Calor

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—Ah...—el sonido se escuchó por la habitación de TaeHyung y retumbó contra todo el silencio que lo inundaba. La casa de TaeHyung era bastante grande, una de las ventajas de ser el hijo de la que llevaba el cotarro, así como que dicha jefa estuviese obsesionada con que tuviese hijos. Eso le había garantizado casi desde que se habían ido a vivir allí un lugar espacioso y totalmente a su disposición Era... Convenientemente grande. Al igual que su cama, que también era grande. Del tamaño perfecto para que un licántropo adulto pudiera estar retorciéndose como estaba JungKook haciendo en ese mismo instante. El lobo era bastante joven de por sí y un completo inexperto en todo el ámbito sexual, algo que había sorprendido y un poco decepcionado a TaeHyung. No es que esperase que el chico fuese mágicamente el rey o el mejor haciéndolo, pero esperaba no ser su primero, principalmente porque no se creía idóneo para ello. Además que tampoco lo merecía.
Sin embargo y a pesar de sus opiniones frente a la virginidad de su pareja, JungKook había sido bastante claro desde un inicio: adoraba que fuese él su primero y estaba deseando conocer más de aquél mundo a su lado. Así que TaeHyung no tenía quejas y no podía hacer nada. Por eso en ese preciso instante tenía la boca ocupada, haciendo que los pies de su chico se curvaran sobre las sábanas y preciosos sonidos salieran de sus finos labios. TaeHyung adoraba hacer sentir placer a todas sus parejas. Le encantaba calentarlas hasta su punto de ebullición y verlas explotar por sus acciones. Tampoco le costaba mucho, ya que la mayoría se acercaban con fantasías preestablecidas con su especie o porque era muy atractivo. De una manera o de otra, él acababa entre las piernas de alguien y con el colchón caliente y vacío a la mañana siguiente.
Pero, en este caso era distinto. JungKook era distinto. Y debía admitir que estaba amando cada parte de aquél camino.
Su primer acercamiento directo y su primera charla sexual había sido en la aldea de los lobos. Había sido un día que TaeHyung había pasado muchas horas con el padre de JungKook, tratando posibles estrategias para que la aldea se pudiese defender en caso de que atacasen los humanos, estando ellos o no allí. Realmente el problema había surgido en el momento en el que había entrado en la habitación que compartían. El padre de JungKook había decidido cambiarse de cuarto después de la Luna llena y todo lo que ocurrió entre ellos dos, y pasó la semana compartiendo espacio con Jin, que había sido el compañero de TaeHyung. En cualquier caso, TaeHyung llegó ese día apestando a otros lobos, algo que enfadó muchísimo a JungKook. Ese noche TaeHyung vio una energía animal en él, que le cogió por la cintura y la aprisionó contra la pared. Allí juntaron sus bocas con desespero y, entre mordidas y suspiros, JungKook bajó a su cuello, cubriendo la zona con mimos y chupetones que dejaron marca. La cosa se calentó tanto que acabaron tirados en la cama, con el pelo y la ropa revuelta y unas enormes ganas de llegar más lejos. Pero, a pesar del deseo de TaeHyung, JungKook se apartó asustado cuando le rozó las muñecas y levantó su ropa. Se apartó de él con un gesto asustado y le observó con miedo. TaeHyung no entendió en ese momento lo que había ocurrido y lo primero que pensó fue que la había liado con él. Lo último que quería era hacerle daño o hacer algo que rompiese la confianza que el chico le tenía. No quería dar pasos hacia atrás.
Ese día, por tanto, JungKook le contó los problemas que había tenido en profundidad, sus intentos de suicidio y las marcas que éstos habían dejado en su piel. Algunos estaban cubiertos con tatuajes que ya había visto, pero lo que más le había preocupado a JungKook con esos primeros toques había sido que TaeHyung los notase al tacto. Que rozase su piel y pudiese notar lo roto que estaba o que descubriese que realmente no era tan bueno como creía.
Después de aquella charla TaeHyung supo que no estaba preparado para dar ningún paso más en esa dirección. Debía ir poco a poco y ganando confianza en el chico. Así que se centró en recordarle lo mucho que le quería, lo increíble y atractivo que era y buscó que esos años de amistad que habían perdido volviesen. Eso sí, sumado a raciones de besos matutinos y nocturnos. Así que se pasó toda su estancia en la aldea intentando recobrar la poca autoestima que su compañero había tenido. Sabía que sería un camino largo y tortuoso pero aún así sabía que iba a adorarlo tanto como a JungKook.
