Desatado

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Una vez su padre se hubo relajado JungKook quiso hablar las cosas con calma. No había manera de que lo que acababa de contarle tuviese sentido, por eso con pesar y con toda la calma que podía reunir decidió optar por ser sincero con su padre.
—Papá, creo que...
—Ven conmigo. —le cortó en mitad de la frase. JungKook abrió los ojos por la sorpresa y siguió los andares animados de su progenitor. No sabía a dónde estaba yendo pero decidió no preguntar.
Mientras caminaba detrás de él, le vió quitarse las lágrimas sobrantes con fuerza y después estiró su espalda como su estuviese preparado para afrontar lo siguiente. El problema era que JungKook no sabía qué era lo siguiente.
En menos de lo que pensó se encontraron delante de un edificio alargado y bajo, de sólo tres plantas. Según le habían explicado HoSeok y Jin, ése era el lugar donde se reunían todas las personas que llevaban la organización de los diferentes cuerpos y sobretodo la administración del lugar en general. Allí, por tanto, era donde trabajaba su padre.
Con poca convicción se mantuvo en la espalda y la sombra de su padre, esperando que le negasen la entrada nada más cruzar la puerta. Nadie le dijo nada, así que sin abrir la boca continuó con su camino. Subieron a la tercera planta por las escaleras y una vez estuvieron allí cruzaron largos pasillos con muchísimas puertas. JungKook ya se había perdido, ya que todos los pasillos eran iguales, con la misma decoración y el mismo ambiente monótono. Incluso se mareó un poco mientras giraban y buscaban la dichosa habitación a la que su padre pretendía entrar. Por fin, después de muchos giros, vueltas y pasillos exactos encontraron una puerta, igual a todas las demás, en donde se frenaron. Sin más dilación su padre la abrió y entró por ella, sin pedir permiso. JungKook tragó saliva al vislumbrar la cabellera ondulada y bien peinada de JiSoo. La pequeña estaba sentada en el regazo de alguien mayor, dirigiéndole una sonrisa en cuanto le vió aparecer por la puerta.
—¡Lobito! —gritó mientras saltaba del regazo ajeno y se acercaba corriendo hasta donde él había aparecido. Casi no le había dado tiempo a cruzar el umbral de la puerta y ya estaba la niña a sus pies, pidiendo que se agachase para tocar sus orejas. Sin mirar a su padre, dobló sus rodillas y se posicionó a la altura de la niña. Ella de inmediato colocó sus pequeñas y suaves manos alrededor de sus orejas negras. Con cuidado las manoseó y chilló de la alegría. Al hacerlo las orejas se echaron hacia atrás, no pudiendo soportar un sonido tan alto desde tan cerca. La niña pareció darse cuenta y se calló al momento, poniéndose ligeramente seria.
—Hola...—saludó a la pequeña mientras ella seguía tocando su pelo suave. Después los ojos se dirigieron hacia la persona que estaba delante de él. Como no podría haber sido de otro modo, TaeHyung estaba estirado y sonriente en frente de ambos. JungKook se quedó embelesado por unos segundos y sonrió tontamente, sintiendo cómo sus mejillas se volvían rojas con el paso de los minutos. Sin darse cuenta suspiró y la niña se enfadó por no estarle prestando atención a ella y sus increíbles y majestuosas caricias.
—¡Oye!—le dijo—¡Qué te estoy acariciando yo, no él! ¡Deja de mirarle! —y ante eso los ojos de JungKook bajaron hasta el suelo, notando cómo toda su cara se ponía roja, incluidas las orejas humanas. Taehyung se rió ligeramente y se agachó junto a su amigo lobo. Con un gesto cariñoso, apartó a JiSoo del lado de JungKook, mirándola con cierto reproche por haber pedido atención del otro. Ella hizo un puchero adorable y se escondió en el cuello de TaeHyung, huyendo con mimos de la posible reprimenda que iba a soltarle el akuana. Taehyung acabó riendo y con su mano tocó la rodilla de JungKook para llamar su atención.
—Te ha echado de menos. —le dijo medio susurrando. Sabía que JiSoo le oiría porque estaban pegados, pero decidió arriesgarse.
—Pero si casi ni nos conocemos. —respondió JungKook levantándose. Taehyung le imitó con JiSoo en brazos quien escondió aún más su rostro.
—Creo que le gustas. —comentó TaeHyung con unos ojos traviesos que JungKook no dejó escapar. Con una sonrisa tímida se acercó ligeramente a TaeHyung y la niña.
—¿Estamos hablando de ella o de tí? —TaeHyung dejó aparecer una sonrisa genuina y de cariño. Acercó aún más a JiSoo a su pecho y sintió calor en sus mejillas ante ese comentario.
—Oh vamos, cachorro...—una voz les interrumpió. —¿Eso es lo mejor que sabes hacer? —su padre parecía haber escuchado al completo su conversación e hizo sentir a JungKook como un idiota.
—¡Papá! ¡Tú a lo tuyo! —con la cara completamente roja se quejó. Taehyung rió tímidamente y después observó a su madre, con la cual había estado pasando la tarde. Ella les estaba mirando, sus ojos saltaban del lobo a él y así sucesivamente. Parecía estar uniendo cabos y TaeHyung sabía que no le convenía, al menos no por ahora.
—TaeHyung...—empezó su madre.
—Para eso he venido. —le cortó el padre de JungKook. —Creo que he descubierto porqué TaeHyung regresó a la vida. —los ojos de la mujer entonces enfocaron al lobo entrado en años. Y no sólo eso, TaeHyung se mantuvo observando a ambos con la atención puesta en su conversación. No podía creer lo que el hombre estaba contando.
Casi como había sucedido con JungKook, les contó sus ideas y planes acerca de la resurrección de TaeHyung. Su vuelta no podía haber sido de ninguna manera gratuita o aleatoria. Estaba claro que tenía una razón de ser.
—Los Hijos de la Luna es una leyenda de los lobos. Según contamos a nuestros cachorros—explicó con cierta añoranza su padre—, los Hijos de la Luna son elegidos por la diosa. Ellos son sus protegidos y ella su madrina, su ángel de la guarda. —para esas alturas de la historia ambos estaban ensimismados con lo que su padre estaba contando. —Por eso creo que JungKook es uno, y por eso la Luna trajo de vuelta a TaeHyung. Para que estén juntos. —la mujer se ahogó con su propia respiración ante la declaración de su padre. Poco después empezó a reírse sin más. Su padre se quedó patidifuso en su lugar, sin comprender su reacción.
—¿Qué ocurre? —preguntó entre las carcajadas de la mujer. Taehyung estaba observando todo con los ojos muy abiertos. Su mirada se mantuvo estática y perdida en un punto en el suelo. JiSoo le observó y él la dejó en el suelo a su lado, pareciendo darse cuenta de lo que su padre acababa de decirles. Después sus ojos abiertos como platos le observaron de arriba a abajo y se achicaron, dedicándole una mirada acusadora.
—Mamá...—habló el akuana haciendo que la mujer terminase con sus carcajadas. —. Tiene sentido, quiero decir, eso explicaría muchas cosas. —su madre frunció el ceño y con un gesto de una mano le quitó importancia a sus palabras.
—TaeHyung, por favor. Entiendo que el señor Jeon pueda querer buscar algún tipo de relación con su hijo y contigo pero esto ya es demasiado ingenioso. —ante aquello todos los presentes en la sala, exceptuando a la pequeña niña de sonrisa amable, fruncieron el ceño sin entender las palabras de la mujer.
—¿Qué quiere decir, señora Kim?—preguntó JungKook intentando ser lo más formal que podía. No quería faltarla al respeto.
—Intentó que su hija menor y mi hijo tuvieran un bebé. —los ojos de JungKook se expandieron. ¿Hija menor? Él sólo tenía una hermana y esa era Lisa. ¿Taehyung y ella habían intentado tener un hijo? ¿Acaso TaeHyung...?
—Eso no funcionó. —soltó TaeHyung con voz dura. —No hace falta que...
—No funcionó porque tú no quisiste salir con ella cuando es evidente que la tienes en la palma de tu mano. —contratacó su madre con un tono frío y de enfado. Taehyung le mantuvo la mirada con ira en sus ojos. —Es una mujer lobo, la especie más fértil de todas y tú decidiste que no ibas a involucrarte con ella. Y además, no diste explicaciones.
—No debería darte explicaciones de con quién estoy o dejo de estar, madre. —con aquello dicho la mujer no cerró la boca, sino que se relajó en su posición y respiró hondo, llevándose dos dedos a la frente sintiéndose agobiada.
—Sabes que nuestra especie está en peligro de extinción, Tae. —el mencionado puso los ojos en blanco y suspiró. —No puedes...
—¿¡Y si no puedo tener bebés nunca!? ¿¡Y si por el hecho de haber vuelto a la vida soy infértil!? —gritó asustando a la pequeña. —Piensálo, si lo que dice el señor Jeon es cierto y he vuelto porque JungKook es un protegido de su diosa, no hay más que decir. Jamás podría tener hijos con otra persona. Mi vida estaría unida a la suya. —la mujer entonces pareció pensarlo unos segundos. Con un suspiro largo miró al hombre que había provocado esa locura de idea.
—Supongo que habrá una manera de verificar esto, ¿No? —preguntó con poca convicción. Su padre asintió entusiasmado.
—Claro. Hay que ir al Estanque Lunar y preguntarle a la Luna si JungKook es su protegido. —la akuana alzó una ceja pero no dijo nada más. Con aquello dió permiso para que pudieran hacer una expedición a la aldea conocida más cercana de lobos para usar su Estanque Lunar. El padre de JungKook estuvo a punto de salir saltando de la habitación en busca del papeleo que debían rellenar para embarcarse en ese viaje. Una vez desapareció por el umbral de la puerta TaeHyung le agarró de su antebrazo y tiró de él, ordenando a su madre que dejaba a JiSoo a su cuidado. JungKook no tuvo tiempo de responder ni de quejarse mientras era arrastrado con saña hacia fuera del edificio. Una vez cruzaron las puertas TaeHyung le soltó y continuó andando sin frenar su ritmo. JungKook continuó en silencio y le siguió sin rechistar. Avanzaron hasta que llegaron a unos edificios bajos en donde TaeHyung se enganchó con sus fuertes manos y subió hasta el techo del mismo. Una vez lo alcanzó observó a JungKook desde arriba esperando porque dijese algo.
—¿Vas a quedarte ahí mirando sin decir nada? —le preguntó, y habría sonado borde de no haber tenido de acompañamiento una sonrisa traviesa. Con una mueca divertida JungKook reprimió una risa y subió junto a él sin mucho esfuerzo.
—Yo, yo—empezó tartamudeando—, quería hablar sobre lo de Li...—pero antes de que pudiera terminar TaeHyung salió corriendo y empezó a escalar el siguiente edificio que era un poco más alto que en el que estaban. Se quedó con las palabras en la boca y con un ceño algo fruncido le siguió. Escaló unos cuantos edificios detrás de él, buscando pillarle, pero Taehyung había entrenado bastante durante esos años. Entre escalada y escalada JungKook se dió cuenta que el chico había ganado tanto en musculatura como en agilidad. Sin embargo, jamás alcanzaría el nivel de un lobo, así que, con un poco de esfuerzo le alcanzó y le agarró de la cintura para apresarle y que no pudiera huir más. El akuana soltó el aire mientras se reía y aceptaba su derrota dejándose agarrar por el lobo. JungKook le rodeó con cuidado de no hacerle daño y comenzó a reír con él. Taehyung le abrazó el cuello mientras su risa aumentaba. Cuando quiso darse cuenta estaban casi rozando sus narices la una con la otra, en un baile divertido y silencioso. JungKook fue el primero en darse cuenta y se quedó estático. Después fue TaeHyung, quien mantuvo su actitud desvergonzada acortando la distancia que había entre ambos. Posó sus frentes juntas y suspiró cerrando los ojos. JungKook decidió hacer lo mismo y mantenerse quieto. Confiaba plenamente en ese chico. Se mantuvieron unos segundos así, en silencio, sólo escuchando las respiraciones del otro y sintiendo el latido pausado de sus corazones. Estaban en casa, estaban en los brazos más seguros del mundo.
Taehyung fue el primero en abrir los ojos y cuando vio a su amigo confiando ciegamente en él sonrió enternecido. Pero su sonrisa genuina no duró mucho cuando recordó lo que tenía que explicarle a continuación. Cogió aire y empezó a hablar.
—Creo que ya sabes que los akuanas no somos muchos. —susurró para no alterar la paz que habían creado entre los dos. JungKook se mantuvo con los ojos cerrados, sólo escuchándolo. Sus orejas lobunas reaccionaban el doble ante su voz. Sus mejillas de sonrojaron ante lo adorable que era su amigo. No quería admintirlo, pero estaba cayendo de nuevo por el chico lobo. —Pues cuando mi madre llegó aquí y me encontró con vida se le metió en la cabeza la idea de la reproducción. Quería que tuviese hijos. Cuanto antes mejor y cuantos más mejor, me dijo. A mí no me gustó la idea nada. —confesó tragando saliva nerviosamente. JungKook se mantuvo impasible y aún con los ojos cerrados. —Después de todo por lo que habíamos pasado mi madre buscaba que fuéramos más, para luchar contra la enorme cantidad de humanos. Tal y como hicimos en antaño. —suspiró mirando los lunares de su amigo con detenimiento. —Pero es evidente que necesitamos ayuda de las demás criaturas para hacer eso. —JungKook asintió comprendiendo todo lo que le decía. —Bueno, entonces mi madre empezó a emparejarme con toda clase de chicas de diferentes especies. Primero intentó con sirenas, pero resultó ser muy peligroso para mi piel. Siguió con hadas y vampiresas. Pasamos a magas y finalmente lobas. Y de entre ellas Lisa fue una de las que se presentó como voluntaria. —comentó haciendo que el lobo frunciera el ceño. —Al principio cuando empecé a conocerla me dijo que tenía curiosidad por saber del chico por el que su hermano se había sacrificado. —una risa ahogada salió de entre los labios finos de JungKook. Taehyung imitó su sonrisa pero no dijo nada. —Supongo que quería interrogarme o algo...
—Puede ser. —contestó JungKook por primera vez. Con aquello dicho abrió sus ojos dispares y TaeHyung se fascinó por el color de ambos. Por un lado había ese marrón precioso que le transmitía seguridad. Le hizo pensar en los árboles y sus raíces. Toda la vida se escondía en ese ojo. Y por el otro lado estaba el otro ojo azul que se mantenía etéreo, no tan vivo como el marrón pero con esperanzas de seguir adelante. Uno le mostraba el pasado y otro el futuro. Taehyung subió sus manos a la cara de JungKook y rozó su cicatriz. Le adornaba parte de su frente cubierta por su flequillo, y parte de la mejilla debajo del ojo. La prueba viviente que él era su salvador.
—Con el tiempo se enamoró de mí. —se sinceró sin tapujos. Los ojos de JungKook mostraron desconcierto. —Pero yo nunca la pude corresponder y corté lazos con ella. —JungKook se mantuvo serio y sin saber qué decir.
—Me sorprende que en seis años no hayas estado con ninguna de tus pretendientas. —le dijo a continuación. Taehyung puso una expresión entre sorprendida y confusa. Sonrió algo incómodo mientras se apartaba del calor reconfortante de los brazos de su amigo.
—No me gustaban. Además, todo era muy obligado. La mayoría las buscaba mi madre o venían ellas porque decían que era bastante exclusivo. —JungKook puso cara de asco —Sí. Horrible, lo sé. ¿Y tú? ¿Alguna amante en todo este tiempo?
—Yo no he estado con nadie, es evidente. —dijo encogiéndose de hombros—. Con las cicatrices, ojos dispares y pelo blanco —con una sonrisa triste se señaló lo que él llamaba defectos—¿Quién querría a un chico lobo desatado y encima Jeon? —se rió dolorosamente ante lo que dijo. Taehyung le miró maravillado y con una sonrisa se acercó y le dijo:
—Yo.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora