Desayuno agridulce

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—Deberíamos regresar a la base cuanto antes. —dijo HoSeok a la segunda semana de su estancia en la aldea.
Los lobos no les habían puesto pegas en el aumento de su visita porque JungKook era un protegido de la Luna y tenerle con ellos les hacía sentirse seguros y fuertes. Sin embargo, el lobo se pasaba todo el día con su recién formada pareja y pocos podían hablar con él sobre cómo era ser un Hijo de la Luna.
—Tienes razón. —respondió NamJoon con un semblante serio. Ambos estaban desayunando juntos en la cantera de la aldea. No solían tener comidas comunes, pero por razón de JungKook y de la etapa de apareamiento los lobos estaban más que predispuestos ha hacer excepciones.
Por el otro lado, tanto NamJoon como HoSeok se habían estado levantando temprano para entrenar con tiempo. NamJoon quería ser útil en la base y HoSeok adoraba enseñar a los nuevos, así que, en vista de que no iban a regresar en poco tiempo NamJoon decidió comenzar con su mejora física y de habilidad. JiMin después de lo que había ocurrido con el vuelo había estado más decaído y bipolar. El chico pasaba momentos en los que el positivismo y las buenas vibras le inundaban, dando paso a un JiMin feliz de haber vuelto a tocar las nubes. Pero, a pesar de esto, también tenía momentos en los que simplemente no podía salir de su agujero oscuro. No paraba de pensar que nunca jamás podría regresar a volar y haber tenido ese reencuentro sólo había incentivado sus mayores pesadillas, como si no hubiera pasado por ellas los últimos seis años. NamJoon no se quejó las noches que se despertó gritando o creyendo que se caía de nuevo del cielo porque sabía lo que significaba para él volar. Simplemente se encargaba de abrazarle lo más fuerte que podía y sostenerle el tiempo que necesitase. Básicamente se encargaba de cubrir el hueco que había dejado JungKook.
En sus peores años, JiMin y el lobo habían encontrado un refugio en el otro al que recurrían siempre que la vida les pesaba demasiado. Él siempre había sido tan destructivo con sus emociones que en cuanto algo se salía de su control no podía evitar esconderse y aislarse como método de refugio. Siempre tenía el miedo de que podría hacerles daño y se salía de control.
Por eso, las noches en las que JiMin revivía sus traumas, NamJoon le abrazaba como nunca había podido hacerlo y le servía de soporte para aguantar en la oscuridad hasta que el Sol salía de nuevo. Tener esos guantes le habían ayudado muchísimo para poder estar al lado de las criaturas que le necesitaban cuando le necesitaban. No iba a dejar a nadie solo sufriendo por miedo a hacerles daño con sus poderes.
Ya no.
Nunca más.
—Aunque no creo que a los tórtolos les guste la idea. —dijo señalando con los ojos en blanco a la casita apartada en donde seguramente dormían TaeHyung y JungKook. HoSeok rió ante la cara cansada de su compañero.
—¿Te han vuelto a despertar? —NamJoon asintió de manera cansina.
—Entiendo que acaben de declararse y que se hayan echado mucho de menos, pero se pasa ya de castaño a oscuro.
—Son todas las noches, ¿No?
—Todas las noches. —se quejó NamJoon. HoSeok volvió a reír con pena. Sólo había tenido suerte de que le tocase una habitación lo suficientemente alejada de aquellos dos. Sólo podía agradecer al Sol por permitirle dormir como un bebé por las noches.
—Es una pesadilla...
—Bueno, tampoco tiene que ser tan horrible. —NamJoon le observó con las cejas levantadas, incrédulo. —A ver Nam, tú y JiMin, ya sabes... Los entendéis mejor que nadie.
—¡Pero qué dices! —se escandalizó—¡JiMin y yo somos una pareja normal y sana! ¡No nos quedamos horas jugando a la consola y gritando como posesos! —dijo sin pelos en la lengua. Estaba ya cansado de esos dos adultos que en vez de dormir se quedaban matando a bichos feos con armas demasiado complejas.
—Bueno, ante todo, piensa positivo: podrían hacer cosas mucho peores que jugar a la consola. —NamJoon abrió los ojos ante aquél comentario.
—¿JungKook? ¿En un sitio desconocido? ¿Siendo nosotros invitados? —contó con incredulidad. Sabía que JungKook era bastante decente en ese aspecto y le avergonzaba el tema como a un niño de trece años. NamJoon estaba casi seguro que no haría ninguna tontería de esas en un lugar tan instintivo y donde los olores eran tan importantes. Si hiciesen algo más allá se enteraría toda la aldea y NamJoon sabía que eso era lo último que quería el lobo.
—¿Con TaeHyung? —preguntó con ironía HoSeok. —No me sorprendería que se pusiesen en la puerta a hacerlo.
—Es una broma, ¿No?—y al ver que HoSeok no se inmutaba y se mantenía su sonrisa intacta NamJoon palideció.
—TaeHyung es un desvergonzado de cuidado. Aunque no le culpo. —suspiró hondo—Después de toda la presión a la que le puso su madre no me sorprende que hiciera lo que hizo.
—¿Qué... Hizo? —preguntó un poco asustado.
—Es asqueroso, pero es que TaeHyung es muy rencoroso. Y el rey del drama. —NamJoon se preparó para la locura que su amigo iba a soltar—Trajo a un amante a la oficina de su madre y mantuvo relaciones en su mesa. —NamJoon se puso colorado ante aquello y se tapó la boca. De sólo imaginarse a la señora Kim confabulando y organizando la base en la mesa donde su hijo... Las tripas se le revolvieron.
TaeHyung había cambiado demasiado, tal vez. Aunque ese aspecto no parecía molestarle a Jungkook.
—Te puedes hacer una idea de cómo nos enteramos todos...—y con aquello NamJoon decidió cambiar de tema, porque no estaba preparado para hablar sobre la activa vida sexual del chico.
Pocos minutos después, cuando ya había pasado el primer choque de la noticia un JiMin somnoliento les acompañó en el desayuno. Después se unieron SeokJin y YoonGi que vinieron con sus desayunos herméticamente dispuestos.
SeokJin se sentó soltando una queja:
—¡Ahg! Me estoy quedando sin agua salada.
—Tranquilo. —le dijo entonces NamJoon. —Estábamos pensando en regresar a la base.
—Me voy con vosotros, entonces —dijo YoonGi. —No es fácil encontrar sangre por aquí y la de los animales ya no me sirve. Ya conocen mi dinámica de caza y me cuesta más conseguir presas. —HoSeok asintió complacido.
—¿Se lo habéis dicho a los tortolitos? —preguntó JiMin con los ojos entreabiertos. NamJoon se encargó de dejar un bonito beso en su sien. El acto hizo sonreír de inmediato al hada que se dejó caer un poco en el roce.
—No. —contestó HoSeok con una sensación amarga en la boca del estómago. —No creo que quieran volver: uno tendrá que enfrentar a su madre, el otro tendrá que elegir si quedarse o no... 
—Pero, vosotros os vais a quedar, ¿No?—preguntó YoonGi sorbiendo de su taza. NamJoon observó a JiMin que se llevaba a la boca una tostada con mermelada de fresas encima. Era un tema que había evitado porque sabía que el hada no iba a dejar a su amigo después de encontrarle. Y por alguna razón él dudaba sobre si debían quedarse o no. Él quería aprender de todo lo que pudiese enseñarle HoSeok sobre los Cuerpos, pero no estaba seguro que pudiera entrar en alguno o siquiera le llegasen a aceptar. Sabía que eran sus demonios hablando de nuevo, pero aún así no podía evitarlos.
—Al menos por un tiempo sí. —contestó JiMin rápidamente. NamJoon evitó mirarle ya que sabía que el chico intentaría convencer al akuana de que volviera a hacerle volar a pesar del desastre que había sido la primera vez. No podía culparle.
—Bueno, —dijo Jin entonces sacándoles de la tensión del momento— ¿Cómo vas con tu elemento, Nam?—el mago le miró con un semblante tranquilo y risueño. No es que hubiera podido hacer muchos progresos rodeado de follaje y naturaleza viva, pero pensaba practicar cuando volviesen a la base. Lo bueno de la tierra era que no ardía. Además que no se arriesgaría a practicar sin JiMin cerca. Si el chico conseguía usar su elemento para acabar con las pocas llamas que consiguiese crear le daría suficiente seguridad para mejorar poco a poco sin tanto miedo.
—Intentaré practicar cuando regresemos...—un portazo se escuchó y todos miraron hacia donde había venido el ruido. Ahí se podía ver a los dos chicos besándose sin ningún tipo de freno. JiMin soltó una risa al verles tan animados tan temprano.
—Podrían cortarse un poco...—se quejó la sirena un poco molesta. Aquello llamó la atención de YoonGi y HoSeok que le observaron confundidos. Sin embargo no le dieron mucha importancia. NamJoon por su lado rió de la ironía de que con lo fuerte y grande que era JungKook estuviese siendo apretado contra la puerta por TaeHyung que casi no le llegaba ni a los hombros.
—Qué fácil parece controlar a un lobo feroz, ¿Eh? —dijo entonces YoonGi volviendo a su desayuno cuando les vieron acercarse a la mesa.
NamJoon y JiMin observaron las mejillas sonrojadas de JungKook mientras TaeHyung le avisaba que iba a por sus desayunos y que regresaba en unos minutos. Después le regaló un beso en la mejilla a modo de despedida y se perdió entre los otros lobos. JungKook le observó unos segundos más y después se sentó al lado de JiMin con un suspiro.
—¡Buenos días!—canturreó el hada con un humor mejorado. JungKook bajó las orejas avergonzado pero manteniendo sus ojos brillantes y vivos.
—Buenos días...—respondió con la voz queda y somnolienta.
—Te has despertado de buen humor, ¿Eh?—le dijo HoSeok entonces felizmente y regalándole una sonrisa enorme. JungKook sonrió también pero bajó las orejas. NamJoon no pudo evitar sonreír enternecido por lo feliz que se veía su amigo. Podía quejarse todo lo que quisiera por lo pesados que eran en la madrugada, pero adoraba verle así por las mañanas.
—Supongo que sí...—contestó encogiéndose de hombros. Todos rieron un poco sabiendo que el chico estaba más que enamorado del otro.
De repente, Jin dió un golpe en la mesa con su puño y dejó a todos sumidos en un silencio tenso y sepulcral.
—¿No os da vergüenza?—soltó entonces dejando a todos a cuadros. Todos los presentes le miraron sin entender nada. —Todo el tiempo os estáis besando, en todos lados. ¿No os da vergüenza? —repitió como si el hecho de hacerlo fuera a darle más sentido. JiMin y NamJoon no comprendían nada. Ellos también se ponían cariñosos de vez en cuando y aunque JungKook y TaeHyung fueran menos cuidadosos eran una pareja recién formada. Era normal que no se pudiesen quitar las manos de encima.
Al ver que nadie le seguía ni entendía a lo que quería llegar la sirena, éste suspiró dejando de lado lo que acababa de decir y con otro pequeño golpe a la mesa se levantó con el ceño fruncido.
Por el camino se encontró a TaeHyung tarareando una cancioncilla que se le había pegado y se acercó a él sin pensar. Jin estaba totalmente nublado por un sentimiento que no llegaba a entender.
—¿No te cansas? —le dijo entonces con rencor. TaeHyung se quedó parado sin entender a lo que se refería el otro. La bandeja estaba caliente con su comida y el olor era magnífico. Jin le observó de arriba a abajo y soltó un bufido.
—¿Cansarme de qué? —preguntó inocentemente y con una aura atontada. A Jin eso pareció enfurecerle más aún.
—¿Puedes, por favor, no hacerle esas cosas a JungKook? —preguntó con ironía e ira contenida.
—¿Qué cosas, Jin? —respondió con un tono un poco amargo. —¿Besarle, quererle, estar con él...? —su ceño se frunció y sus ojos se achicaron. Jin entonces entró en pánico al notar que TaeHyung era mucho más perspicaz que el resto en este tipo de situaciones. Pudo hasta sentir el sudor frío caer por su cuello.
—¿Cuál es tu problema? —le dijo entonces queriendo comprender a su amigo y no buscando una disputa. Quería que todos estuviesen bien, no era mucho pedir, ¿No?
—No importa. —contestó entonces poniendo los ojos en blanco y dando por hecho que no podría discutir con TaeHyung. —Si de todas formas haces lo que te da la gana siempre...—murmuró mientras le sorteaba y se alejaba de él a paso rápido. —Sin importarte los demás...—se dijo a sí mismo hundiéndose en sus pensamientos y sentimientos descubiertos.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora