‡Desde las profundidades‡

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Jungkook abrió los ojos de manera perezosa y con un terrible dolor en uno de ellos. Cuando el mundo dejó de temblar y pudo vislumbrar lo que tenía delante suyo se dió cuenta que no podía abrir su ojo izquierdo. Sentía algo caliente y espeso ahí pero no podía verlo ni sentirlo ya que estaba atado con cuerdas a un árbol. Sus manos estaban atadas al igual que sus pies y luego su pecho estaba pegado y unido al árbol de grueso tronco. Gruñó ligeramente por el dolor que sentía en todo su cuerpo y tardó en darse cuenta que todavía seguía empapado de agua. Respiró hondo intentando recordar todo lo que había pasado y cómo había llegado hasta allí, hasta esa situación.
—Por fin despiertas...—escuchó una voz molesta desde su derecha. Giró la cabeza un poco y allí, en un árbol más alejado, estaba el inigualable SeokJin, atado y maniatado como él. La sonrisa no tardó en aparecer por toda la cara redonda de JungKook en cuanto vio al chico con algunos moratones y quemaduras, pero vivo.
—¡Estás bien! ¡Menos mal...!—empezó diciendo animado y contento a pesar de encontrarse en esa situación.
—¡Shhhhh!—le calló SeokJin con el ceño fruncido. —¡Cállate que nos van a oír! —le regañó. Jungkook entonces cerró su boca pero su sonrisa se mantuvo.
—Nos asustamos muchísimo cuando desapareciste de repente. —le explicó en un susurro. —No sabíamos qué te había pasado. ¡Creíamos que te había aplastado una bola de fuego!—medio gritó de nuevo emocionándose.
—¡SHHHH! —le chistó más alto esta vez. —Lo sé, yo tampoco sé por qué estoy aquí o incluso cómo es que estoy vivo. Se supone que esquivé esa bola o roca o lo que sea, pero perdí el conocimiento al salir del agua. —le explicó. Después sus enormes ojos almendrados se dirigieron a él y pusieron una ligera cara de dolor. —¿Te encuentras bien? —le preguntó entonces. JungKook se sorprendió y asintió mientras observaba a su alrededor.
—¿Dónde está TaeHyung? —preguntó de repente.
—JungKook estás sangrando. —le comentó seriamente.
—A mí sí me cayó una bola de fuego.—explicó a continuación. SeokJin ahogó su sorpresa en un sonido extraño.
—Entonces Tae...
—No, no. —negó de repente y de manera frenética. —Le empujé a tiempo. Él se salvó...—hizo una pausa mientras observaba de nuevo el panorama delante suyo buscando desesperadamente a su amigo.
—JungKook, Tae no está aquí...—le dijo. —No le he visto desde que me he despertado.
—¡Tiene que estar aquí! ¡Le salvé!
—Puede que sea buena señal. Puede que haya escapado. —murmuró Jin desde su lugar como si fuera realmente un rezo, una plegaria porque aquello fuera real, porque Tae estuviese a salvo.
—Tiene que haberlo hecho, ¿Verdad? —le preguntó JungKook histérico. Su único ojo estaba brillando de lo encolerizado y asustado que estaba el chico. Jin siguió observando de reojo aquella herida tan monstruosa que el chico tenía en su ojo izquierdo. No sabía lo profunda que era pero estaba seguro de que puede que ni siquiera TaeHyung pudiese curarla con sus mágicos poderes sanadores. Era tan profunda que ni siquiera podía abrir su ojo. Éste estaba cerrado de manera permanente como si nunca jamás fuese a abrirse. Jin se mordió el labio inferior sintiendo una enorme pena por el chico ya que tan sólo tenía catorce años. Sus ojos se llenaron de lágrimas tramposas que no tardaron en correr por sus mejillas. Entonces fue cuando consiguió la atenta y completa atención del chico lobo. Le observó por unos minutos con su ojo bueno y después le hizo la pregunta que tanto temía.
—¿Por qué estás llorando? —preguntó girando la cabeza sin entender, de manera inocente.
Aquél pequeño gesto le dieron más ganas de llorar a SeokJin provocando que JungKook se preocupara aún más. Sin embargo, esta segunda vez no pudo preguntar nada más ya que oyeron unos pasos acercándose lentamente hacia ellos. JungKook cerró la boca de repente y SeokJin intentó acallar sus gemidos de dolor y su respiración nerviosa pero le fue imposible. El personaje de cabello largo atado en una coleta se acercó hasta ellos con una expresión de repugnancia y asco en sus labios. JungKook agachó la cabeza sin querer mirarla y SeokJin cerró los ojos dejando escapar más lágrimas aún.
—¡Os he escuchado hablar, abominaciones! —les gritó la mujer dejando escapar babas con cada palabra. JungKook entonces levantó sus ojos y observó a la mujer por primera vez. —Oh, pero qué mono eres. —alegó aún con su cara de asco. —Un perrito adorable y letal...—le dijo mientras cogía una de sus mejillas y tiraba de ellas causando que se quejara. —Por tú culpa el akuana casi se nos escapaba. —le regañó dándole un poco en la mejilla una vez le soltó. JungKook se quejó y quiso escapar de ese trato aunque la mujer no le dejara.
—¿Qué, qué...? —preguntó una vez que había entendido sus palabras.
—¡¿Estás sordo o qué?!—gritó desesperada y colérica. —¡Estabas con el akuana! ¡Vimos cómo le besabas, niño imbécil! —JungKook entonces empezó a llorar. No había servido de nada su dolor ni lo que sea que le hubiese pasado en el ojo izquierdo. TaeHyung había sido capturado al igual que ellos. Entonces una bombilla se iluminó en su mente: si estaba capturado podían encontrarle y salvarle y podrían escapar juntos. ¡No dejarían a nadie atrás!
—¿Dónde está? —preguntó temblando porque la mujer llevaba un arma muy extraña para él. Era de metal y aparentaba ser un tubo extraño y con muy mala pinta. Para el olfato fino de JungKook tampoco fue un placer oler aquella cosa que la mujer se proponía con tantas ganas mantener cerca de su cabeza.
—¿El akuana? —preguntó a JungKook. Ante esa pregunta el chico quiso devolverle lo que le había dicho anteriormente, pero se lo guardó y se calló. Asintió a sus palabras con un movimiento lento que hizo que le doliese la cabeza. —Oh, qué bonito. —comentó despectivamente. —Quieres saber dónde está tu chico, qué tierno. —JungKook se sonrojó ligeramente y después ella le dió una bofetada fuerte que cortó los lloros constantes de Jin. Se hizo un silencio sepulcral después de eso y la mujer pareció disfrutar el efecto que había generado su acción. —Tu querido amigo ha sido mandado directo al matadero. Él es la razón de que estemos aquí y de que vosotros sigáis vivos. Para nuestra mala suerte no tenéis la culpa de nada y por tanto no podemos haceros nada más que inmovilizaros, sin embargo eso no significa que no podamos divertirnos un rato...—sonrió maliciosa mientras se acercaba de nuevo a JungKook para propinarle un nuevo golpe. El chico se encogió en su sitio esperando el dolor de una patada en su pecho, pero jamás llegó. Cuando abrió de nuevo los ojos vio que Jin estaba controlando agua salada y había conseguido inmovilizar a la mujer con su elemento. Con un movimiento rápido de sus manos atadas en su espalda consiguió hacer que perdiera el conocimiento al intentar ahogarla. Simplemente la dejó sin aire pero evitó que el agua entrase en su cuerpo. Cuando se quedó inconsciente Jin usó el agua para empujar las cuerdas y liberarse de su agarre. Después liberó su torso y finalmente sus pies. Corrió hasta donde estaba JungKook y con el agua que le había sobrado colocó un poco sobre su herida haciendo que el chico dejase escapar un chasquido por el dolor. Jin se disculpó mientras le soltaba con cuidado dándose cuenta de las demás heridas que el chico tenía. JungKook se cayó encima del pecho de Jin en cuanto le hubo soltado del todo, sintiendo el peso de su cuerpo por primera vez.
—JungKook, —se alarmó Jin mientras le incorporaba. —¿Estás bien? ¡Dime algo!
—Duele. —se quejó. —Duele mucho. —Jin le abrazó con cariño y después de unos minutos así le obligó a levantarse y a andar. El chico lobo se quejó todo lo que pudo pero valió la pena ya que pareció espabilarse al acordarse de que todavía debían buscar a TaeHyung. Jin se sintió tan miserable al ver al otro en ese estado que no supo cómo seguir con la situación. Estaba más que agotado, él también tenía heridas y golpes, y además de todo esto se le sumaba el hecho de que los humanos al parecer no estaban extintos. Jin estaba a punto de explotar.
—Jin...—le susurró JungKook mirando la laguna desde donde estaban. —¿Dónde has conseguido agua salada? El agua de la laguna es...
—De mis lágrimas, JungKook. —contestó acabando de repente la conversación. Le agarró por la cintura, colocando un brazo del chico en sus anchos hombros y empezaron a avanzar aún con una pequeña nube de agua siguiéndoles. Debían mantenerla cerca por si se acercaban enemigos de nuevo.
Jin estaba histérico por todo lo que estaba pasando y si antes JungKook había aparentando que se le iban a salir los ojos de las órbitas ahora él era el que se encontraba en ese puesto. No dejaba de pensar que todo aquello era mentira, que pronto se despertaría para ir a clase.
Pero tristemente, Jin no se despertó y JungKook siguió sangrando a su lado recordándole que aquello era real. Que su sangre era roja y oscura. Que estaban en medio de una enorme guerra. Que era más que posible que TaeHyung estuviese muerto y sobretodo, que parecía que ellos dos iban a tener la misma suerte.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora