada vez que ocurría. Notó las uñas del akuana clavarse en su piel y llevó su mano entrelazada hacia su boca para besarla con cariño. TaeHyung fijó sus ojos en la acción y una pequeña sonrisa ansiosa quiso formarse en sus temblorosos labios. JungKook no se lo pensó mucho y colocó su mano en su nuca, elevando un poco su cabeza y sujetándola. Y ante la sorpresa de todos unió sus labios en un beso apasionado que duró unos segundos pero que fue a boca abierta. TaeHyung recibió el beso con gusto y timidez. Era conocido por ser un desvergonzado, especialmente con su madre, pero le dolía horrores que le obligase a hacer algo que no quería. Odiaba que le estuviese intentando obligar a dejar a la única persona que había amado. Ya no podía aguantar más con aquello.
No podía más.
Por eso en mitad del beso quiso llorar; llorar porque JungKook le quería e iba a luchar junto a él para que su madre no se entrometiera.
Cuando se separaron TaeHyung sonrió embelesado por lo que acababa de hacer el lobo. El chico tenía las mejillas coloradas de la vergüenza que le daba hacer aquello delante de tanta gente, habiéndolo empezado él. Después agachó las orejas y se escondió en el cuello del akuana, respirando su dulce aroma mezclado con el suyo propio. Dormir los dos juntos tenía ciertas ventajas y desventajas. El olor de TaeHyung había disminuido considerablemente debido a su constante contacto haciendo que para el resto de lobos TaeHyung oliese tanto a licántropo como a akuana.
—¿Se puede saber a qué ha venido eso? —le dijo la mujer entonces, desde muy cerca. JungKook sintió cómo su sangre empezaba a hervir.
—¿Acaso no lo entiende? —preguntó con cierta ironía en su voz. La mujer parpadeó ante la repentina valentía—Reclamé a su hijo como mi compañero cuando éramos unos críos y ahora que por fin hemos sido unidos por una diosa viene usted a decirnos que por vuestra raza no podemos estar finalmente juntos. —NamJoon observó la escena con una pequeña sonrisa orgullosa. Su pequeño lobo estaba reclamando aquéllo que más quería —Vamos a estar juntos lo que nosotros consideremos. —declaró. —Y si no le parece bien nos iremos de aquí lejos, donde no pueda dar con nosotros. —TaeHyung abrió los ojos ante aquello aunque no sorprendido con la propuesta. Por su parte estaba más que dispuesto.
—No te atreverás a llevarte a mi hijo de aquí. No conmigo bajo el mando de esta base. —JungKook sonrió encarando a la mujer, siendo muchísimo más alto que ella.
—No me tiente, señora Kim. —contestó apartándose de ella lentamente. —Todavía no le he enseñado de todo lo que soy capaz... —y sin más, agarró de la cintura a TaeHyung y le arrastró lejos de allí. Con la mente en blanco anduvieron por algunas de las calles sin rumbo fijo, hasta que finalmente nadie les pudo ver y se quedaron solos entre algunos edificios.
Entonces JungKook cogió aire de manera exagerada relajando su tensionado cuerpo.
—¡Aaaay por mi diosa! —respiró hondo estirando sus brazos, librándose del entumecimiento de sus músculos. TaeHyung le observó en silencio. —¿Lo he hecho bien? Me he pasado, ¿Verdad? He sido demasiado agresivo...—dijo de repente agobiado y avergonzándose de sus anteriores palabras. Sabía que la habían liado pero bien. TaeHyung se mantuvo mudo. Entonces JungKook le observó y pudo apreciar la ligera sonrisa que adornaba sus labios.
—Ha sido increíble...—dijo en un tono bajo y ciertamente meloso. Aquello puso todos los pelos de punta de JungKook y el rubor adornó sus mejillas al momento. —Nunca nadie... A mi madre...—se perdió en sus recuerdos y después miró fijamente a JungKook —¡Eres increíble! —le dijo y se lanzó a sus brazos, llenándole las mejillas de diversos besos. Iba a agradecerle por toda su vida y por cada beso estaba más cerca de mostrarle su amor. JungKook rió agradecido y mucho más relajado y sin vergüenza ésta vez buscó la boca de TaeHyung con la suya y le besó con ganas y sintiéndose satisfecho.
Pocas veces JungKook estaba realmente contento con lo que hacía o decía pero por esa vez, por primera vez, su corazón dio saltos de orgullo ante sus acciones. Porque a la criatura que más quería le había encantado su actuar y eso aliviaba un poco el peso constante de sus acciones sobre sí mismo.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora