Skylar

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Nunca me iba a cansar de repetirle una y otra vez a Dan lo increíble que fue verlo explotando todo su poder y haber salido de aquella pelea en el hospital sin un rasguño. Me sentía como una niña al hacerlo: tan emocionada y con un dejo de admiración en mis ojos que no era fácil pasar por alto.

Había sido una experiencia increíble e inesperada, aún más considerando que yo conocía de él todo lo que tenía que conocer de él. Aunque no todo podría ser demasiado bueno considerando la situación casi apocalíptico con la que Maxwell había amenazado.

La sensación con la que venía cargando desde hace un tiempo acerca de que Dan estaba distante conmigo aún viviendo en un mismo departamento y cuando yo creía que lo que pasó en el hospital pudo habernos unido aún más.

Estando en el edificio más alto de la ciudad —en el edificio en el que nos dimos nuestro primer beso, como a mí me gustaba referirme a la construcción— teníamos la mejor vista a la luna llena que aquella noche nos otorgó. El aire no llegaba al punto de ser molesto y el sonido de algunos que otros grillos ayudaban a que no nos encontráramos en un silencio total hasta que, claro, surgió una situación que nos requería.

—Algo está pasando —murmuró Dan con la vista hacia el suelo—. Hay algo malo en los depósitos

Asentí con la cabeza, lo mejor era apresurarnos.

—Llega primero —le pedí—, yo iré por la motocicleta. Te veré allá.

—No —dijo de una manera tan seca que me provocó escalofríos—. Vamos juntos.

Era una petición extraña y el tono en el que lo había dicho no ayudaba precisamente a hacerme sentir calmada. Pero iba a hacerlo. En el hospital ambos habíamos demostrado de todo lo que éramos capaces frente a toda una manada de Masacradores. No tenía porqué dudar de lo que Dan me dijera, a final de cuentas, nosotros no queríamos otra cosa mas que mantener al contrario a salvo.

Ambos nos apresuramos a bajar y corrimos lo más rápido que nos fue posible para llegar al lugar antes de que sucediera algo que podríamos lamentar, recorriendo gran parte de la ciudad.

El aire estaba demasiado frío, mucho más de lo usual y dicho clima en combinación con la manera en la que Dan se había estado comportando conmigo no me provocaba la mejor de las sensaciones. Sacudí la cabeza. No había manera de que Dan hiciera algo a propósito para lastimarme o algo por el estilo. Aunque existía aquella gran posibilidad de que Maxwell sí lo hiciera.

Después de correr por un tiempo mis piernas perdieron fuerza y sentía cómo mis pulmones se contraían una vez que llegamos

—¿Son Masacradores? —le pregunté a Dan mientras jadeaban.

Él tenía su cuello estirado, buscando algún indicio que apoyara el hecho de que algo no iba como debía en aquel lugar.

—No, mis poderes no funcionan con ellos —admitió después de un tiempo—. Si algo está pasando aquí no es Maxwell.

Y, como si la razón por la cuál estuviera esperando a que el mismo Guardián hablara, las balas comenzaron a volar hacia nosotros desde algún lugar a nuestras espaldas.

Lo primero que Dan hizo fue acercarse a mí con velocidad para cubrirme de la lluvia de balas que caía sobre nosotros. El metal chocaba en todos lados, rebotaba por todos lados y se incrustaba por todos lados. A pesar de que Dan tuviera sus manos colocadas en mis oídos para que no escuchara las balas con la severidad con la que salían pude escuchar claramente los quejidos que salían de su boca debido a su cercanía. Tal vez era inmune a los daños que estas podrían causar, pero el dolor era algo que sentía. Me aferré más a él, a pesar de todas las habilidades que poseía seguía sintiendo algo tan horrible como lo era el dolor.

CURSE | dan reynoldsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora