Skylar

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Fui a mirarme al espejo de cuerpo completo por enésima vez; corroborando que el vestido rojo que había rentado no contara con algún desperfecto mientras que mis diez dedos de las manos se movían hábilmente por mi cabello para así formar una trenza que fuera desde mi fleco hasta la parte posterior de mi cabeza, haciéndome nada más que una ya que estaba casi segura de que no daría tiempo para más debido a la hora que era. Me senté al borde de mi cama y comencé a calzarme los tacones que también había rentado; estos eran completamente negros y forrados con una muy suave tela de terciopelo, eran bastante altos pero estaban muy bien sujetos gracias a que tenían tiras que formaban una X un poco más arriba del empeine y cerraban con una hebilla que se encontraba por fuera. Cuando traté de levantarme di unos pasos tambaleantes y tuve que aferrarme de las paredes para no caer, bufé, no estaba acostumbrada a usar tanto lujo.

Fui al tocador a buscar algunos de mis muy pocos cosméticos que tenía. Hice una mueca cuando me di cuenta de que sólo tenía un gloss que no era para nada más que cubrir los labios con una capa transparente, pero también haciéndolos brillar. Me acomodé los gruesos tirantes del vestido que debían ir un poco por debajo de los hombros, también revisé el liston de la espalda que aseguraba todo el vestido mientras que me alisaba la falda que llegaba justo por encima de las rodillas. Suspiré. Mirándome fijamente mis ojos frente al espejo, tratando de no pensar en ponerme los pupilentes debido a lo que me había dicho esta precisa mañana. De ahí en fuera, consideraba que me veía bastante bien y por eso mismo esbocé una sonrisa. No creía que éste momento llegaría; pero lo hizo y nada podía hacerme más feliz en aquel momento.

El timbre sonó y le di una ojeada al reloj que tenía arriba de mi armario: 20:05. No dije nada; no era tan tarde y, a mí parecer, él era alguien con una agenda bastante ocupada por su trabajo y tal vez su vida personal, así que lo comprendía. Tomé el saco negro que solía pertenecerle a mi madre que yo había dejado al borde de la cama y una cartera que tenía lo básico. Coloqué un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja como un último arreglo y salí de mi cuarto.

Pasando por los pasillos de mi casa, quise verificar que todo estuviera en orden; quizás no pasara, pero si lo hacía quería asegurarme de que todo estuviera en su lugar correspondiente. Cuando abrí la puerta principal él se encontraba de espaldas mirando hacia el cielo y con las manos metidas en los bolsos de su negro y elegante pantalón. Supuse que había escuchado el rechinar de la puerta puesto que después de aquello se dio la media vuelta para verme y sonreírme.

—Buenas noches —saludó, recorriéndome entera con sus ojos.

—Hola —le respondí de vuelta.

Se veía espectacular: todo su traje era negro a excepción de la camisa azul marino que llevaba puesta por debajo de todo, un chaleco que tenía unos débiles destellos de un gris oscuro por el estampado de flores que tenía, sus mocasines negros se encontraban boleados a la perfección y su corbata estaba atada en un nudo de trinidad muy bien hecho. Algunos pocos mechones de sus rizos dorados le caían por la frente, no se había peinado porque tal vez él mismo sabía que su cabello alborotado le quedaba mejor, y sus ojos azules resaltaban gracias a la oscuridad que nos rodeaba y todo lo que llevaba puesto de ropa. Sentí el calor en mis mejillas y bajé la vista para disimular mi nerviosismo.

—Te ves muy bella —afirmó en voz ronca y baja, también mirando al suelo mientras mordía su labio.

El corazón se me detuvo. Nunca creí escuchar aquel tipo de palabras con su propia voz y, mucho menos, de tal modo que realmente quisiera decirlo.

—Ni qué decir de ti —murmuré, pero de tal manera que él lograra escucharlo.

Levantó la vista para mirarme y sentía que me derretía cuando no me quitaba de encima sus deslumbrantes ojos azules, con una sonrisa tan grande y preciosa que hacía que la piel que tenía a un lado de los ojos se le arrugara de manera perfecta.

CURSE | dan reynoldsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora