‡Sangre‡

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Había leído ese nombre antes.
Era un sustantivo que casi ni había sido mencionado en los libros de Historia. Estaba asustado, sorprendido, alucinado con aquella información. ¿Él era un akuana? ¿Una criatura tan antigua como los mismos humanos?
Todo parecía haber sido sacado de una película pues ni siquiera él podía creerlo. Se quedó mirando al humano de cabello rubio unos minutos, confuso. No entendía nada. ¿Él iba a matarle por una venganza tan antigua?
El hombre le miró a los ojos fijamente y frunció su ceño. TaeHyung pudo sentir en aquél momento el desprecio y el odio que aquél hombre tenía sobre él. Y ni siquiera tenía sentido puesto que no se conocían de nada, pero aún así, él quería exterminarle. Aquella mirada le hizo entrar en contacto de nuevo con el pánico de hacía unos minutos. El pánico frío y primitivo que te despertaba partes del cerebro dormidas, partes que te ayudaban a mantenerte con vida. Pensó en cómo defenderse en el estado en el que se encontraba y de repente se acordó que estaba rodeado de su elemento.
Agua. Ésa era la solución.
Cerró los ojos y buscó la manera de encontrar agua. Sus tatuajes comenzaron a brillar de manera relajada y concentrada, llevando todo su potencial a su piel. TaeHyung frunció el ceño después de unos minutos cuando toda el agua que le había rodeado hací poco tiempo no podía ser percibida por su magia. Su elemento había desaparecido, casi al igual que SeokJin. Y entonces sus ojos se abrieron desmesuradamente ante una idea que cruzó su mente. La risa maléfica y ensordecedora del hombre en frente suyo sólo se lo confirmó.
El agua dulce había desaparecido.
Ahogó un jadeo cuando abrió sus párpados y dejó de brillar. El hombre continuó y riéndose sin parar y regocijándose en su desesperación. TaeHyung miró a todos lados en busca de algo que pudiese liberarle, pero como era obvio, no encontró nada.
—¿De verdad creías que iríamos a por ti estando rodeado de tu elemento? —continuó riéndose. —Eres idiota si realmente piensas que somos tan estúpidos.  —TaeHyung gruñó ligeramente y frunció su ceño, dándose por vencido.
Entonces, mientras esperaba a que el hombre hiciese algo, lo que fuera, se acordó de JungKook y de Jin. ¿Qué había ocurrido con ellos? No podían haber muerto, ¿Verdad? De repente su respiración se volvió nerviosa y la simple idea de que hubiesen sido asesinados por tales criaturas le hizo tener ligeros espasmos y gemidos. Tuvo ganas de vomitar, de llorar y de desaparecer. No podía ser cierto debían seguir con vida. JungKook era un chico fuerte y se necesitaba algo más que una estúpida bola de fuego oara matar al grande de Jin. No, no podían haber acabado así, se negaba a aceptarlo.
—No pienses mucho en tu muerte. —le comentó tranquilamente el humano aunque manteniendo veneno mortal en sus palabras. —No será rápida pues estoy seguro que tienes madre, padre y esas cosas. Obviamente primero averiguaremos dónde están y después te daremos una muerte lenta y dolorosa. —TaeHyung entonces dejó caer las lágrimas libremente. —Es una pena que vayamos a asesinar a un perro y a un pescado más. —dijo a continuación. Aquello hizo que los ojos enrrojecidos de TaeHyung se abrisen de manera desmesurada, prestando máxima atención a todo lo que aquél tipo iba a decirle. —Con los tres podríamos hacer una paella, sólo que en vez de marisco un pescado y en vez de conejo un perro. Maravillosa combinación. —TaeHyung hizo crujir sus dientes. No podía aguantar que alguien hablase tan libremente de la muerte de sus amigos y especialmente de JungKook. Si podía evitarlo no dejaría que nadie le tocase un pelo. Sintió su rabia subir por sus venas, ascender desde sus pies hasta la punta de sus orejas, cubriéndole el cuerpo entero. Antes de poder hacer algún movimiento escuchó la voz cansada y llena de rencor del humano.
—De nada servirá que brilles, akua-imbécil. No tienes agua cercana que poder controlar para liberarte o atacarnos. Este es tú final, acéptalo. —TaeHyung apretó más los dientes ante aquello. Ése no podía ser su final, todavía tenía que aprender muchas cosas de aquél nuevo mundo que le acababa de abrir las puertas. Debía aprender a controlar sus poderes con Nam, aunque él fuese un idiota. También debía aprender a hacer amigos como Jin o a cultivar plantas como HoSeok. También quería seguir hablando y haciendo travesuras con JiMin y descubrir lo divertido que era. Y tampoco podía olvidarse de su amigo vampiro, tan seco e inteligente, quería aprender a ser tan relajado como él. Y por supuesto, todavía le quedaba amar a JungKook con todo lo que tenía, aunque no supiese muy bien cómo hacerlo. Había tantas cosas que debía y quería hacer antes de partir que se frustró ante la posibilidad de que se lo negaran. Apretó sus puños y sus ojos brillantes buscaron algo de agua que controlar, sin embargo toda su atención se centraba en el humano. Sus instintos le estaban gritando que ante una situación como la que se encontraba, la única manera era haciendo lo que más terror le daba.
Su padre de pequeño le había relatado interminables historias de miedo relacionadas con personas que podían controlar a otras mediante su elemento. Jamás las había tomado muy en serio por haberse tratado de simples cuentos contados en una noche de hoguera y barbacoa. Sin embargo, ahora todo lo que sus padres habían dejado caer durante años parecía cobrar sentido. Incluso las pequeñas historias para no dormir de su padre estaban despertando instintos y acciones que anteriormente no se veía capaz de poseer. Cogió aire e hinchó sus pulmones para anticipar y prepararse para lo que venía a continuación. Observó atentamente al humano con sus ojos y tatuajes brillantes. Esta vez el brillo estaba lejos de ser un turquesa delicado y dulce, sino más bien era un azul verdoso potente que podía cegar a quien lo mirase por demasiado tiempo. Sabía que aquello estaba consumiendo demasiada de su energía y ya en ese momento podía notar pequeñas brechas formándose en su hipersensible piel. Pero no podía evitarlo, no podía dejarse matar de aquella manera.
Debía luchar.
Y eso era justo lo que iba a hacer.
Consiguió mover ligeramente uno de sus dedos y al instante el cuerpo del humano se retorció de manera antinatural. El hombre abrió los ojos de la impresión y se quedó sin aire por unos segundos. TaeHyung podía escuchar su respiración, su corazón. Estaba a un paso de poder adentrarse en su cabeza y conocer todos los misterios de los humanos. Sin embargo se conformó con lo que había logrado. Intentó mover sus brazos para sacarle la pistola y tirarla lejos de su alcance. Con fuerza y mucho esfuerzo consiguió hacer que las articulaciones del hombre respondieran a sus mandatos y apartaron la pistola de su cuerpo para después tirarla hacia algún lado alejado de ellos. TaeHyung se sintió orgulloso cuando consiguió mover al hombre hasta donde él se encontraba para que le destase las muñecas y los pies. Cuando dejó de ejercer sus poderes sobre su cuerpo el hombre cogió aire como si hubiese estado dentro del agua por un minuto y medio. Después le miró con los ojos desorbitados y buscó desesperadamente su arma. TaeHyung le observó intentar ir a buscarla pero siempre le cogía a tiempo y le devolvía a su lado, esperando por que hiciese lo que él quería sin tener que decírselo. Después de varios intentos fallidos el hombre acabó desatándole al completo y posteriormente le rogó porque le dejase huir de allí. TaeHyung no estaba seguro de ser tan misericordioso con alguien que tenía pensado matarle y que muy probablemente todavía podría hacerlo. Con pesadumbre en su corazón le empujó con sus tétricos poderes recién descubiertos y decidió olvidarse de él por el momento.
Lo que sí que jamás esperaría sería sin duda que se encontrase rodeado de humanos por todos lados.
Aquello realmente debía ser una pesadilla en vida.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora