Dan

52 6 1
                                    

—¿Estás listo? —preguntó Skylar estando a un lado mío.

—No en realidad —respondí, sintiendo cómo mi cuerpo entero se tensaba—, pero terminemos con esto.

Hace un par de noches había tenido un enfrentamiento con un Masacrador y, en su proceso, mis poderes se debilitaban o dejaban de existir en su totalidad, aparte de que Maxwell había aparecido. Era extraño, cuando él apareció aquella gran bestia azul se esfumó y, de cierto modo, el humo que había dejado a su paso había entrado en el cuerpo de Maxwell; pero él había quedado ileso. Fue ahí cuando me percaté de que tenía cierto poder sobre ellos y sobre mí, o todo el poder sobre las cosas que hacíamos y toda la muerte que dejábamos a nuestro paso.

Pero eso no fue lo único que descubrí aquella noche.

Cuando Maxwell se desvaneció justo frente a mí parecía no haber dejado ningún rastro de que él hubiera estado ahí, a excepción de aquel anillo de plata que había dejado caer al suelo. Supuse que lo había tirado como un accidente, pero me di cuenta de que no era así cuando lo tomé entre mis manos y pequeños destellos de la vida de Maxwell inundaban mi cabeza, provocando que doliera.

A pesar de todo el dolor y la frustración que me provocaban supe que era la manera de conectar de alguna manera con él y descubrir que quería de mí.

—Si me doy cuenta de que comienzas a tener reacciones o algo por el estilo tendré que quitarte el anillo, ¿de acuerdo?

La noche anterior me había puesto el anillo y, aunque siguiera de pie y procesando todo lo que estaba pasando a mi alrededor en la visión que estaba teniendo, Skylar me encontró inconsciente en el piso de nuestra habitación.

—Sí, está bien —le respondí con la mirada fija al techo, no podía dejar que sus ojos me distrajeran de lo que estábamos haciendo—. Hagámoslo.

Sin escuchar una palabra más por parte de alguno de los dos sentí cómo el frío de la plata recorría con velocidad todo mi pulgar. Tomé un largo suspiro y, finalmente, cerré los ojos.

Cuando los volví a abrir ya no estaba recostado en la cama, sino que estaba en un terreno baldío y lograba visualizar sólo algunas pocas construcciones en proceso a mi alrededor, pero a varios metros de mí. De pronto, todo el piso comenzó a temblar con fuerza y, poco a poco, un gran montón de tierra se levantaba justo por debajo de mis pies, provocando que estuviera a casi diez metros del suelo.

Traté de mantener la calma, observando todos aquellos montones de tierra que también se levantaban a los lados, y otros tantos a algunos metros de donde estaba yo; pero no pude evitar sobresaltarme al escuchar una voz masculina justo detrás mío.

—Estaba esperándote.

Maxwell estaba a mis espaldas; pero, cuando me giré para confrontarlo, parecía estar mucho lejos de lo que su voz aparentaba.

—¿Quién eres y qué quieres de mí? —le pregunté con la voz más alta que me fue posible para darle a entender que no tenía miedo.

Aunque estuviera realmente aterrado.

—No vayamos tan rápido, ¿quieres?

De pronto aquel montículo de tierra sobre el que estaba de pie comenzó a tomar forma: se extendió hasta formar un rectángulo liso lo suficientemente grande para poder ser del tamaño de una casa pequeña. Encima de mí se formaba otro rectángulo del mismo tamaño y, aún cuando no pudiera ver lo que se encontraba debajo del primero que se formó, supe que eran similares. Traté de contarlos por los sonidos que estos hacían: cuatro rectángulos formados en total. Cerré los ojos: se estaba construyendo el edificio en el que vivía junto con Skylar por debajo de mí.

CURSE | dan reynoldsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora