CURSE | dan reynolds

Dan

Mi respiración era agitada y el sudor que caía de mi frente era frío. Con cada segundo que pasaba el camino de regreso al departamento parecía hacerse más largo y la situación de Skylar empeoraba con velocidad. Quise llorar cuando me di cuenta de que la sangre que salía de su abdomen empapaba mi brazo con palidez y el color que alguna vez tuvo su rostro había desaparecido, pero sabía que me retrasaría todavía más. El arrepentimiento que cargaba me pesaba en las piernas. Cada una de las ideas que pasaban por mi mente sobre lo que podía pasar si no la atendía a tiempo me aterraban al punto de provocarme un dolor de cabeza.

No podía usar mis poderes para llegar al departamento más rápido, no estaba seguro de que Skylar lo soportara y, dadas sus circunstancias, no quería arriesgarme más de lo que ya lo había hecho.

Solté un suspiro de alivio cuando tropecé con aquel desnivel de la acera con el que siempre me encontraba al pasar por la esquina de la cuadra en donde se encontraba nuestro hogar. Aceleré el paso, abrí la puerta del edificio con una patada y me apresuré a subir las escaleras. Abrí nuestra puerta del mismo modo e inmediatamente giré para llevarla al baño, recostándola en la tina con cuidado y deshaciéndome de la ropa que traía puesta en el torso. 

La sangre que cubría todo su abdomen estaba a punto de secarse, pero no paraba de salir. Lavé toda la que pude con agua caliente y, cuando tuve una mejor percepción de la herida que se había hecho, quedé perplejo: lo más probable era que la varilla que le atravesó el cuerpo estuviera oxidada, lo que provocó que una infección apareciera y comenzara, además, el orificio en su torso era tan severo que se podía ver lo que se encontraba a sus espaldas. Inhalé aire con fuerza, queriendo pensar en que había visto heridas iguales a esta, lo cual era cierto, lo único que me hacía estremecer era que nunca me había topado con algo de esta gravedad en alguien que siguiera vivo.

Me levanté para ir por el botiquín de primeros auxilios que se encontraba dentro del gabinete del lavabo, sacando la botella de alcohol, era urgente que desinfectara la herida con lo que fuera que tuviera a la mano.

—Lo siento —le murmuré, aún sabiendo que no podría escucharme.

Tragué saliva y, sin pensarlo demasiado, vertí el líquido sobre la abertura. Casi de inmediato su abdomen se contrajo en señal de dolor y los leves quejidos que salían de sus labios tampoco se hicieron esperar. Tomé su mano mientras el líquido no dejaba de salir y sentí un leve apretón en esta misma. De cierta manera, yo también podía sentir el dolor que la inundaba en aquel momento.

Cuando el orificio se limpió dejé que este se oreara por aproximadamente una hora. Después, saqué el hilo y la aguja para cerrar las aberturas de su cuerpo. A pesar de que fuera algo grave estaba seguro de que el tejido interno volvería a la normalidad en cuestión de semanas siempre y cuando guardara reposo mientras que la piel externa cicatrizaría sin mucha actividad física. Tensé mi mandíbula. No había manera de que Skylar hiciera cualquiera de aquellas dos cosas sin disgustarse de por medio.

El sangrado había desaparecido, pero aún así le apliqué gasas en los lugares en los que cosí su piel.

Me dejé caer en el suelo y cerré los ojos. Lo peor ya había pasado, pero la culpa me dejaba solo. Había sido una noche terrible.

¿Era esto lo que Maxwell quería? ¿Que sólo uno de los dos quedara de pie una vez que todo esto terminara? Todo lo que había hecho hasta ahora no lo hacía merecedor de ninguna segunda oportunidad y el hecho de tener a Skylar como objetivo para hacer que me rindiera solamente lo hacía caer lo más bajo que pudiera estar en su larga vida.

Supe que ya estaba soñando cuando las imágenes que veía eran borrosas, y tenían algo que ver conmigo solamente flotando en el lago de la ciudad de espaldas, mirando las hojas de los árboles que se balanceaban encima mío, completamente vestido y con el agua lamiendo mis mejillas de una forma que me daban escalofríos. Era un sueño tranquilo y tenía que aprivecharlo, puesto que era algo que no había tenido el lujo de ver desde hace vario tiempo.