Cuando regresaron a la base las cosas cambiaron. JungKook se enfrentó a su madre y declaró finalmente delante de todos que estaban juntos. Casi siempre había sido él el que lo había mencionado en viva voz y frente a otros, pero ese momento en el que simplemente le había reclamado le había encantado. Y sabía que había caído un poquito más por el lobo con ese gesto.
Desde su regreso, no sólo sus sentimientos habían crecido, sino la confianza de su pareja y eso conllevaba, más besos, más toqueteos y sobretodo más avances en el plano sexual. Y gracias a eso estaban allí en ese momento. Desnudar a JungKook había sido el segundo gran desafío en su relación por todos los demonios que el chico guardaba. Pero TaeHyung había mostrado total falta de pudor desde el principio y le había enseñado a tocarle, a amarle y a gozar su cuerpo y el de los demás. Mostrándose tan libremente había hecho que JungKook quisiese unirse y en vez de sentirlo como una obligación, como le había sugerido HoSeok, el chico lo tomó genial para sorpresa del akuana. Se acostumbró a su desnudez en menos de lo que había supuesto y a los pocos días empezó a quitarse poco a poco piezas de ropa. Empezando por los pantalones, quitando la ropa exterior y dejando la interior, hasta estar completamente a merced de la vista de TaeHyung. Y una vez superado la barrera física era momento de superar la emocional. Conseguir que JungKook le tocase más allá de lo debido era el siguiente desafío y algo en lo que seguían trabajando.
En cuanto al punto de vista de TaeHyung, una criatura a quien le gustaba que todo fuese rápido y efímero en el sexo, todo el progreso y desarrollo que llevaban no le había impacientado o disgustado, sino todo lo contrario. Cumplía con sus deseos: amar a JungKook con calma y enteramente, y eso incluía tomarse su tiempo para conocerle mejor, tanto por dentro como por fuera, física y psicológicamente. Era precioso descubrir a una persona por capas y se odió a sí mismo por buscar simplemente sexo con tantas criaturas en el pasado cuando realmente lo que le daba chispa a esas relaciones era la conexión que tuviera con esa otra persona.
—Joder...—soltó JungKook en un suspiro ahogado. Se mordió el labio inferior para contener los siguientes que salieron como gemidos silenciosos. TaeHyung adoraba todo de JungKook y estaba empezando a darse cuenta de ello.
Subió y bajó por la longitud, deteniéndose para mimarla con sus manos y lengua.
Después de esos pocos días en los que JungKook había permitido que le enseñase lo que era ver las estrellas TaeHyung había aprendido algunos puntos débiles del chico. Como por ejemplo, la punta.
Fue subiendo por todo el falo hasta que llegó a la punta. Allí aprovechó para coger aire y mimar la zona con sus labios. Dejó varios besos mientras mantuvo sus manos quietas, desesperando un poco al lobo. Después jugueteó llenando todo de su saliva y sin previo aviso volvió a meterse todo lo que pudo en la boca.
Tenía mucha experiencia en aquello, más de lo que su madre admitiría jamás.
Después de ese pequeño juego, JungKook levantó sus caderas, ahogando a su compañero que ya estaba completamente lleno de él. El chico estaba colorado y a punto de terminar por eso TaeHyung no dijo nada. Sin embargo, no se esperó que el lobo le cogiera de la nuca y empujara su cabeza a la par que levantaba su pelvis. Eso llevó a JungKook al cielo, que terminó en su boca como las anteriores veces. Una vez llegó, toda su energía se fue y TaeHyung se quedó quieto mientras el otro le soltaba. Se levantó lentamente de donde había estado y se limpió las comisuras de su boca, una vez tragó todo suspiró impresionado. Si el chico se movía así y levantaba la pelvis como había hecho ese día sabía que iban a estar muy ocupados en cuanto le enseñase a Jungkook lo que era realmente tener relaciones.
El chico se quedó bocaarriba en su cama, desparramado y totalmente satisfecho. Tenía las mejillas coloradas y suspiraba un poco, aún extasiado por esa sensación todavía tan nueva. Sus ojos estaban entrecerrados y sus labios brillaban y tenían un matiz rojizo. Probablemente se los había mordido demasiado por estar intentando reprimir sus gemidos. TaeHyung sonrió y se tumbó a su lado, sin poder dejar de mirarle a los ojos con una sonrisa boba. Ni siquiera él se había venido pero tener al otro tan destrozado era un espectáculo, debía admitirlo. Después de estar unos segundos mirándose en silencio TaeHyung se levantó para ir al baño y limpiarse lo que había quedado en su cara. Cuando regresó JungKook estaba en una posición cuanto menos sexy. Estaba completamente desnudo encima de su cama, con sus orejas y cola de lobo quietas y tranquilas sobre las sábanas. Pero, sus manos estaban detrás de su cabeza, algo que provocaba que los músculos de sus brazos resaltasen más, así como todo su abdomen. Tuvo la necesidad de sentarse encima de él sin previo aviso ni preguntar. JungKook pegó un ligero salto que le puso alerta pero se relajó en cuanto abrió los ojos y le vio.
—No te das cuenta de lo sexy que eres...—se quejó con el ceño un poco fruncido, juntando sus dos extremidades. Una de las primeras cosas que habían hecho había sido masturbarse juntos. Tal vez, era momento de enseñarle a JungKook lo que era la parte de atrás. Empezó a moverse lentamente sobre su cuerpo, haciendo que ambos se rozasen. Colocó sus manos encima de su pecho para mantenerse en equilibrio, utilizando también sus rodillas que estaban a cada lado del cuerpo de JungKook. El chico lobo no tardó en reaccionar a sus acciones. Tanto fue así que agarró con cierto desespero sus rodillas y parte de los muslos de sus piernas cuando empezó a ponerse duro de nuevo. TaeHyung sonrió con malicia ante el nuevo sonrojo del chico. No se podía ser tan adorable con esa cara y tan indecente con ese cuerpo. Iba a volverle loco.
—Tae...—susurró con voz ronca cuando se le ocurrió dar un pequeño salto. Aquello no hizo más que calentarle.
Sin embargo y antes de que pudiera continuar se escuchó el timbre de su casa y después un grito de Jin.
Ambos se miraron completamente helados y TaeHyung saltó (pero esta vez fuera de la cama) y corrió a vestirse. Toda su ropa había quedado abandonada y tirada en alguna parte de la casa y estaba seguro que le costaría encontrarla. Ante aquello y sabiendo que TaeHyung no estaría listo hasta pasados unos minutos, JungKook decidió ponerse sus vaqueros y ropa interior. No encontró su camiseta ni sudadera así que decidió peinarse con los dedos un poco y abrió la puerta sin pensarlo mucho. Lo cierto es que debería habérselo pensado un poco más antes de tan siquiera abrir la puerta, ya que Jin se le quedó mirando con los ojos muy abiertos. Prácticamente su mirada se cepilló por todo su adulto cuerpo y el aspecto tan sensual que tenía. TaeHyung no lo iba a decir en alto pero JungKook después de venirse era una completa obra de arte masculina. Todo su cuerpo inspiraba sensualidad cuando alcanzaba su clímax y ciertamente no iba a ser el único en darse cuenta de ello.
—¿JungKook..?—dijo Jin un poco perdido y con los ojos muy alejados de los suyos.
—¿Ocurre algo? ¿Estás bien? —le preguntó nervioso y agitado. Ya no sólo estaba ansioso por la situación en la que se había encontrado con TaeHyung hacía unos segundos, sino que además Jin llevaba toda la semana evitándoles y no se le había visto por ningún lado más allá de la piscina de las sirenas.
—Sí, solo he venido a hablar. —dijo con la voz más calmada y como recuperando sus ideas.
—¿Con TaeHyung? —le preguntó entonces.
—¿Eh?—JungKook rió ligeramente porque Jin parecía perdido.
—Has venido a la casa de TaeHyung. Le buscas, ¿No?
—¿TaeHyung? —dijo entonces frunciendo su ceño ligeramente.
—Aquí estoy...—una voz se escuchó detrás de JungKook. Sus manos rodearon su cintura y JungKook sonrió por la caricia delicada. Después de cualquier intimidad que tuvieran, aunque fuese la más mínima, JungKook se ponía extremadamente cariñoso con TaeHyung. Buscaba el contacto más mínimo y si podía le llenaba de besos. Así que no fue distinto en esta ocasión. El lobo sonrió y le llenó la cabeza de pequeños besos que TaeHyung agradeció con una sonrisa enternecida.
Pero su burbuja fue interrumpida por un carraspeo.
—Quiero hablar contigo, TaeHyung.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora