Lobo solitario

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—Esto no puede ser...—su padre estaba más que agobiado mientras se ponía unos pantalones desgastados. —He puesto en peligro a la señora Kim y a todos los de la base. Tenemos que volver de inmediato, tenemos que sacarlos de allí, seguro que los humanos saben todo a estas alturas...
—Papá,—su hijo rubio le siguió por el cuarto intentando frenarle.
—...tenemos que volver y avisarles. Tenemos que irnos ya. No hay tiempo para guardar nada, tenemos que decírselo a TaeHyung e irnos de aquí cuanto antes.
—Papá, papá...
—Su madre acabará conmigo por esto. Seguro que me echarán del tribunal y del puesto que tengo. Seguro que me echarán hasta de la comunidad...
—¡Papá! —JungKook agarró a su padre por los hombros y le sentó en su cama para calmarle. —Nadie va a echarte de ningún sitio.
—¡Tú eso no lo sabes! —JungKook se quedó sin aire y sonrió.
—No, no lo sé.—le dio la razón— Pero tampoco sabemos qué ha ocurrido con tu carta. Y aunque haya sido interceptada por humanos u otras criaturas, ¿Qué más da ahora? Ahora mismo no podemos ocuparnos de ese problema. Ya podrás hablar con la señora Kim en la base ¿No? —su padre pareció un poco más relajado pero aún ansioso por lo que acababan de averiguar y el paradero de esa carta.
Sin nada más que decir se fue a vestir con las ropas del día anterior. Su padre le observó y de manera inconsciente sus ojos acabaron en la visible marca de su nuca. Ahora que el chico tenía el cabello platino sus lunares y marcas contrastaban más en su cremosa piel. Su progenitor no pudo evitar centrarse en los diversos tatuajes que adornaban la piel de su hijo y las cicatrices que marcaban su pasado y presente. Tenía muchas cosas que hablar con él y entre ellas estaba sincerarse sobre lo que realmente ocurrió con su madre. Ahora que todos sabían lo que había sucedido en el Estanque y que su hijo era realmente especial debía contarle la verdad.
—Cachorro...—le llamó. JungKook levantó sus orejas y le observó con sus ojos redondos bien abiertos. —Ven aquí, creo que es momento de que te explique algo... —JungKook confundido por el cambio de tema tan repentino se acercó hasta su padre y se sentó a su lado con una tranquilidad pasmosa. Su intriga le estaba carcomiendo en su interior, pero no iba a mostrarse impaciente. —Nunca hablé contigo sobre lo que ocurrió con tu madre, ¿Verdad? —su hijo entonces se mostró tan asombrado ante aquello que simplemente se mantuvo callado y extremadamente atento. Al ver que su padre no seguía negó moviendo su flequillo ligeramente. El mayor de los Jeon sonrió por cómo era su hijo y suspiró profundamente.
—Sé que seguro que conoces lo que decía la gente sobre ello...—las orejas de su hijo se bajaron de repente, sintiendo vergüenza ante lo que iba a decir.
—Todo el mundo decía que tú la mataste, que por eso hay que tener cuidado con los Jeon... —el padre asintió entendiendo que su hijo tomara aquellas historias como la verdad cuando él se negó a contársela. Era realmente culpa suya.
—Los Jeon somos agresivos y violentos por familia, por tú abuelo en específico. No por mí. Pero ya sabes, nunca se sabe...—JungKook asintió comprendiendo ese sentimiento de incertidumbre constante.
—¿Qué hizo el abuelo? —preguntó de manera inocente y aprovechando que su padre estaba hablador.
—Tu abuela tuvo varios pretendientes y de entre ellos había un lobo muy respetado en su manada...
—Ay, no... ¿El abuelo lo mató?
—¿Qué? —dijo exaltado. —¡No, no! ¡JungKook, por la Luna! ¡¿En qué estás pensando?! —JungKook encogió sus orejas asustado por la reacción de su padre. Parecía un cachorro de nuevo. Aquello relajó su temperamento.
—Arrancó el árbol sagrado de la familia de ese otro pretendiente.
—Ah...
—De un mordisco.
—Oh.
—Sí, terrible. —concordó su padre. —Somos muy impulsivos y temperamentales. Es normal que nos dejemos llevar de más por nuestras emociones. Por eso siempre os he enseñado que tenéis que tener cuidado.
—Ya...—contestó JungKook no creyendo que todo ese miedo viniera de un árbol viejo arrancado por su abuelo. —¿Y eso ganó a la abuela?
—Pues sí. Resulta que en ese árbol aparecía el destino de esa familia. Ya sabes, cuántos hijos iban a tener, con quién se iban a casar, esas cosas... —dijo como si no fuera nada—Tú abuelo se encargó de escribir el suyo propio. Con sus dientes.
—Vaya...
—Bueno, a lo que íbamos... ¡Me has distraído JungKook!
—¡Perdón! —dijo el otro apenado.
—Tú madre. Tu madre no la maté yo, ni como lobo ni como criatura.
—Pero entonces...
—Tuvimos que pagar un precio, hijo mío. —confesó entonces. —La Luna no sana de manera gratuita. Nosotros no sabíamos que ella te había elegido como su protegido, sólo sabíamos que te había salvado y te había devuelto a nosotros. —empezó con la mirada perdida. —Nunca pude imaginar que desarrollaría este afecto hacia ti...—sus ojos se perdieron en su ojo azul y su cabello. —La Luna nos dió unos cuantos años a tu madre y a mí antes de tener que cumplir con su parte...
—Pero no lo entiendo. —le cortó asustado y muy confundido —Si mamá seguía a la Luna, ¿Por qué tendríais que pagar un precio?
—Tú madre era un hada, JungKook. —dijo entonces. Esa información siempre se le quedaba atascada en la garganta y casi nunca podía dejarla salir.
Un lobo y un hada enamorados...
—Ella veneraba al Sol y al día, en vez de a la noche. Por ello tuvo que sacrificarse ante la Luna. —una lágrima bajó por la mejilla de su padre. —Intentamos que venerara a la Luna con tal de salvarla, pero fue imposible. No puedes cambiar a los dioses que velan por tus elementos y tus fuerzas...—JungKook tragó saliva. —Una diosa en la que ella no creía le había hecho un favor...—más lágrimas cayeron. —Y eso hizo que tuviera que entregarse en cuerpo y alma a ella como pago por salvar a su hijo. —el lobo más joven empezó a sentirse afligido y a notar cómo su padre sufría por la pérdida de su amada. JungKook podía echar de menos a alguien que no había conocido pero no podía sentir lo que su padre estaba sintiendo en aquél momento.
Debía de ser horrible...
—La última noche que pasamos juntos fue de luna llena y la acerqué al Estanque Lunar para despedirme de ella aunque fuese en mi forma animal. Cuando regresé sin ella y sin que nadie supiera qué había ocurrido todos empezaron a hablar...
JungKook asintió y sin pensarlo más abrazó a su padre con cariño y besó su frente, mostrando todo el apoyo que necesitaba para salir adelante. Estaba seguro que su padre lo había pasado fatal, pero no llegaba a entender porqué su propio padre no había sido sinceros con ellos desde un principio. Le habría ahorrado muchas noches oscuras en las que de niño había temido por su propio padre. Cuando su padre era aquel hombre que estaba llorando desconsolado entre sus brazos.
No tuvo mucho tiempo más para reconfortar a su progenitor ya que YoonGi entró en tropel a su cuarto, sin siquiera llamar antes. Sus ojos (que era lo único que se podía ver con sus capas de ropa) mostraban miedo e incertidumbre y JungKook tembló por un momento por lo que sea que hubiera podido pasar.
—Es TaeHyung. —dijo sin más.
—¿Qué le ha pasado? —exigió saber. Su padre se mantuvo sentado a su lado mientras el se levantaba y se acercaba a la puerta con rapidez.
—Ven conmigo. —y el vampiro salió como había entrado. JungKook le dirigió una mirada a su padre y él le ordenó que fuera con el chico. JungKook le agradeció y se disculpó antes de cerrar la puerta y correr detrás del vampiro que le había tomado la delantera.
Ambos caminaron hasta el inicio de la aldea donde se encontraban un grupo de lobos metiendo las narices donde no debían. En cuanto llegó les dirigió un gruñido que puso los pelos de punta a todos y les apartó para que dejaron vía libre hasta el chico. JungKook perdió todo el color de su cara cuando vio a TaeHyung inconsciente en el suelo, cubierto de sudor y con una lágrima de sangre que caía desde su ojo izquierdo hasta si barbilla. Se agachó para verle bien y entonces se dió cuenta de que estaban los siete allí, esperando por él.
—¿Se puede saber qué ha ocurrido? —preguntó demandante y con los nervios a flor de piel. Entonces JiMin y NamJoon aparecieron abrazados el uno al otro cubiertos de lágrimas. JiMin parecía desconsolado, como llevaba un tiempo sin verle, y NamJoon parecía tremendamente asustado.
—Es nuestra culpa JungKook. Él solo quería ayudarme a volar...—murmuró JiMin entre hipidos. El hada estaba en medio de un verdadero ataque y el mago intentó tranquilizarla.
—¿Qué ha pasado? —preguntó lentamente. Casi pareció una amenaza.
—Utilizó su habilidad de controlar la sangre...—JungKook abrió los ojos teniendo recuerdos nada buenos sobre aquello. Recuerdos de él aferrado a un TaeHyung nublado por la desesperación. —Movió las alas de JiMin de nuevo, JungKook —le informó NamJoon con una voz pequeña. —Y el voló...
—¡¿Qué importa eso ahora si TaeHyung está así?!—gritó descontrolado. NamJoon se echó hacia atrás comprendiendo lo que ese grito había significado y se sintió horrible. JungKook había recuperado a TaeHyung hacía bastante poco y ahora ellos dos, seguidos por sus ideas egoístas estaban ahí, siendo responsables de lo que sea que le había pasado a JungKook.
Poco después se relajó un poco y pego su oreja al pecho de TaeHyung relajándose al notar que continuaba respirando. No tuvo que pensar demasiado en lo que tenía que hacer ya que su propio instinto y pasado le dieron la solución a lo que tenía que hacer.
—¿Hay agua dulce por aquí cerca? —los licántropos le indicaron un pequeño estanque que no cubría más a allá de la cintura pero que era perfecto para JungKook. Sin esperar más, JungKook cogió al TaeHyung inconsciente y se encaminó por donde le dirigieron. Resultó que el riachuelo dónde habían estado antes haciendo la prueba de vuelo llevaba hasta aquél pequeño estanque en donde JungKook descalzó a TaeHyung y a sí mismo. Después y a paso lento se introdujo en el agua dulce poco a poco metiendo partes del cuerpo de TaeHyung lentamente en su elemento. Tuvo un estúpido dejá vu mientras se encontraba ahí metido con TaeHyung en sus brazos. Casi parecía que estaban en el lago de la escuela de nuevo. JungKook habría sonreído de haber estado TaeHyung en sus brazos de manera consciente como hacía seis años.
Estuvo unos minutos en el agua y no notó nada distinto en el cuerpo del akuana. El chico simplemente no parecía querer volver. JungKook entonces se empezó a impacientar y agobiar. Una pequeña lágrima cayó por su mejilla y decidió juntar sua frentes para sentir el breve calor que emanaba el akuana. Su corazón estaba bombeando desbocado entre sus costillas.
—Vamos Tae...—susurró para que sólo él pudiera oírle. —No puedes dejarme ahora, no así. Acabamos de encontrarnos después de tanto tiempo...
De manera imperceptible las aguas brillaron un poco cuando TaeHyung empezó a removerse en los brazos de JungKook. Sus ojos se abrieron con parsimonia hasta que enfocaron al lobo que estaba llorando. TaeHyung se sacudió para recuperar la consciencia del todo y recordar lo último que había sucedido. Vio a un grupo de criaturas en la orilla y a su querido lobo con los ojos brillosos por las lágrimas. «¿Qué había sucedido?» pensó desconcertado, pero no le dieron mucho tiempo para pensar ya que su lobo le envolvió en sus brazos con fuerza y respiró su aroma con profundidad.
—Estás bien, madre mía...—murmuró contra su oreja y TaeHyung sintió un pequeño escalofrío al tener tan cerca al lobo. Estaban prácticamente pegados y eso pilló desprevenido al akuana que acababa de volver de un sueño profundo.
—Esto era una cita improvisada o algo, ¿Lobito? —preguntó con cierto sarcasmo, ya que el lobo había pasado de él desde por la mañana y esa atención era demasiado repentina. —Y si es así, ¿Por qué nos están mirando? —JungKook se echó a reír de una manera tan tierna que el corazón de TaeHyung se estrujó. Después le dejó sobre sus piernas que flotaron con naturalidad y gracia en el agua.
—Estabas con NamJoon y JiMin y te desmayaste. Pensé que lo que mejor te vendría sería agua dulce. —confesó JungKook con una voz tímida, como si estuviese verificando que lo había hecho bien.
—Pues sí, tienes razón. Siempre me sienta genial un poco de agua dulce. —contestó incómodo por la atención de más. Poco a poco algunos se fueron yendo y los demás se quedaron con la intención de enterarse de todo lo que decían como Jin, YoonGi y HoSeok. JiMin y NamJoon entendieron que TaeHyung quería estar un poco a solas con el lobo y no supieron cómo decírselo al resto.
El akuana al notar que no se iban agarró al lobo del cuello y se acercó peligrosamente a él, haciendo que los demás apartaran la vista como idiotas. Poco después desaparecieron.
—No me sorprende que me desmayase... Era la primera vez en años que usaba esa habilidad. Creía que no la podría utilizar de nuevo...
—El uso de la sangre...—susurró JungKook cogiendo una de sus manos e inspeccionando los tatuajes que allí había. TaeHyung se sonrojó un poco por su atención y fascinación.
—Sé que esto te va a sonar extraño, pero cuando usé ese poder, tuve como el sentimiento de que te necesitaba... No lo sé. —confesó de repente. —No me gusta ser dependiente de alguien pero después de lo de anoche, ya no sé si realmente te necesito o es sólo una sensacion más. —JungKook asintió considerando que tal vez esas dudas podría resolverlas su padre.
—Yo no he sentido nada nuevo. —TaeHyung frunció el ceño un poco molesto por aquello. Parecía que la dependencia era unilateral. —Siempre he sentido que me faltabas y que te quería a mi lado. —aquello calentó las mejillas del akuana de inmediato y puso de los nervios al lobo —Qui-quiero decir, no siempre, desde que te conozco. Bueno, no desde que te conozco, desde que me gustas...—y aquello coloreó aún más fuerte sus mejillas. —¡Quiero decir...! Desde que, ya sabes, nos besamos en el lago.., bueno, no tanto. Ya me gustabas antes, realmente fue un tiempo después de conocerte...o tal vez cuando me defendiste de aquél lobezno —una risa se escuchó por el lugar y poco después TaeHyung plantó un ligero pero gustoso beso en su mejilla.
—Creo que podemos dejar claro que nos gustamos, ¿No? —le preguntó intentando aclararlo. El lobo asintió emocionado y risueño. —Y que...—uno de sus dedos se deslizó por la mejilla del lobo, pasando por sus labios, rodeando su barbilla y bajando por su largo cuello, perdiéndose en su pecho —hay algo entre tú y yo, más allá de lo que haya dicho la Luna. —el lobo para ese entonces estaba realmente perdido. ¿Desde cuándo TaeHyung era así de coqueto? No estaba preparado para ello. Y además no estaba enterado de nada de lo que le estaba diciendo. Asintió desorientado. —Entonces, ¿Eres mío, JungKook? —susurró sobre sus labios.
—Lo soy.—afirmó acaramelado—Todo tuyo. —dijo antes de perderse en la suavidad de los labios de TaeHyung y gozar de una maldita vez de ese sentimiento tan fantástico.
La sesión de besos que se dieron no fueron infantiles, ni descuidados, ni siquiera tímidos. JungKook se encargó de besar y rebesar aquella boca que todavía no había reclamado al completo. Quería que TaeHyung fuese suyo y que él fuera de TaeHyung, al completo. Por eso, con sus labios intentó comunicarle lo mucho que le adoraba, lo mucho que había añorado una cercanía cómo aquella y le prometía, a su vez, repetir aquello por mucho tiempo más.
Sin embargo, TaeHyung se apartó con una sonrisa satisfecha, dejando a JungKook con los labios juntos y desprevenidos. Sonrió de manera inocente cuando se dió cuenta que el chico se había apartado.
—Debería castigarte...—susurró con tono meloso.
—¿Qué? ¿Por qué?—contestó un poco desesperado el lobo.
—Hoy pasaste de mí. Creía que incluso te habías olvidado de lo que pasó anoche.
—No podría olvidarlo nunca... —contestó contagiándose del coqueteo del otro. TaeHyung sonrió con malicia y se apartó con un ligero empujón, haciendo sonreír al otro. Al parecer a TaeHyung le gustaba jugar y JungKook era competitivo de nacimiento.
Con unos ojos entrecerrados y una sonrisa traviesa, salió lentamente del agua, dándole la espalda. JungKook entonces tuvo vía libre para pasear su mirada por toda la anatomía adulta de su compañero, que se marcaba especialmente con sus ropas mojadas.
—¿Te has dado cuenta que sólo nos besamos estando en remojo? —y con un movimiento rápido sacó toda el agua de su ropa y pelo y la dejó caer de nuevo al pequeño estanque.
JungKook no pudo evitar reír y seguirle hasta salir del agua. El akuana entonces le observó como el desvergonzado que era; sin ningún tipo de tapujo. JungKook se sintió un poco intimidado con su mirada y se tapó la cara con uno de sus brazos, haciendo su pose muchísimo más apetitosa para el otro.
—Oh, por el Sol, no poses así...—le dijo en una queja. JungKook no entendió bien. —Estás como un queso, JungKook. —confesó— Lo de tu voto de castidad por mí no me lo creo del todo.
—Eh...
—Es imposible que nadie haya querido disfrutar de tu cuerpo. Eres demasiado atractivo...—continuó quejándose y haciendo reír al otro de la vergüenza.
—Sí he tenido a criaturas que querían algo conmigo.—mencionó recordando alguna que otra noche en mitad de una misión o un día que NamJoon decidió sacarles de fiesta para desestresarse. Había gente interesada en él, pero él nunca se había interesado por nadie más— Lo que pasa es que yo no quería disfrutar de ningún otro cuerpo que no fuese el tuyo.
TaeHyung entonces se quedó sin aliento y le observó como si no pudiese creer que aquello hubiese sido genuino. JungKook era realmente un diamante en bruto.
—Eres increíble...—susurró mientras secaba al lobo con cuidado y mucho con mucha más delicadeza a como había hecho con sí mismo.
Poco después su expresión maravillada se tornó oscura y seria. Pareció como si tuviese algún tipo de dolor y JungKook se preocupó al momento.
—¿Qué pasa?
—Yo...—su voz sonó demasiado débil para tratarse de TaeHyung, así que se aclaró la garganta y habló con voz amortiguada y con una expresión extraña. Parecía como si estuviese intentando mantenerse fuerte —Yo no podría haberme guardado para ti aunque hubiese querido...—los ojos de JungKook se abrieron como platos y cuando TaeHyung quiso huir de aquello, agarró su muñeca con cuidado y le atrajo hacia sí mismo. Sus brazos me envolvieron con cariño y protección y TaeHyung se quedó paralizado, sintiendo los latidos del otro en su mejilla. JungKook cerró los ojos e inspiró su dulce aroma con añoranza y simplemente se quedó ahí quieto, sin decir ni preguntar nada, no queriendo forzar al otro a hablar.
Y el akuana entonces se quedó tan pasmado que no pudo evitar las pequeñas lágrimas que bajaron por sus mejillas. Lágrimas de alivio, un alivio que su corazón había ansiado por muchos años...
Había echado de menos la aceptación incondicional de JungKook.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora